♫| CAPÍTULO 04 |♫

4.5K 549 783
                                    

CONWAY

LA VIDA NO ES UNA PELÍCULA ANIMADA

No tenía idea de qué estaba haciendo. En un momento estaba corriendo hacia mi camerino para checar lo de la desconocida que estaba ahí, y de la nada me encontraba detrás de Sienna, susurrándole al oído que no volvería a dejarla ir otra vez.

Después de que las palabras fueran pronunciadas por mí, se creó un silencio entre ambos. El lugar estaba sumergido en un silencio, que solo dejaba que los alterados latidos de mi corazón se escucharan al igual que la agitada respiración de Sienna.

—No sé cuál esperas que sea mi respuesta —susurró.

Lo pensé por unos minutos. Ya había pasado la parte del reencuentro, la discusión y la parte en la que exponíamos nuestros sentimientos. Pero, ¿ahora qué?

Había visto suficientes películas como para saber que esta era la parte en la que los protagonistas se besaban, pero no consideraba estar preparado para tomar ese paso con Sienna, en especial porque existía la posibilidad de que me rechazara.

Me sentí bastante estúpido después de su confesión. Todos estos años me la había pasado culpando a Sienna, llamándola cobarde cuando la única persona que había cometido un error había sido yo.

—No espero que digas nada, solo... —tragué saliva— solo quiero intentar las cosas contigo.

Ella se quedó callada durante unos segundos.

Justo cuando creí que me iba a rechazar, abrió su boca, pero no para decir lo que yo esperaba que dijera.

—Espera —se volteó, de forma que ahora nuestras miradas chocaban—, ¿te han dicho que hay una desconocida en tu camerino?

Intenté no mostrarme demasiado dolido ante la forma en la que había esquivado mi propuesta. Así que hice lo mismo que ella, dejé el tema anterior atrás y me enfoqué en la pregunta que había hecho.

—Sí —fruncí el ceño—. ¿Por qué?

Ella se dio un golpe con su mano en la frente, acción que me desconcertó por unos segundos.

—¿Cómo no se me había ocurrido antes? —se lamentó mientras mantenía su mirada fija en el suelo. Yo seguía sin entender nada. Ella levantó su mirada y tragó saliva—. Creo que sé quién es la persona que está en tu camerino.

Arrugué mi entrecejo.

—¿En serio?

—Sí, estoy casi segura de que es Grace.

—¿Grace? —ella asintió—. ¿Quién es Grace?

—Mi amiga —dijo como si fuera algo obvio.

Abrí mis ojos con sorpresa.

—¿Grace como Grace tu amiga Grace? —pregunté todavía un poco dudoso.

—Sí, Grace como la chica que te obligó a subirte a la montaña rusa ese día en el parque de diversiones.

—No me obligó —la defendí, recordando lo amable que había sido ese día—. Ella dijo que a partir de cierto punto de la fila, la única salida era subirse al juego. Ella fue de hecho bastante...

—Conway —me interrumpió alzando la mano—, ¿tú de verdad crees que los trabajadores del parque se van a arriesgar a que una persona tenga alguna clase de ataque o se desmaye en alguna de las atracciones? No sería demasiado inteligente de su parte, ya que se pueden ganar varias denuncias.

Me quedé un rato en silencio, reflexionando su pregunta en mi mente. Mi boca se abrió cuando llegué a una conclusión. Me sentía realmente ofendido y usado.

Falsas melodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora