-Los extrañé tanto. - Dijo la peli negra tratando de contener las lágrimas al separarse de sus amigos de la infancia. - No puedo creer que haya pasado tanto tiempo, ¡Y mírense, como han crecido! Me enteré de que son los más fuertes de la U.A. eso sin duda merece una recompensa.
-Nuestra recompensa es ayudar a los demás, de eso se trata ser un héroe, aunque tu llegada también es algo más que grato ¿Cierto Tamaki? - Prosiguió el rubio dando un toque con el codo a su compañero quien aún se encontraba encorvado, con la mirada en el piso y las manos dentro de los bolsillos. -Oye es cierto ¿A que debemos tu llegada? Creí que tu madre tenía trabajo en los Estados Unidos.
-Bueno, le dije que quería convertirme en heroína así que estudié los dos primeros años en América, fue muy complicado así que mi madre decidió buscar un trabajo en Japón, en un invernadero, para permitirme estudiar el último año aquí.
-¿Ya te instalaste en los dormitorios?
-Iba a desempacar esta misma tarde, pero primero tenía que ver a mis dos mejores amigos de nuevo.
Los tres comenzaron a reír alegremente, pero Tamaki seguía temblando al ver de reojo a la chica, sabía que no sería más la niña pequeña que recordaba de su infancia, pero tampoco esperaba encontrarse con una chica tan hermosa y alegre.
Cuando niños ambos eran igual de tímidos, fue Mirio quien se encargó de unirlos y darles aliento para seguir adelante, con el tiempo, dentro de su pequeño grupo inseparable, él y la pequeña Hana comenzaron a ser muy cercanos, el resto de la clase y algunos profesores se sorprendían al ver a los dos niños más callados de la escuela conversando entre sí de una manera tan fluida y alegre.
Pero ahora T/n había cambiado más allá de lo físico, ahora era alegre con todo el mundo. Durante su primera semana en la U.A. se había adaptado tan rápidamente, cualquiera que le saludara simpatizaba de inmediato con su personalidad y su sonrisa cálida, todo lo contrario a lo que el chico peli azul seguía siendo, desde niño jamás había podido superar su timidez, Mirio siempre le había dado ánimos para no desistir en sus sueños, pero Hana, ella era la única persona con quien simpatizaba por completo al ser tan parecidos, pero ahora que ella, a sus ojos, era tan brillante como una estrella en el cielo nocturno, una estrella que estaba muy fuera de su alcance, se sentía tan incapaz de recobrar esa amistad tan hermosa que habían forjado hace años.
Así que en el transcurso de esa semana no fue capaz de hablarle a la chica ni una sola vez, se limitaba a permanecer detrás de sus compañeros y escucharla hablar cuando, con gran emoción, la chica les contaba sobre todo lo que había vivido en América, si en dado momento la chica quería preguntarle algo, él de inmediato le daba la espalda para pegar su frente a la pared y daba una respuesta simple y seca entre tartamudeos. Durante las clases, la observaba con atención desde lejos, sentado en su pupitre, descansando su mejilla en una de sus manos, sintiendo como la temperatura de su rostro incrementaba mientras más la observaba.
A T/n le desconcertaba la actitud de Tamaki, sabía que era un chico tímido y que aún tenía muchos problemas de ansiedad social, pero ella era su mejor amiga de la infancia, su compañera de juegos, y desde que llegó a penas y cruzaban palabra, le preguntó a Mirio que estaba sucediendo con Tamaki pero para su sorpresa, esta vez ni el mismo Mirio lo sabía.
Al cumplirse su primera semana en la U.A. la chica decidió que ya era suficiente, si quería respuestas debía obtenerlas por sí misma, así que la noche del viernes salió de su habitación y se encaminó hacia el dormitorio del tímido chico. Estaba por llamar a la puerta cuando escuchó un ruido extraño al otro lado en la habitación; eran... ¿Sollozos? Con lentitud hizo girar la perilla y asomó su cabeza al interior del dormitorio buscando la fuente de aquel sonido, las luces estaban apagadas pero la luz de la luna que se colaba por la ventana del balcón le permitió descubrir a su tímido compañero; el joven se hallaba sentado sobre la cama, abrazando sus propias piernas, con el rostro empapado en llanto hundido en sus rodillas y sin parar de emitir esos silenciosos y angustiantes sollozos, se notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo para que nadie lo escuchara. La escena de su mejor amigo llorando en soledad hizo que Hana experimentara una desagradable sensación de opresión en el pecho. Caminando de puntas, cuidadosamente se acercó hasta Tamaki y sin previo aviso lo envolvió en un cálido abrazo desde la espalda. El peli azul no pudo evitar asustarse al descubrir que no se hayaba solo en la habitación.
-T-T/n... Tú... ¿Qué haces aquí? - Preguntó nervioso mientras se llevaba las manos al rostro para secar sus lágrimas.
-Tranquilo... Todo está bien... vamos ven aquí. - Se aferró más a él e inclinó la cabeza del chico sobre su pecho. - No te contengas, necesitas desahogarte ¿Verdad? - Acarició con ternura uno de sus hombros. - Descuida puedes confiar en mí, no se lo diré a nadie. Soy tu amiga ¿Recuerdas?
El joven permaneció callado y al poco rato se giró hacia la peli negra para devolver con cuidado el abrazo, hundiendo su rostro en el hombro de su compañera quien de inmediato comenzó a acariciar sus enmarañados cabellos azules y su ancha espalda, Amajiki ya era un adolescente, casi un hombre, pero a los ojos de Hana seguía siendo el niño indefenso que necesitaba de ella. La vida los había tratado muy diferente desde que se separaron; mientras a ella la había hecho fuerte y confiada a él... bueno, no le había dado muchos cambios.
-Sigues... tratándome bien... a pesar de que yo... yo... eh sido... grosero contigo... desde que llegaste.
-Admito que me duele que me ignores, pero... han pasado años, sé que ya no somos unos niños y ahora mismo soy casi una extraña en tu vida, entiendo que tengas dificultad para entablar comunicación conmigo... Pero te pido que me des la oportunidad de iniciar desde cero, si es necesario.
-Me odio tanto por esto... no tienes idea... de cuanto me odio por hacerte esto... p-pero yo... no pue-do e-evitarlo... S-soy un idiota... Te he extrañado... t-toda mi- vida... y ahora... que al fin e-estás aquí yo... yo... N-no puedo... ni siquiera t-tengo... el valor... para verte a los ojos... y es tan frustrante. Estoy a-arto... tan arto... de m-mi timidez... ni siquiera sé... que será de mí a futuro... ni siquiera sé... si tengo un futuro.
Un escalofrío recorrió la espalda de la chica al escuchar esa última frase.
-No digas eso... estamos en una época complicada... aunque no lo creas yo tampoco sé muy bien que haré con mi vida luego de graduarme, tantos cambios en mi vida por el trabajo de mi madre me abruman mucho... pero sabes... en uno de esos cambios abrumadores pude conocerlos a ustedes; tú y Mirio siempre han sido todo mi mundo, jamás me olvidé de ustedes. Y ahora otro de esos cambios abrumadores me ha traído de regreso a ustedes, solo quiero... que volvamos a ser tan unidos como antes.
-L-lo siento... yo... t-también quiero eso p-pe-pero... no puedo... tengo... mucho miedo... y tantas dudas que yo...
T/n no lo dejó terminar de hablar, lo liberó del abrazo y lo tomó del hombro para obligarlo a girarse, de manera que sus rostros se encontraran frente a frente y antes de que el tímido joven intentara desviar su mirada hacia otra parte, tomó su rostro entre sus manos, las mejillas de Tamaki enrojecieron como nunca antes lo habían hecho, su rostro no paraba de temblar mientras era sostenido por las cálidas y frágiles manos de la muchacha quien lo observaba con ternura sin decir palabra alguna.
-Tranquilo... este será nuestro primer paso. - Acercó sus labios a la frente del nervioso joven para depositar un beso en su frente. - Ya verás que pronto todo volverá a ser como antes... te lo prometo.
Finalizó la frase envolviendo al joven en sus brazos, el rostro de Amajiki seguía rojo como un tomate, pero disfrutaba mucho de la calidez de aquel abrazo y el suave pecho femenino de su compañera que ahora mismo le servía de apoyo a su cabeza cual si fuese la almohada más suave y cómoda que hubiera tenido en su vida. El dulce olor del cuerpo y el cabello de T/n invadía lentamente sus fosas nasales dándole tranquilidad y un sentimiento de protección que no había sentido hace años. El cuerpo de Tamaki se relajó tanto ante el olor y las caricias de su acompañante que pronto, y sin darse cuenta, se quedó profundamente dormido en el pecho de la peli negra.
La chica se sorprendió al darse cuenta de que su tímido amigo se había quedado dormido, sonrió conmovida al ver el rostro tan tierno del joven, dormido parecía un niño aún. Con cuidado lo recostó sobre la cama y cubrió su cuerpo con las sabanas, se disponía a retirarse cuando recordó que llevaba algo consigo antes de entrar a la habitación. Con cuidado de no hacer ruido, caminó hasta la puerta y se dio cuenta de que lo había dejado caer al piso al ir a auxiliar a su amigo. Se inclinó y levantó del piso un lindo peluche en forma de pulpo color púrpura, regresó hasta la cama del dormitorio y colocó el tierno muñeco entre los brazos de Tamaki, lo observó por unos segundos más y salió de la habitación cerrando la puerta con cuidado.
Ya en su dormitorio, recostada sobre su cama y mirando el techo, la chica trataba de pensar en cómo debería actuar de ahora en adelante para ganarse la confianza de Amajiki sin abrumarlo demasiado. Conseguir que la mirara a los ojos, la abrazara hasta quedarse dormido y el pequeño peluche parecían ser un buen primer paso, al menos hasta el momento.
CONTINUARÁ...
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Mariposas azules Tamaki x T/n
FanficEl monstruo más fuerte, nace de la persona más débil. El demonio más cruel, nace del ángel más bondadoso. La sombra más obscura, nace de la luz más brillante - Todos los personajes que aquí aparecen son obra y propiedad de Kohei Horikoshi -Dedicado...