¿Destruir o reconstruir?

Capítulo 3: Parte de alguien desconocido

*Clarys*

Caminé durante unos minutos, para despejarme un poco, pero sin importar cuánto caminara, seguía estando molesta con todos y por todos, pero a la vez sentía una ligera molestia en el corazón, como si me dijera que mi actitud no fue la correcta, sin embargo, no le dí importancia alguna y seguí caminando sin rumbo alguno.

Cuando hay un supermercado a la vista, decido que es hora de comprar algo para ir comiendo. Agarro lo que voy a comer, voy a la caja, termino de pagar todo, y cuando estoy por irme, escucho que el chico que estaba detrás mío grita.

—¡Pero ayer me dijeron que estaba a doscientos cincuenta euros! —Grita frustrado, y se me escapa una risa divertida.

—No sé quién te dijo eso, pero son trescientos euros en total —Respondió la cajera. El chico parecía frustrado e indignado, yo por mi lado, agarré el paquete de papas con mi brazo izquierdo, saqué de mi billetera cincuenta euros y los tiré a la caja, de tal manera que cayó arriba de la mesa. Di media vuelta y desaparecí del lugar divertida.

*Lifewell*

Entro al supermercado de siempre y voy a buscar mis chocolates favoritos, cuando llego a la caja, saco doscientos cincuenta euros, que es lo que me cobran usualmente, y espero a que la pelirroja de adelante termine de pagar, para poner lo que voy a comprar en la caja.

—Son trescientos euros —Me dice la cajera, y yo la miro horrorizado, ¡sólo había traído doscientos cincuenta!.

—¡Pero ayer me dijeron que estaba a dos cincuenta euros! —Grité indignado y horrorizado, no me podían hacer esto, necesitaba esos chocolates para calmar mi estrés diario, y poder sobrellevar la mierda que es mi vida.

—No sé quién te dijo eso, pero son trescientos euros en total —Respondió la cajera. En estos momentos en vez de calmar mi estrés lo estaban aumentando, y pensé que no me quedaba otra que devolver unas cuantas tabletas, y estaba pensando qué hacer hasta que veo cómo un billete de cincuenta euros vuela hacia la caja y cae en la mesa de la cajera. Giro mi cabeza hacia la dirección por el que vino el billete para saber quién lo dejó y veo a la pelirroja que estaba delante de mí yéndose del lugar, le doy los 250 euros restantes a las apuradas, dejo los chocolates en la mochila que me traje y me salgo del establecimiento rápidamente para agradecerle a la chica. Sólo que al salir no la encuentro por ningún lado, por lo que recorro varias cuadras al azar para ver si me la encuentro por ahí, sin embargo no doy con ella, por lo que decido caminar de vuelta a casa.

En el camino saco uno de los chocolates que había dejado en mi mochila, y comienzo a comerlo, su dulzura embriaga mis papilas gustativas y calman mi estrés y frustración acumulados durante toda la semana, pues mi vida ya es demasiado amarga, tanto que necesita un poco de dulzura.

Al terminar el chocolate, tiro el envoltorio en un tacho de basura que está cerca y me quedo merodeando por ahí sin querer volver a casa todavía, pero luego de dos horas caminando sin rumbo, decido que no puedo seguir paseando sin sentido, y pienso que es hora de volver a mi hogar.

Mientras camino a casa, me encuentro a tres chicos universitarios rodeando peligrosamente a una adolescente pelirroja, camino hacia ella rápido para evitar que le hagan algo, pero al notar que puede defenderse sola, me quedo en mi lugar para ver qué sucede.

Los universitarios, luego de recibir varios golpes de la chica se van corriendo como cobardes asustados, mientras yo me río por dentro. "Personas que creen que pueden con todos, pero reciben golpes de uno, y se van asustados, son ridículos." Pensé negando con la cabeza.

—¡¿Estás bien?! —Pregunto corriendo hacia la pelirroja, que les dio la paliza del día a esos universitarios, cuando veo que pierde el equilibrio y se está por caer. Por suerte llego a tiempo y evito que su cabeza se golpeara con el asfalto.