Capítulo 16

1.7K 168 7
                                    


Keshia Miller

Zabdiel de Jesús era todo lo que estaba bien en la vida, no tenía ninguna duda de ello. Quiero decir, tal vez en mi forma de pensar era el hombre perfecto.

Que si, que la perfección no existe y en caso de existir sería muy aburrida... Pero yo lo digo en el mejor sentido de la palabra.

Él era capaz de alterar mis sentidos con tan solo mirarme, no sé qué tan sano puede resultar algo como eso. Y ya ni hablemos de cuando me habla, cuando pone sus manos en mi cuerpo o cuando me besa. Fantasía.

—¿Estás segura de que no quieres que mañana vaya con vosotras?— cuestionó divertido.

—Estoy segura.— respondí negando con la cabeza—. Ya deja de insistir.

Él bufó antes de dejarse caer en la cama, hacía más de veinte minutos que habíamos subido a su habitación y que no paraba de insistir en el mismo tema.

—Quiero pasar tiempo contigo.— dijo cruzándose de brazos.

—Oh vamos, no te vas a morir por quedarte solo un par de horas... Puedes aprovechar para salir y pasártela bien.

—Nuestros conceptos de pasarla bien son bastante diferentes así que mejor no hablemos de eso.— murmuró volviendo su vista a mi—. Ven aquí, bonita.

Palmeó el colchón justo a su lado y yo fui rápida en sentarme en ese sitio, él sonrió de inmediato mientras que la diversión brillaba en sus ojos.

—¿Qué tanto te gusta caminar?

—No demasiado, me canso muy pronto.— admito encogiéndome de hombros.

—En la noche saldremos a ver las estrellas, hay un lugar en esta isla que se ven de maravilla... Podíamos aprovechar para ir caminando.

—¿Y si acampamos?

—No tenemos lo necesario para hacerlo.— se burla alzando sus cejas.

—Eres un jodido magnate, puedes chasquear los dedos y conseguirlo así que no te pongas tacaño.— me quejo.

—Keshia, no insistas.— dijo mientras movía mi cuerpo para dejarme encima del suyo—. Además, al lugar al que vamos está prohibido hacer acampada.

Me es inevitable no bufar, en el fondo me hubiera gustado pasar la noche con él de esa forma.

Una de sus manos acaricia mi mejilla y su simple tacto hace que mis ojos se cierren para permitirme poder disfrutar de la acción. Su suave risa llega a mis oídos haciendo que una cálida sensación invada mi pecho.

—Mírame.— dice en apenas un susurro.

Abro los ojos con lentitud y por inercia mi mirada baja hasta sus labios en donde se encuentra su bonita sonrisa.

—Bésame.

—Deja de darme órdenes...

—Shh, limítate a cumplirlas.— responde burlón.

Mis manos toman su cara para, acto seguido, chocar mis labios con los suyos.

Si, me gustaba besarlo y no iba a desaprovechar la oportunidad de poder hacerlo una y otra vez. No tenía ni la menor idea de cuánto iba a durar esto así que lo mejor era disfrutar de cada segundo a su lado.

—Hay un tema del que quiero hablar contigo desde que vinimos en el avión ora aquí.— dijo cuando nuestras bocas se separaron.

—¿De qué se trata?— pregunto, mi mano se desvía hacia su cabello. No me doy cuenta de en que momento empecé a acariciarlo, enredando también mis dedos en pequeños mechones y distrayéndome.

—De ti... De tus estudios y tu trabajo.— se corrige ladeando su cabeza.

—Oh, bueno... Creo que no hay demasiado para hablar sobre ese tema.

—Por supuesto que si, has estudiado administrativo y estabas trabajando en un bar.— murmuró—. Me parece ofensivo, podrías tener un buen empleo y con mejor paga, ¿por qué no...?

—¿Crees que no lo he intentado?— replico frunciendo el ceño—. He buscado en cada maldito lugar un mejor oficio pero mis estudios han sido inútiles... Todas las empresas exigen requisitos que yo no cumplo.

—No has buscado en cada maldito lugar.— cita mis palabras—. No viniste a mi empresa.

—Lo hice.— confieso, él abre los ojos impresionado—. Pero me echaron fuera de inmediato.

—¿Qué hicieron que?— pregunta frunciendo el ceño, no necesito que se enoje.

—A ver, no fue tan así... Lo que quiero decir es que no me aceptaron por varios motivos, entre ellos que yo no encajo en una empresa de alto nivel como es la tuya. En eso tienen razón pero...

—No.— espeta, sus músculos están tensos y temo por la camisa que lleva puesta—. Eso es imposible... Yo jamás diría algo de eso, ni siquiera me suena haber escuchado antes tu nombre...

—No, no es tu culpa ni mucho menos. Una chica se encargó de todo allí.

—Supongo que mi secretaria.— dijo inflando sus mejillas—. La llamaré para dejarle un par de asuntos claros, esta mierda no se puede quedar así.

—¿Qué?

Niego rápidamente con la cabeza pero él me aparta para poder levantarse, lo veo caminar hacia el baño con el teléfono en la mano y minutos más tarde lo escucho hablar en un tono de voz elevado.

Yo debería de mantenerme callada para no ocasionar este tipo de disputas.

No mucho más tarde sale, deja el teléfono en la mesita y me dirá con una sonrisa ladeada.

—A partir de hoy trabajarás conmigo en la empresa.— suelta como si nada.

Magnate De JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora