El valle de las luces, de @PaperBrain23.

38 6 0
                                    

Donde las montañas saborean al viento por las mañanas y el Sol apenas corona la cima de esta, había un pequeño pueblito escondido de la vista del mundo, cosechando sus propias leyendas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Donde las montañas saborean al viento por las mañanas y el Sol apenas corona la cima de esta, había un pequeño pueblito escondido de la vista del mundo, cosechando sus propias leyendas.

El valle de las luces.

Una de ellas avanza sin prisa por la historia, y, al igual que la nieve, solo es traída de vuelta en épocas de invierno.

Recuerdan las memorias más antiguas que en tiempos de monarcas, de princesas y de dragones, había en aquel valle perdido, una pequeña casita de maderas viejas y quejumbrosas. En la cima de los escalones de entrada, su dueño se sentaba todas las mañanas a soñar con ángeles y guardar memorias de todos los amaneceres que pudiera, en soledad.

Pero una mañana de tormenta, los copos de nieve se volvieron ásperos, las montañas temblaron de frío y el soplido del viento se escondió en las cuevas más recónditas, para dar paso a la más pura oscuridad. Las plantas más indefensas se aferraron a sus raíces y los animales quedaron cegados a instantes.

El hombre de frágiles huesos, con su mente desconcertada y sus pensamientos girando y girando, sabía que el bosque no tenía caballeros de brillante armadura que lo defendiera ni dragones lanzafuegos que, con su calor, trajeran la paz de vuelta a las olvidadas tierras.

Tomó su trineo y con la fuerza de dos perros jóvenes, subió hasta la cima de la montaña, luchando con las gélidas tinieblas que, a gritos y golpes al pecho, amenazaban con adentrarse en su corazón y perforar su esperanza.

Al llegar a lo más alto de las montañas, el hombre tomó un frasco en sus manos y lo estiró hacia el cielo, y, como pequeñas luciérnagas, atrapó una por una las estrellas, guardándolas con cuidado en una vieja sábana a modo de mochila.

Volvió a bajar por las empinadas pendientes.

El bosque dio un último suspiro y con la luz que le quedaba guio el trineo hasta abajo.

Emprendiendo la huida de la maldad, que maldecía y le siseaba en los oídos que se rindiera, corrió a través de la espesura y lanzó una por una las estrellas a cada rincón oscuro, devolviéndole la vida a todo lo que se encontraba.

Los animales se colocaron a los lados del trineo y los más fuertes y más veloces sostuvieron las cuerdas y jalaban y empujaban. Y la sonrisa del hombre parecía brillar más aún que las estrellas. Y el bosque rugió furioso, las montañas se sacudieron y el viento sopló, congelando el odio que cubría el valle y destruyéndolo para siempre.

Y cientos de años después en el valle de las luces cuelgan guirnaldas, adoran con renos de plástico y colocan luces de todos los colores. Se reúnen con sus familias, visitan a los abuelos y ríen a todo pulmón para que la oscuridad y el odio jamás regresen. 

ANTOLOGÍA FIESTAS FANTÁSTICAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora