Capítulo 3.

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POV Eva.

Me pego la segunda ducha del día.

Aunque tampoco haya hecho gran cosa, entre esta ducha y mi primer día de instituto, estaba más bien cansada, aunque ahora me queda lo peor, aparentar felicidad con mi familia y sonreír en toda la cena.

La verdad es que tengo pocas ganas, pero bueno, ya no vale hacerle el feo a mis padres, y mucho menos a sus jefes.

Decido ponerme algo formal, un traje y chaqueta negro con un top blanco debajo, la chaqueta sin cerrar para que se deje ver.

Me hago las planchas concentrada poniéndome música de fondo para así entretenerme, ya que las planchas entretenidas no son.

Espero que los hijos de los jefes de mis padres lleguen a ser amables, o bueno, después de lo visto esta mañana, lo mínimo que pido es respeto.

Termino de hacerme las planchas y me paso por los labios mi pintalabios favorito, un rojo cereza explosivo que sinceramente me encantaba.

Salgo del baño yendo a la planta baja, donde se reúne parte de mi familia. Digo parte porque falta, para variar, mi querido hermano.

- ¡Marcos, 5 minutos te doy!

- Qué siiiiiiii.

Ruedo los ojos esperando, como siempre.

Observo como la casa cada vez se va amueblando más.

Parece que han ido esta mañana haciendo cosas y, aparte, han comprado muebles nuevos.

- ¿Te gusta como está quedando? - Dice mi madre, a lo que yo la miro y asiento.

- Sí, la verdad que está quedando bien. - Le sonrio y ella me devuelve la sonrisa dejando un beso en mi sien.

Mi hermano, tras un largo rato, seguro que más de 5 minutos, baja ya vestido y presentable.

- Pues venga, vamos. - Dice mi padre saliendo, a lo que le hacemos caso el resto de la familia y salimos con él al coche.

Subo abrochándome el cinturón y miro por la ventana.

Arranca y empieza de nuevo otro trayecto.

.

Llegamos al destino. Me he quedado mirando por la ventana disfrutando del paisaje de edificios luminosos junto al gran ambiente que hay por las calles, sinceramente, muy diferente a donde vivíamos.

Me dispongo a bajar del vehículo, y cuando alzo la mirada, visualizo una gran casa unifamiliar, en una zona alejada de Madrid.

Desde luego, dinero no parecía que les faltara, y creo que si mis padres logran este trabajo, les puede llegar a hacer muy felices y aparte no viene mal sanear cuentas...

Tocan al timbre y espero junto a mi familia a que abran.

Abre un hombre alto y moreno, esbozando una sonrisa de oreja a oreja.

- Hola, somos los Barreiro Ga- - No los dejó terminar.

- ¡Sí! Los señores os están esperando en la mesa.

Ah, ¿es el mayordomo? Qué nivel.

Asentimos con humildad y entramos, hacia donde nos dirigía el señor.

Llegamos al comedor, era enorme y tenía un decorados asombroso.

Me fijo en la mesa llena de comida y en los que se sientan en ella.

Reconozco dos cabelleras rubias, lo que hace que me asombra al instante.

Estás de coña, ¿no?

LIMERENCIA || Hugo y Eva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora