La charla banal

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- ¿Estas bien? - No, por supuesto que no, pero lo último que haría es en verdad decirte porque en verdad lo único que quería era descubrir cuál era su libro y salir a comprarlo y leerlo antes que ella para así algún día tener un tema de conversación, el libro era Huis-clos, ya lo conocía, estaba en la biblioteca de mi casa, estaba en francés, yo no sabía que ella hablara francés, y en un momento
lo mal que tu presencia me pone.
-Si… yo estoy bien… ¿Por qué? - Estaba fingiendo que leía mi libro y también me sentía demasiado en mi guardia como para responder con candor.
-Tu brazo está sangrando.
Sus palabras me hicieron sentir tan avergonzada y nerviosa sin razón aparente, seguro me había sonrojado, la odie por hacerme sentir de esta forma y sin estar segura de lo que decir, hice lo que la mayoría hace cuando se siente avergonzado por algo, intente dar explicaciones o excusas, la verdad era que me caí y que tan solo me había bañado y había olvidado cubrir la herida, no puedo creer que lo había olvidado.
-Me caí en la bicicleta de regreso.
Estaba esperando una burla de su parte por mi torpeza pero en lugar de eso me respondió preocupada y se ofreció a curarme la herida, y ya que yo estaba tan sin palabras me reducí a asentir con la cabeza y decir “gracias” ahora yo era la que me mostraba arrogante, entro a la casa y trajo todo lo necesario para curarme, me sentía tan discapacitada y tan especial tan solo porque ella había mostrado preocupación por mí. Cuando su mano toco la mía no pude evitar quitarla tan de repente, ella me miro aún más preocupada y me pregunto que si me había lastimado, a este punto lo último que hubiera querido era hacerla sentir mal después de que todo este tiempo yo había sido la que se comportó descortés y ella solo había sido “tímida”, le respondí rápidamente “No dolió” pero entonces pensé: si el dolor no había sido lo que me había orillado a quitar tan abruptamente mi brazo ¿Qué era entonces?, Nunca había imaginado que esto era bastante semejante a cuando alguien se asusta por el suave toque de su ser amado, pero el ser amado no se da cuenta de esto y ese momento solo sucede para uno, esa persona que esta tan involuntariamente atraída por la otra que incluso el más mínimo roce podría ser letal para su estabilidad, me sentía como aquellos muñequitos de madera que cuando los tocan en un punto se caen y al soltarlos vuelve a levantarse. Cuando volvió a intentar curarme no hice ningún movimiento, ella me estaba mirando, quizá porque sabía lo que estaba pasando conmigo o tal vez porque se preguntaba ¿Qué era lo que me estaba sucediendo?, no soportaba al silencio gritándome tantas veces que ella debió darse cuenta y esto me asusto porque no estaba ni siquiera segura de que era de lo que se había dado cuenta, cuando termino de curarme no supe que decir o que hacer y en un intento desesperado por romper el silencio le dije:
- Serias una buena doctora- Sonreí, nunca le había sonreído a nadie de esa forma ya que no sonreía por caridad, ni era una broma lo que decía, tampoco estaba feliz, esta era una sonrisa nerviosa y algo apagada pero honesta.
-De verdad lo crees- Me respondió con una sonrisa mientras fruncía el ceño, en verdad me había parecido tan tierno ese rostro al contrario de lo que hubiese pensado hoy en la mañana.
- Eso creo
-Estaba a punto de convertirme en doctora, la mayoría de mi familia lo es, pero decidí mejor estudiar cine es lo que en verdad me apasiona.
Me sorprendió su respuesta y no estaba segura de que decir, ella es dos años más grande que yo, lo cual hace días hubiera creído que significaban años luz de distancia pero ahora lo que pienso es que no significan nada puesto que pensé; es solo algo mayor que yo y ya ha tomado tantas decisiones importantes en su vida, incluso y según mi madre me había dicho, había escrito un libro, me quede mirándola sin palabras por lo que tan solo le dije:
-Eso fue valiente, yo no creo que hubiera sido capaz de seguir lo que en verdad amo- Ella me estaba mirando en silencio de nuevo y yo no sabía lo que su mirada significaba, quede petrificada y tan indefensa, y al intentar buscar una salida le pregunte sobre el libro, me respondió sobre que trataba, y ambas pretendimos que ese guion era un libro porque yo lo llame así en primer lugar, pero lo que en verdad quería saber era si ella hablaba francés, no sabía de donde encontré el valor suficiente para preguntarle directamente como había aprendido francés, “Nací en Francia y crecí allí” me dijo riendo, luego nos mudamos a Estado Unidos, Francia era para ella lo que México había significado en mi vida. De repente la valentía que no estaba segura de donde la había sacado se apagó y yo no sabía más que decir, y no sabía cómo lidiar con el hecho de que de repente comencé a admirarla y me sentí culpable por todo lo que había dicho y pensado sobre ella en la mañana ya que en verdad era una persona increíble y digna de admirar, ella era amable, inteligente, valiente, humilde y tímida, tan solo en lo último nos parecíamos, intente hablar lo más coherente posible y no decir nada sin pensarlo, ella se encargó de la mayoría de la conversación y me conto tan interesantes detalles de su vida y de la vida misma en general que me hicieron querer ser una mejor persona y el tiempo pareció pasar volando, es más el tiempo se convirtió irreal todo a nuestro alrededor se veía menos real ya que para mí la única verdad era ella y yo, hablando sobre la vida.
Hubiera dado todo por ser tan valiente como para decirle lo mucho que en verdad quería que fuéramos amigas y que habláramos de esa forma de nuevo pero luego entendí lo extraño que sería abordar las cosas de esta forma, por lo que solo me reducí a decirle gracias y escapar de su compañía, luego de quizás horas de conversación que a cualquiera pudo haberle parecido banal pero para mí esas palabras contenían el significado de las únicas cosas que en verdad importaban en la vida, y cuando menos lo esperaba me encontré a mí misma buscando formas de alejarme de ella y justo en el momento exacto cuando ella parecía tener la mejor conversación habida y por haber conmigo, me aleje mostrándole erróneamente que su compañía me era indiferente o que simplemente no me había agradado pero era todo lo contrario ya que su compañía momentánea había significado para mí el cielo pero me había alejado al no encontrar otra forma mejor de hacerle ver lo mucho que su presencia me dejaba cansada y sin aire para seguir adelante.
Quizás, era esta al final la razón por la cual siempre terminaba sola, el inconmensurable abatimiento vespertino me hizo percatarme de la idea, por primera vez de que: la gente cuando ama, quiere tener al ser amado cerca, más sin embargo, yo me mantenía reluctante ante aquella idea, pues me había acostumbrado tanto a esconder mis sentimientos de todos, quizá es debido a eso que soy pésima guardando secretos o mintiendo ya que estoy demasiado ocupada con este secreto más grande que parece devorarme lentamente, y también esto repercutía en que cuando amo a alguien le quiero mantener lo más lejos posible, así esa persona no conoce mi verdad, ni yo de la suya, y así jamás nos encontraremos atrapando sentimientos fuertes de los cuales nos sentiremos arrepentidos mañana temprano, la indiferencia eran mis típicas armaduras, una vez había pensado que existen diversas armaduras que la gente utiliza en un último y desesperado intento por protegerse de los demás, la frase que me vino a la mente proviene del libro Huis-clos, el libro que estaba leyendo Emma, aunque en realidad mientras leía no pude evitar el sentirme identificada con Inés sabia porque, pero no quería pensar en ello. “L´ enfer ç´est les autores”, “el infierno son los otros”, de Sartre y que interprete con el hecho de que lo mejor que podía hacer para protegerme era con estas armaduras invisibles que están por todos lados y que toda la gente parece utilizar, había creído que la armadura que solucionaba el amor reprimido era el odio o la displicencia fraudulenta y no había errado demasiado, estoy segura que todos utilizan armaduras y ¿Cuál era la suya? ¿Cuál podría ser la armadura de alguien que parecía estar tan bien consigo misma?
Pero ahora aquí estaba yo, tan humilde, tan indefensa, y tan dispuesta a cederle mi armadura si ella me cedía la suya, como aquellos caballeros que intercambian de armadura en una historia que alguna vez leí, incluso hubiera estado dispuesta a darle la mía sin más.
Por la noche soñé con ella, fue un sueño extraño, ya que éramos niñas y jugábamos en este mismo lugar solo que el lugar no era el mismo que el de ahora era el de hace años atrás, el lugar de cuando era una niña, esto me hizo crearme una ilusión, una fantasía de que quizá en otra vida habíamos crecido juntas, habíamos sido amigas o algo parecido, ¿Cuándo nos separaron a ti y a mí, Emma? y ¿Por qué yo lo sabía? y ¿Por qué tu no?, esto también me recordó a aquel mito que “Según la mitología griega dice que los seres humanos fueron creados originalmente con cuatro brazos, cuatro piernas y una cabeza con dos caras. Temiendo de su poder, Zeus los dividió en dos seres separados, condenándolos a pasar sus vidas en busca de su otra mitad”, antes ya había escuchado a la gente interpretar el sentimiento, esta historia en cuestión lo interpreta al “amor” como una fuerza que empuja a una persona a buscar su complemento psicológico y yo estaba de acuerdo con aquella definición tan vana y dure la mayor parte del día ocupada intentando darle sentido lógico a lo que me ocurrió  y de lo cual me culpaba a mí misma y la culpaba a ella, y al yo  ser tan incapaz de hablar de eso con nadie decidí releer aquellos libros que contenían frases que tal vez me ayudarían a esclarecer mi mente, había decidido que la mejor postura que podía tomar era aquella que dice que: “el humano no es más que un proyecto, y que siempre está tendiendo a algo porque es imperfecto, incompleto por ello se encuentra sediento, una sed inacabable de lo que no es y necesita para vivir y realizarse”. Siente un impulso natural de satisfacer esa necesidad y calmar el vacío que lo devora “afán de plenitud” le llaman, este impulso natural de vida y felicidad, de perfección y acabamiento, es el principio del amor.
¿Cómo es que un sentimiento tan básico es al mismo tiempo tan complejo? y ¿Cómo era posible que me dejara tan indefensa y tan al borde de la sumisión?, ya había atrapado sentimientos semejantes antes por personas, que eran completamente ajenas a mí, pero jamás hubiera imaginado que esto fuera capaz de sucederme, y así fue también como termine pensando en ella como nunca me hubiera imaginado que se podía pensar en alguien, presintiéndola en donde no estaba, deseando que estuviera en donde era imposible que apareciera, y despertando en el medio de la noche con la sensación física de que ella estaba cerca, de modo que en la tarde en la que finalmente apareció en mi habitación como si por fin hubiera respondido a mis plegarias, ella era la única con la capacidad de hacerme rezar con toda la fe del mundo, era un constante “por favor, por favor, no me dejes perderla”, a pesar de que en el fondo sabía que no le rezaba a nadie más que a mí misma;  sabía que no tenía nada que ofrecerle, yo no era nada, tan solo una niña; y a causa de todo lo anterior me costó trabajo creer que no fuera una burla de mi fantasía, el que apareciera. Y cuando por la tarde intente darle significado a todo lo que había estado sintiendo en una pintura a la cual antes de pintarla ya la había nombrado  “El desfallecimiento” y mirando el lienzo en blanco me consumió la angustia de saber instantáneamente lo que deseaba retratar y mirando paralizada al lienzo en blanco  no estando segura de que dibujo sería apropiado para luego poder mostrarlo a la gente,  tome los pinceles y comencé a pintar lo más banal que se me ocurrió, reprimiendo lo primero que me venía a la mente, lo que pensaba sentía y era.
Al consumirme un sentimiento de angustia el día siguiente, recordé las palabras de la  maestra de arte “pinta lo que en verdad te apasione” así que decidí pintar lo que  había llegado a mi mente en primer lugar y que no tan solo había cruzado mi mente si no que había vivido en ella desde hace semanas, guarde el retrató con la idea de jamás mostrarlo a nadie no tan solo por las claras razones si no  porque me había desfallecido por primera vez en mi vida y era tan fácil que ocurriera tan solo una palabra de su parte un roce y yo me volvía discapacitada; dos palabras suyas y veía como mi apatía llorosa se transformaba en un “Jugaría a lo que tú quieras hasta que me pidas parar, incluso hasta la cena o hasta que la piel de mis dedos se caiga una capa tras otra, porque me gusta hacer cosas para ti, haría cualquier cosa por ti, tan solo pronuncia la palabra y lo hare, me gustaste desde el primer día, e incluso aunque no lo haya notado en un primer instante, e incluso aunque he congelado tus renovadas propuestas de amistad, nunca olvidare que existió entre nosotras aquella charla”.
Habíamos estado distantes desde que abruptamente me había ido cuando estábamos conversando aquella tarde como si hubiese tenido una emergencia a la cual atender, pero si había una emergencia a la cual yo me vi en la necesidad de atender y era que mi corazón latía tan rápido que pensé que en cualquier instante moriría de un paro cardiaco, posiblemente ella había decidido mejor tomar su distancia y yo estaba tan asustada y tan apenada por mi comportamiento que también había decidido tomar mi distancia hasta que las cosas por fin se vieran un poco más claras, desde entonces había estado llevando el registro tan vivazmente de cada una de nuestras interacciones, la vez que me pidió la hora a pesar de que en el medio de la sala hay un reloj gigante, esto significo mucho para mí porque creí que ella también estaba buscando formas para crear conversación entre nosotras, pero después cuando lo vi de una forma más real, me di cuenta de que probablemente estaba distraída y había olvidado el reloj que yo había señalado segundos después de que me preguntara la hora y que había agregado una sonrisa amable para que ella no creyera que la quería ridiculizar, o aquella vez en que nuestras miradas se encontraron en el comedor de punta a punta y que al no saber qué hacer le salude con mi mano y ella me saludo de regreso y al ver que ella no retiraba su mirada yo decidí romperla, la respuesta para todos esos momentos era siempre “educación” ella estaba tratando de no ser fría ni displicente, ya que ella estaba siendo educada conmigo “la extraña”, la usurpadora que había venido a ser no más que una molestia, aquello era lo que me obligaba a creer cada que una ilusión saltaba en mi mente, constantemente me decía a mí misma que me he equivocado de nuevo y que me lo he imaginado todo, y aun aquello deseaba saber si yo tampoco era real para ella, pero ahora aquí estaba ella tan repentinamente en mi habitación, buscando formas de excusar su entrada tan inesperada.
-Tu padre te está buscando, dijiste que le ayudarías con el guion de la próxima película-
Lo dijo de una manera graciosa como si ella misma supiera que aquella era una broma, la verdad era que yo le había rogado hace unos años para que pusiera en su guion una parte que hasta entonces no estaba segura de por qué había querido con tanta urgencia en uno de sus filmes la escena me parecía importante  y era bastante corta, quería que agregara una escena en donde uno de los personajes mira a otro con tanta admiración y que en su momento de distracción pasan dos personas a lado suyo y le empujan cada uno de sus hombros, pero a esta persona no le puede importar menos ya que está demasiado ocupada mirando a este ser que le es tan importante, recuerdo que por aquel entonces la oportunidad de que en verdad creara una película parecía estar a años luz de distancia, ya que él estaba trabajando: dirigiendo pequeños comerciales de pequeñas empresas, era divertido acompañarlo ya que me regalaban varias cosas y me trataban como si fuera una persona importante, incluso había aparecido en un comercial, tenía catorce años en aquel momento y fue cuando mis padres se acababan de divorciar y mi madre se acababa de ir para Estados Unidos ella misma me conto que a pesar de intentar con varias empresas para que le financiaran una parte o para que le compraran sus guiones la única vez que tuvo un rayo de esperanza fue la vez que presento su libro que ella y mi padre habían creado era un libro bastante pequeño que hablaba de un romance escondido durante la segunda guerra mundial, el libro está narrado desde la perspectiva de un joven judío que al intentar escapar de Alemania llega a México y se hospeda en la casa, en esta casa, hace unos años hubiera jurado que la historia era real ya que estaba narrada con tanto detalle que creí que cada uno de los personajes en verdad había existido pero no era así, y quizás había sido por aquello que habían decidido financiar esa historia.
Cuando llegamos a donde estaban mi padre y las demás personas que estaban escribiendo el guion, todos parecían cansados y deseando que esta sesión terminara para poder ir a tumbarse en la alberca o en la playa, con excepción de Emma ya que ella se veía emocionada por esta nueva oportunidad de crear un nuevo mundo que en ese momento solo existiría en nuestras mentes, pero que luego de un tiempo de maduración, su obra por fin tendría volumen propio y cada uno de los sentimientos que estaban escritos en código para que cada uno les diera forma como pudiera, cuando se decidieran los actores todos estaríamos de acuerdo que aquel gesto es el que representa mejor esa emoción, y aquella acción con las manos nos permite ver cómo se siente el personaje;  Emma no se cansaba de sugerir nuevas ideas, y eran todas tan buenas, yo estaba en silencio y no estaba segura de ninguna de mis ideas, que había estado formando en meses pero que ahora ninguna parecía ser tan buena como para comentarla, y en un acto de desesperación les sugiero :

El desfallecimiento Where stories live. Discover now