Capítulo 6

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Habían pasado unos cuantos días desde el procesamiento de Gustabo García.

Durante ese tiempo, Volkov había notado un aire extraño en la actitud de su superior, tantos años junto a su lado no servían en vano: Conway estaba más callado que antes y había veces en las que se pasaba releyendo archivos y expedientes de organizaciones relacionadas con la droga. Sabía que no estaba alucinando cuando, mientras hacían su típica rutina de patrullaje juntos durante una noche, el superintendente le pidió su opinión sobre un tema.

-Gustabo García y Horacio Pérez, ¿habías escuchado sus nombres antes?
-Según tengo entendido, no hay registros de ellos en la PDA.

Conway hizo un chasquido con su boca.

-Ya lo sé coño, me refiero en general, no encontré ninguna documentación reciente.
-Pues, en este caso... Horacio me dijo alguna vez que habían llegado aquí hace poco.

El que iba manejando alzó las cejas, primero, porque le había tomado por sorpresa que Volkov hablara con otra gente fuera de servicio, y segunda, porque a su parecer, aunque estuviera yendo a cursos, aún no tenía la suficiente habilidad para comunicarse con Horacio siendo que éste era sordomudo.

-¿Desde cuándo sabes lenguaje de señas?
-No, no es eso. Horacio tiene un local donde vende flores, que está cerca de mis cursos de lenguaje. Llegué por casualidad ahí y me dió su número de teléfono para agilizar, ejem, en este caso... una plática que tuvimos.

El comisario había titubeado en la última parte de su explicación; de repente, recordaba cómo había terminado ese día.

-Entonces un criminal tiene tu número. Al final te voy a terminar cediendo mi puesto.

Antes de que Volkov pudiera responder al sarcasmo de su superior, éste retomó la palabra.

-Aunque servirá de algo, tengo un plan con esos dos que nos puede ayudar en futuras investigaciones. ¿Qué te parece una operación de infiltración?
-¿Con el dúo de payasos? - El ruso sólo necesitó el silencio del superintendente para observar que iba en serio. - No me haga reír Conway, ellos no tienen ninguna experiencia y le aseguro que terminarán traicionándolo tarde o temprano.

Conway siguió con la vista fija en la carretera, mientras que con su mano sacaba un cigarrillo de su bolsillo y lo prendía con el encendedor del patrulla.

-No lo sé, siento que puedo confiar en ellos. Pero por eso te pido consejo, para algo me servirás después de tanto tiempo pegado a mi culo, ¿crees que puedan hacerlo?

El ruso abrió la boca decidido a rechazar la idea del superintendente, pero una voz lo detuvo.

-Piénsalo bien antes de que me respondas.

Volkov se quedó callado. Le resultaba raro que Conway considerara a esos dos siendo que apenas los conocía. En todos sus años junto a él, habían decisiones que a el superintendente tomaba que no le parecían del todo acertadas, pero cuando todo siempre acababan en buen término. Por primera vez creía que en esto se equivocaba completamente. Confiar en dos personas que ni siquiera tenían la experiencia como agentes infiltrados no era una brillante idea, y estuvo a punto de decirle a su jefe que esa sería su decisión final.
Pero...

¿Acaso él no también había bajado su guardia al darle el número a Horacio, sólo para hablar? No tenía el derecho de juzgar a Conway siendo que hacía poco había hecho lo mismo o incluso un poco peor, al llevarlo a algo más personal.

Pero en ese caso era distinto, el joven no parecía llevar segundas que lo pudieran perjudicar, se veía sincero; había roto la ley varias veces, sí, pero con todo lo pasado en su vida, él podía percibir el aura de alguien que quiere hacer daño. Y Horacio no la tenía, sus ojos   brillaban.
Seguía debatiéndose internamente mientras Conway conducía y fumaba, tenía que apurarse en dar la respuesta.
Recordó la última vez que había visto al moreno, sus actitudes, sus burlas, sus faltas de respeto, sus ojos, su amabilidad, su sonrisa, y empezó a hablar:

Lirios de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora