¿Destruir o reconstruir?

Capítulo 4: Parte de una familia desconocida

*Lifewell*

Siento a alguien removerse a mi lado por lo que voy abriendo mis ojos de a poco y al despertarme por completo, giro mi cabeza hacia la derecha, encontrándome a una pelirroja todavía dormida, sin embargo en su rostro se refleja malestar, miedo y desesperación; además de que se ve algo pálida y sudada.

—Hey —La sacudo un poco, dándome cuenta de que todavía no sé como llamarla. Sigo intentando despertarla. Ella frunce más su ceño, pero sigue absorta en su sueño—. Oye —La sacudí bruscamente y gritó.

— ¡No!—Abre los ojos de golpe y se sienta de golpe, asustandome. Y una vez despierta la noto algo perdida por lo que sea que haya vivido en su sueño.

— ¿Todo en orden?—Pregunto a pesar de tener clara la respuesta.

—Sí...—Respondió luego de un rato, y está de más decir que me estaba mintiendo, sin embargo, asiento como si le creyera.

Después de eso la habitación se sumió en un silencio ahogador. Estoy a punto de soltar cualquier estupidez con tal de romper la incomodidad, pero antes de que pueda siquiera abrir la boca ella se levanta de la cama, agarra su ropa y camina hacia el baño. Una vez frente a la puerta se vuelve a mirarme interrogante por lo que asiento, dándole a entender que es libre de usarlo.

Ella entró y yo me recosté en la cama sin saber qué hacer. Anoche intenté analizar todo lo que me estaba pasando, y luego de un rato sin llegar a ninguna conclusión, lo dejé. Suspiré pesadamente, e intenté dejar de lado que una desconocida estaba en mi baño para ir a prepararme para el instituto, porque lamentablemente hoy era lunes.

— ¿Quién está en casa, Aaron? —Escuché que alguien preguntaba mientras bajaba las escaleras, y rodé los ojos al tener que escuchar la voz, a primeras horas de la mañana, de la persona que menos me agrada en esta casa.

—Nadie que te importe Leah —Respondí cortante mientras caminaba hacia la cocina para preparar mi desayuno, y de paso el de la pelirroja.

—Soy tu madre, y no te permitiré hablarme de esta manera —Me reprendió, y ahí íbamos con la misma historia de siempre.

—No, tú eres la esposa de mi padre, eso no te hace mi madre así que no te confundas, que esta conversación repetitiva me está agotando. —Le respondí harto y cansado. Decidí simplemente ignorar lo que estaba a punto de decir y seguí de largo hasta llegar a la cocina.

Comencé a preparar nuestro desayuno, y cuando casi terminaba, la pelirroja entra a la cocina y se sienta en una de las sillas que rodea la mesa. Llevaba la misma ropa que el día anterior pero pude notar que se había puesto una de mis camperas encima, pero no cualquiera, mi favorita.

Ayer no la pude observar bien por lo confuso que fue todo, pero ahora que la veo me doy cuenta de que es muy linda. Su cabello pelirrojo era ondulado y sus pestañas largas y curvadas hacia arriba, mi campera le quedaba muy bien también, y hacía una buena combinación con su ropa.

—Tomé prestada una de tus camperas —Dijo luego de sentarse—, espero y no te moleste —Dijo mientras miraba su celular, y luego de un rato puso cara molesta y lo dejó en la mesa con un poco más de fuerza de la necesaria.

—No me molesta —Respondí y ella asintió—. Por cierto, soy Aaron ¿Y tú? —Pregunté. Esa pregunta me estaba quemando la cabeza desde el día anterior, y por fin iba a saciar mi curiosidad.

—Me puedes decir Engel —Respondió—, o la persona que te enseñará a cocinar —agregó luego de hacer una mueca y levantarse.

— ¡Mierda! —Exclame cuando le volví a dar atención a la sartén y vi que estaba todo negro. El huevo estaba totalmente quemado y no había ninguna parte que se pudiera salvar. Me reprendí mentalmente por haberme distraído tanto y gruñí con frustración.