6 ° parte

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Los dos meses se habían cumplido, Sango y Miroku volverían ese mismo día y en dos días más seria su boda, todo estaba listo

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Los dos meses se habían cumplido, Sango y Miroku volverían ese mismo día y en dos días más seria su boda, todo estaba listo. Tendrían su despedida de solteros y después celebrarían su boda.

Los vestidos de las demás damas de honor estaban seleccionados, Rin y Kikyo parecían satisfechas con ellos, y eso era bastante qué decir.

Le alegraba ver a sus amigas emocionadas, la única que faltaba era Sango.

Le propuso a Inuyasha ir a juntos a la boda y él estuvo de acuerdo, se alegró inmensamente por ello.

<< Después de todo, ¿Quién no estaría feliz de bailar toda una noche con ese hombre? >>

Las últimas dos semanas habían sido maravillosas, habían ido a un parque de diversiones y fue increíble, pasaron el día en cada atracción que pudieron e incluso fueron a la casa de terror...

Lugar del que tuvieron que escapar después porque, a pesar de que Inuyasha le aseguraba que nada de allí le asustaba, apareció un chico disfrazado de payaso y del susto Inuyasha le propinó un puñetazo que lo dejó en el suelo.

Viendo al pobre chico solo atinaron a verse y correr de allí antes de que los atraparan, después de un poco de culpa se soltaron a reír como locos. Definitivamente tendrían prohibida la entrada a la casa del terror en un buen par de años.

Los días siguientes habían estado viendo películas en la casa del otro y hablando por mensajes.

Hoy se reuniría con Sango para detallar todos los preparativos y ver qué querría hacer para la noche siguiente que sería su despedida de soltera. Había quedado de ir a la casa de ella a las cuatro, ya casi era la hora así que salió de su casa.

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— ¿Y qué planeas para la despedida de soltero, Miroku? — preguntó Inuyasha.

— Nada del otro mundo, quizás estar aquí en el departamento contigo y los chicos, dejar que me molesten un poco, tomar cerveza, pedir pizza y ver el partido de baloncesto.

— Me parece bien, no quiero que Sango sea viuda antes de siquiera casarse y defender un caso de asesinato sería muy difícil en estas circunstancias. — se burló Inuyasha.

— No quiero ni pensar en las consecuencias, ¿Cómo te ha ido con Kagome estos días? — preguntó Miroku, cambiando de tema.

— Para decir la verdad, han sido los mejores en mucho tiempo. — dijo Inuyasha mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro.

— Así que mi querido amigo sigue babeando por ella. — se burló Miroku.

— Cállate, Miroku. Y pues... sí, sigo estando enamorado de ella... o quizás más. — dijo Inuyasha, mientras trataba de evitar un leve sonrojo.

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