Su voz

2 1 0
                                    

-Por fin se levantó la muerta, seguramente amaneciste hambrienta, ven únete toma asiento- mi padre lo dijo con un tono que causo a toda la mesa gracia excepto por ella, el comentario naturalmente me hizo sentir más avergonzada aun, pero no dejaría que aquel hecho se notara y tan solo respondí con un sin importancia y relajado:
- ¿Tanto dormí?
-Eso parece- mi madre respondió mientras pidió a un hombre que si me podría traer por favor algo para desayunar, no me pregunto directamente que era lo que quería para desayunar ya que confió en que mis gustos no hubieran cambiado durante los meses que en realidad habían sido años pero nos gustaba llamar meses para reducir la carga del tiempo en que no había estado presente en mi vida ni yo en la suya pero habíamos estado hablando tanto y tan seguido que casi olvido que habían sido años los que se había ido. Cuando pidió la comida por mí, me invadió cierta angustia al creer que quizá la chica de la mirada vitrificate podría creer que yo no era lo suficiente madura en comparación con ella, pero ¿Por qué me importaba? aquello no era algo que tuviera respuesta tan solo era como muchas otras cosas un sin sentido.
Antes de que mi desayuno llegara mi madre decidió presentarme con la gente, me dijo el nombre de cada uno y yo procure darle la mano a las personas que estaban cerca, pero al mismo tiempo considere que este acto podía ser una falta de respeto ya que estaría interrumpiendo su desayuno pero como a la primera persona no pareció turbarle en lo más mínimo creí que lo mejor sería continuar para que no pareciera asimétrico, cuando mi madre dijo el nombre de ella no pude evitar que el nombre se  apoderara más que cualquier otro, fue un repentino bombardeo de gritos en mi cabeza con su nombre “Emma, Emma, Emma” y de repente me está dando la mano que tuvo que estirar más de lo normal ya que casi no me acerque a ella, a causa del pánico instantáneo que había causado, mientras me regala una sonrisa de caridad y lo único que pudo salir de mi boca fue:
-Un gusto, soy Amaia-  a lo cual respondió displicente
-Un gusto- a comparación de la reacción de cualquier otro este saludo se sintió seco y sin importancia me preguntaba si yo era la única que lo noto de esta manera; entonces me di cuenta de que este pequeño detalle de reconocimiento seria nuestro acercamiento más íntimo y también probablemente el único, aquel pensamiento me invadió el resto del tiempo que estuvimos en la mesa mientras intente evadir su mirada.
Cuando el largo desayuno por fin finalizo les comenté que subiría a mi habitación a lo cual mi madre que toda la vida me ha insistido en que debo salir y conocer personas y lugares, ya que conoce que desde los 8 años he sido una persona seria y tímida, me dijo en un intento desesperado porque salga al mundo y conozca por mí misma que las personas son importantes no son solo cuerpos que orbitan alrededor mío
-Amaia ¿vas a venir?, vamos a salir a un paseo en bicicleta-
No quería preguntar ¿Quiénes? Por lo grosero que sonaba la pregunta, por lo que no lo hice, pero en verdad hubiera querido para saber si ella iría, acepte a ciegas tan solo porque existía la increíble posibilidad de que ella estaría allí y compartiríamos ese momento.
Antes del paseo mi madre me pregunto si me habían agradado sus compañeros de trabajo que ahora se habían convertido como en una parte de su familia, no estaba segura de cuáles eran las palabras correctas por lo que tan solo le respondí que me parecían muy amables,  “¿todos?”,  ella me pregunto y entonces  sin pensarlo demasiado le dije que “si” pero respondí muy suavemente para alguien que lo dice en serio, y sin que mi madre se percatara me comenzó a contar cosas de Emma que yo tanto quería escuchar, como que en realidad no era una actriz como yo había pensado, era una de las guionistas,  yo sabía que nunca hubiera sido capaz de preguntarle cosas así, con el miedo de que creyera que le había puesto cierta atención mayor a lo que me había contado de Emma que de lo que me había contado de los demás o quizá quería que notara que lo último que quería yo era ser su amiga y entonces le dije:
-Creo que es algo arrogante- lo solté tan fríamente
- ¿Arrogante? - mi madre replico incrédula y con un tono gracioso.
-No creo que sea arrogante- yo creo que es tímida, ya lo veras cuando la conozcas mejor te agradara
¿Emma tímida?, No lo esperaba, eso era nuevo y después de verla hablar con los demás en la mesa, e ignorando por completo mi existencia, y luego verla salir a no tengo idea donde antes de que nos fuéramos en las bicicletas y ella decidió tomar su propio camino, no me lo pude creer, eso parecía imposible y en un arrebato de desacuerdo dije:
- ¿y qué pasa si no quiero conocerla? - me sentí como aquellas mujeres que hablan mal de otras cuando en verdad todo lo que quieren es abrazarles, tan solo eso.
-No, no digas eso- lo dijo de una manera tan amable que no me quedaron ganas de debatir al respecto.
Cuando regresamos del paseo, yo estaba con un semblante triste ya que en verdad anhelaba pasar tiempo con Emma, tan solo para conocerla, creí que podría haber una amistad entre nosotras pero la simple idea parecía ser un juego más de mis fantasías y cuando por fin me dispuse a etiquetarle como lo que mostraba ser, alguien difícil e inalcanzable con quien yo no tenía nada que hacer o decir,  cuando entonces la veo de nuevo, estaba sentada en la mesa del jardín escribiendo en una libreta con un libro y un albaricoque a su lado; el olor tan natural  y tan emanante de la fruta y de la alberca, me proporciono un sentimiento tan suave que se apodero de mi y al verla allí sentada, tan poco real y en mi afán de conocer el título del libro porque creí que si conocía que tipo de libro le gusta leer, podría conocer mejor su personalidad que parecía ser hostil, pero entonces pensé que quizás estaba siendo muy cruel al juzgarla por una primera impresión, y yo solo quería saber quién era ella, me acerque a lado suyo, pero yo tan solo estaba pretendiendo querer estar en el jardín y quizá luego entrar a la alberca porque en verdad lo único que quería era descubrir cuál era su libro y salir a comprarlo y leerlo antes que ella para así algún día tener un tema de conversación, el libro era Huis-clos, ya lo conocía, estaba en la biblioteca de mi casa, estaba en francés, yo no sabía que ella hablara francés, y en un momento como si hubiera escuchado mis pensamientos me pregunto:

El desfallecimiento Where stories live. Discover now