2006.
Ya oscurecía y dos muchachos se hallaban en el bosque.
Buscaban algo. Un colgante.
Esa búsqueda los atormentaría durante mucho tiempo, pero aún no lo sabían.
Apenas tenían trece años cuando todo sucedió.
- No creo que sea buena idea, Louis. - Habló un castaño.
- Tengo que encontrarlo. Me lo dió Harry. ¡No lo puedo perder! - Hablaba desesperado el más pequeño.
El ojiazul buscaba desesperado por todo el bosque aquel colgante en forma de avión de papel.
Aquél bosque era realmente peligroso. El bosque maldito lo llamaban.
Debían salir de allí lo antes posible.
El más pequeño no dejaba de llorar.
Al más alto se le ocurrió la brillante idea de llamar a Harry.
Él solucionaría el problema.
El castaño buscaba y buscaba, más no lo encontraba.
Se oyeron unas rápidas pisadas.
Segundos después apareció el rizado.
Estaba pálido.
- Har...- La voz del ojiazul fue interrumpida por un sonido nunca antes escuchado.
- Louis, vete. ¡Vete ya! - Gritó el ojiverde.
Louis no se podía mover.
-¡Liam, llévatelo! ¡Ahora!
El susodicho hizo caso enseguida.
El rizado corrió hacia el otro extremo de aquél bosque.
Luego se oyó un grito.
Una caída.
Un crujido. Seguido de un silencio.
El ojiazul lloraba.
El castaño temblaba.
Y Harry.
Harry no estaba.
En un abrir y cerrar de ojos la policía estaba en aquél lugar.
Nunca lo encontraron.