♫| CAPÍTULO 30 |♫

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CONWAY

LA ESPERA

Comencé a ponerme un poco nervioso después de los primeros cinco minutos de esperar a Sienna.

Brad había se había metido al aeropuerto para comprar algo para comer en lo que aguardábamos a que ella llegara, por lo que no lo había visto en un buen rato. Había tratado de hacerle plática al otro guardaespaldas con el que nos habían dejado, pero no había funcionado muy bien.

—No te había visto por aquí. ¿Eres nuevo?

—Llevo trabajando para usted cuatro años.

—Ah.

Hubo un pequeño silencio entre ambos. Tragué saliva y decidí recargarme en una de las columnas para parecer más relajado de lo que en realidad estaba.

—¿Y sería muy desconsiderado de mi parte si te preguntara tu nombre...? —cuestioné un poco apenado al darme cuenta de que no lo sabía.

—Sí.

Escuché la carcajada que salió de Jonah después de presenciar la escena y le saqué la lengua con toda la madurez que tenía en mi cuerpo.

No tuve mucho que hacer después de mi patético intento de crear tema de conversación con mi guardaespaldas desconocido. Hice una nota metal en mi cabeza para pedirle a alguien que me diera un archivo con fichas de cada persona que trabajaba para mí. No quería que alguien más de mi equipo de seguridad se sintiera ofendido porque no me supiera su nombre y solo por eso dejaran que alguien me matase.

Ya tenía la idea en la mente: iba a buscar información e iba a sorprender al hombre a mi lado el día de su cumpleaños para que no me dejara morir. Sí, eso sonaba como un buen plan.

Estaba por sacar mi teléfono del bolsillo de mi pantalón para anotarlo en las notas del celular y que no se me olvidara hacerlo cuando Brad regresó cargando bolsas llenas de comida. Me acerqué a ayudarlo pero él me detuvo alzando en mi dirección su dedo índice.

—No, señor Taylor. Quédese donde está que yo le llevo la comida. Imagínese si dejo que me ayude. No, no, no —se las arregló para negar con la cabeza—. ¿Quiere que el amigo Nat aquí piense que no sirvo como guardaespaldas?

Negué con la cabeza a pesar de que no sabía si era eso lo que tenía que hacer.

Al menos ya sabía que el nombre del otro guardaespaldas era Nat. Si él me dejaba morir, Jonah ya sabría el nombre de la persona a la que tendría que demandar.

Gran consuelo.

—Tome, señor Taylor. Le traje un sándwich y unas papas y a su novia unas pastillas para que no se maree —me lanzó una mirada cómplice—. Ya sabe, por los previos incidentes que ha tenido.

Apreté mis labios en una línea y asentí con la cabeza.

Lo último que necesitaba en ese momento era que me recordaran a Sienna y a que aún no había llegado, pero eso no era culpa de Brad, por lo que tomé lo que me tendió y le di un asentimiento de cabeza.

—Gracias, Brad.

Él procedió a darle lo que había comprado al resto de las personas ahí y todos comenzamos a comer en silencio.

La gente pasaba a nuestro lado sin mirarnos dos veces. Era bueno poder estar así, al aire libre y que nadie me reconociera. A pesar de que me estorbaban demasiado, los lentes de sol y el gorro que estaba usando eran de ayuda.

Me removí incómodo en mi lugar al sentir que me observaban. Mis ojos se movieron a toda velocidad, tratando de ver de dónde venía el sentimiento. Estaba más que acostumbrado a esto, pero eso no hacía que me sintiera menos ofendido cada vez que pasaba. La mitad de las veces, era alguna fan tratando de tomarme fotos sin que me diera cuenta a algún paparazzi.

Falsas melodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora