2° parte

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Inuyasha

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Inuyasha

— Que patético... — suspiró.

En verdad era patético. Recostado en su cama en repleta oscuridad. Sólo podía dedicarse a maldecirse y sentir lástima de él mismo por tener un corazón y una voluntad tan débiles. Mira que pasarse las noches revolcándose en la autocompasión y el arrepentimiento...

Sólo pudo soltar un gruñido ante tal miserable pensamiento, pero nada podía hacer contra eso. Ya había intentado salir con amigos o su familia y prefería mil veces sentir lástima de sí mismo a que los demás la sintieran de él.

Sólo atinó a teclear en su teléfono confirmándole a su madre que había llegado bien a su departamento.

Estuvo tentado a mandarle una nota de voz donde sarcásticamente le aseguraría a su madre que no aparecería en el noticiero como el suicidio más reciente.

Pero mejor se contuvo. Su madre se lo tomaría muy mal y prefería evitarse todo un sermón de que con eso no se juega.

Pero su madre tomó demasiado en serio el asunto sobre su bienestar. Admitió que pasó unos días deplorables desde su ruptura con... ella... Pero no atentaría contra su vida.

Su teléfono sonó otra vez.

No necesitaba ver el celular para saber que era su padre, que posiblemente le hubiera escrito lo mismo que su madre. Molesto dio media vuelta en su cama.

¡Tenía unos padres demasiado sobreprotectores!

Sólo esperaba que no mandaran a Sesshomaru para ver si estaba bien...

Otra vez...

Con un suspiro se levantó y para evitar problemas le escribió la misma afirmación que le había contestado a su madre.

Aflojó el nudo de su corbata y se la quitó, abrió su camisa y puso música para distraerse y relajarse.

Y funcionó.

Por un par de minutos, otra vez sufrió una auto-traición y unos preciosos ojos de color chocolate aparecieron en su mente. Los ojos que doblegaban su voluntad y le hacían traer a su mente la mujer que más había amado y... seguía amando.

— Kagome... —y ante su simple mención su mente fue inundada de recuerdos.

Flash back

Primer día en un instituto nuevo en el último año de secundaria. A este punto todos tenían conocidos y amigos, claramente los grupos amistosos estaban determinados hacía dos años. Ser el nuevo apestaba.

Iría a los asientos del fondo y empezaría a suplicar a todas las divinidades existentes que su maestro no lo hiciera presentarse frente toda la clase.

Al entrar al salón vio que estaba vacío. Se dirigió a donde había escogido con anterioridad. Se sentó, se colocó sus audífonos y se puso a escuchar música en su celular.

🌌Dreaming alone🌌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora