IV

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Despertó en su habitación. 

Casi no recordaba lo sucedido ayer.

- Mierda, Louis, nos asustaste. - Habló el rubio cuando notó la presencia de el castaño. 

- ¿Qué paso? - Preguntó. 

- Te desmayaste en el baño. - Respondió Liam. 

Ojos verdes.

Lo recordó. 

Eso era imposible ¿Cierto?

Claro que no podía ser él. 

Él estaba muerto. 

Era su imaginación. Se obligó a creer. Era lo único que lo mantenía cuerdo. 

- Yo...- No sabía que decir. Tomó aire. -  Saldré un momento. 

Se cambió en un dos por tres y salió de la habitación. 

Tenía que despejar la mente. 

Quizá un café lo ayudaría. Decidió ir al más cercano al hotel. 

Terry's Cafe London estaba a un par de manzanas del lugar. 

Tal vez ese momento a solas le ayudaría a escribir un poco. Regresando de Londres tenía que presentar una historia para su editorial.  

Apenas entró ordenó un café y unos panqueques. Eran sus favoritos. 

A veces la vida se pone dura y se vuelve un desastre, a veces alguien desaparece de tu vida y se vuelve un infierno. Incluso cuando duele muchísimo, no dejes que se quiebre tu corazón. El tiempo necesita tiempo para sanar. O quizá nunca sane. No se sabe realmente.

No pudo escribir más.

Alguien lo observaba. Lo sentía. 

Giró rápidamente la cabeza. 

No había absolutamente nadie. Podría estar alucinando. No era un buen día para él. 

Siempre quiso irse de Holmes Chapel, pero algo lo mantenía allí. 

Cuando pudo darse cuenta, ya iba a oscurecer. Había pasado parte del día en esa cafetería.

Terminando de pagar la cuenta, tomó su móvil. Se pondría en contacto con su madre. Estaba seguro que ya lo extrañaba. 

- Llegas tarde. Es la última vez que lo paso por alto, muchacho. - Escuchó un regaño. 

- Disculpe, no volverá a pasar. - Habló otra persona. 

Era momento de irse. 

Faltaban pocos metros para llegar a la salida, cuando aquél joven dio la vuelta. 

Era él. 

El chico de ojos verdes. No estaba alucinando. Lo sabía.

¿Quién era? 

¿Por qué nunca apareció el rizado en el bosque?

¿Tal vez era posible que fuese el mismo?

No tenía idea. Pero lo descubriría. De eso estaba seguro. 



DIME CARIÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora