Soren, de @HermesFog.

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Existen muchas historias fantásticas que escapan al entendimiento humano

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Existen muchas historias fantásticas que escapan al entendimiento humano. Y sí, muchas hablan sobre dragones. Afirman que estas criaturas existen, que son seres sabios... Guerreros. Fieros.

Esta historia no es una de ellas. Yo no conocí solo a un dragón, yo conocí a un hombre que podía convertirse en uno.

Se llamaba —o se llama, no lo sé— Soren. Sobre mí, basta decir que estaba perdida cuando lo conocí. Vivo en Östergötland, Suecia. Soy ciclista y descubrí que tenía diabetes mellitus del tipo uno hace unos años. Mucho gusto.

La historia de Soren empieza con su mismo nombre, el cual dice bastante sobre él. Soren significa «severo» y esa es la mejor palabra para definirlo. Él nació junto al lago Vättern hace miles de años... Lo digo en sentido literal. Nacieron juntos. Él es el alma del lago Vättern. Esto tiene sentido, pues el nombre del lago viene del vocablo «vätten», el cual significa «espíritus del lago». La existencia misma de Soren estuvo ligada al Vättern desde tiempos ancestrales, tiempos en que lo humano y lo animal se mezclaban de forma armoniosa. Los espíritus nunca fueron más poderosos que en ese entonces, porque la fe de la humanidad les daba vida.

Las cosas se torcieron cuando el ser humano buscó ser superior a la naturaleza salvaje y a su contraparte animal. Los hombres negaron esa parte de sí mismos y los espíritus descubrieron que, si se alejaban de su lugar de origen, perdían fuerza. Se vieron obligados a permanecer cerca de su fuente de poder original.

Los humanos descubrieron pronto que podían cazar a los espíritus debilitados, porque la muerte de estos les daba vida. Soren temió entonces. No por sí mismo, sino por su amada. Ella era el espíritu del río Motala, una dragona que le daba magia dulce a sus días. Él le propuso escapar, mas la energía vital de ella era escasa. Si abandonaba Motala, no duraría mucho tiempo. Perecería antes que Soren y él nuevamente sería un espíritu solitario. Por esta razón él decidió quedarse.

Soren tenía una peculiaridad que también se vio afectada por la cacería de los humanos. Él podía ver el futuro y el pasado. Cuando descubrió que había dejado también de tener visiones, supo que no podría saber si su amada estaba viva. No podría estar pendiente de lo que la vida deparaba para ella.

Fue su severidad la que hizo que permaneciera en el Vättern. A pesar de no saber si todos los demás ya habían perecido o no, albergó la esperanza de recuperar su poder. De ese modo podría ver nuevamente el pasado y el futuro, podría ver qué le había sucedido a su amada y a los otros. Él, con una disciplina solo comparable a su nombre, esperó y cuidó del lago Vättern. Por los siglos de los siglos...

Soren tuvo una visión del futuro muchos años después y fue la de una mujer que participaba en el Vätternrundan. Fue la primera visión que tuvo en milenios, así que decidió arriesgarlo todo. Como un hombre cualquiera, asistió al gran evento de ciclismo. Soren no tenía idea de por qué una humana había aparecido en su visión, así que me vigiló desde el día en que se llevó a cabo el Vätternrundan hasta la Nochevieja, que fue cuando lo conocí.

Mi primera impresión de él no fue superlativa. Su cabello castaño y sus ojos casi celestes no eran características inusuales en Suecia. Lo que me impresionó fue verlo convertirse en un dragón. Un dragón casi plateado que tenía zafiros como ojos.

Soren sintió decepción cuando notó que yo no podía ayudarlo. Lo único que podía hacer era decirle cómo eran las cosas en Suecia en la actualidad. Le dije que no existían criaturas como él y —ya cuando obtuvo forma humana— lo llevé al río Motala para que pudiera comprobar por sí mismo si su amada vivía. Me pidió que lo dejara a solas y solamente aquel río sabe lo que el hombre hizo durante esas horas. Ese es un misterio que jamás será revelado.

Soren apareció en mi casa a las nueve de la noche, con una normalidad que resultaba sospechosa. Como yo no tenía planes para la Nochevieja, me invitó a pasar el año nuevo en Skansen. Se hizo dragón y me llevó en su lomo a Estocolmo. Oímos «Ring out, wild bells» ser recitado y el gentío celebró los tañidos que conmemoraban todo lo que se iba, despidiendo a todos los que se iban.

Soren, por otro lado, tomó mi mano y me llevó a la zona boscosa.

—Vas a irte ahora —ordenó con su severidad usual—. Despídete de mí, deséame un feliz año nuevo y regresa al museo. No mires atrás cuando te vayas.

—¿Por qué no? —cuestioné.

—Porque no deseas morir.

Su mirada celeste fue tan inflexible que ningún ser humano se atrevería a discutir. Hice lo que me indicó y le di un abrazo que supo a despedida. Le deseé un feliz año nuevo y vida nueva. Me di la vuelta y me encaminé al museo de Skansen. Sin embargo, cuando di tres pasos oí sonidos extraños detrás de mí. Sentí un golpe en la espalda y ardor en el cuerpo entero. Fui presa de una convulsión terrible, grité y caí al suelo.

Minutos después, cuando otras personas pudieron acercarse para ayudarme a ponerme de pie, yo solo miré el punto donde había dejado a Soren.

Había desaparecido.

No se dejó ver jamás. Puede haberse lanzado a volar, decidido a aprovechar lo que le quedaba de vida junto a su amada, si es que la encontró. Puede haber muerto aquella Nochevieja, si no la halló. Meses después, descubrí que mi diabetes desapareció misteriosamente, tal como Soren. Empecé una vida nueva, cuestionándome si pude hacerlo porque el último dragón existente renunció por mí a su vida añeja.

A veces sueño con el futuro incierto. Veo a Soren recorrer el cielo, reencarnado en una vida humana que volvió a tener fe en los sueños.

ANTOLOGÍA FIESTAS FANTÁSTICAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora