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    Terminó de conectar los audífonos, colocó el micrófono en posición, dio un largo sorbo a su bebida y esperó pacientemente a que su interlocutor se conectara. Pasados unos segundos escuchó la estática romper el silencio para dar paso a una respiración pesada que, a estas alturas, ya conocía demasiado bien.
   
—Hola —se oyó al otro lado de la línea, y Kagome no pudo evitar soltar una risa risueña ante el tono ronco de aquella voz—, ha pasado un tiempo, ¿no?
   
—Apenas fueron dos días —respondió.
   
—Pues a mí me pareció una eternidad.
   
   Kagome contuvo un suspiro al notar la voz cargada de deseo, últimamente era inevitable avergonzarse casi al instante de iniciar con la llamada. Respiró profundo, se acercó más al ordenador y se apresuró a teclear lo que necesitaba mientras se esforzaba por mantener la compostura. Al otro lado de la línea se oyeron sonidos similares y supo que estaba imitando sus acciones. Eso era bueno, no tenía ganas de avergonzarse por más tiempo.
   
—Entonces... ¿Retomaremos la misión que dejamos inconclusa hace dos días? —Lo oyó preguntar y rio en respuesta.
   
—Sí, conseguí las gemas necesarias para comprar más mejoras. Seguramente esta vez no nos matarán.
   
—Eso espero, porque es una pesadilla tener que atravesar todo el mapa de nuevo.
   
—Lo sé... —Mumuró acongojada, y es que siempre acababan asesinándolos por su culpa. Su compañero a menudo se sacrificaba por ella y su personaje apenas duraba unos cuantos minutos más en línea antes de morir a manos del jefe. El logo del videojuego apareció en pantalla y se permitió relajarse en su sitio mientras terminaba de cargar— Pero es divertido hacerlo juntos, ¿no crees?
   
—Pues claro, si no fuera divertido no me ofrecería a ayudarte todo el tiempo. Siempre es un placer ayudar a una belleza como tú —insinuó.
 
—¿Cómo sabes que soy linda? Ni siquiera conoces mi rostro.
   
—Con una voz tan hermosa dudo que seas otra chica del montón —halagó—, debes ser de esas que te dejan sin aliento con solo verlas y te vuelan la cabeza en cuanto te besan.
   
—Veo que eres todo un poeta —bromeó sonrojada. Ese tipo de adulaciones a menudo la desorientaban, pero no negaría que le encantaba escuchar esas dulces palabras.
   
—Solo cuando hablo contigo.
   
    La azabache contuvo a duras penas un suspiro y se centró en introducir su contraseña para iniciar sesión y comenzar a jugar. Su avatar apareció en la pantalla y, tan solo segundos después, otro jugador se unió al suyo. Acercó el micrófono a sus labios y, con voz sensual, susurró:
   
—¿Listo para jugar, GoldenWarrior?
  
—Nací listo, preciosa.
   
—Entonces comencemos.

   
   
          ─────♡◦♡◦♡─────

   
    Al día siguiente Kagome no era muy diferente de un zombie. A duras penas había conseguido levantarse para ir al instituto y ahora todo lo que hacía era derribarse sobre su cubículo con la esperanza de dormir por lo menos unos minutos. Sin embargo, el ligero pellizco que recibió en una de sus mejillas pareció advertirle que eso no sería posible hoy. Alzó sus somnolientos ojos al frente y se encontró con la mirada castaña de su mejor amiga.
   
—Fue una noche larga, ¿eh?
   
—La más larga de todas.
   
—¿Cómo les fue?
   
—Nos derrotaron de nuevo... —Se lamentó.
   
    Sango frunció los labios y se sentó frente a su amiga mientras acariciaba su cabello con cierto aire maternal. Tomó el celular de la azabache y con cautela abrió el juego que tan bien conocía. Se apresuró a recoger todo el oro que su pequeña villa tenía disponible, inició nuevas construcciones y luchó contra otros usuarios de menor nivel para subir la experiencia del personaje de la colegiala. Se fijó entonces en el nombre del avatar de la azabache y no pudo evitar reírse.
   
—Sacred_pearl, ¿eh?
   
—No te burles de mi nombre —murmuró sin despegar el rostro del pupitre—. Fue lo mejor que se me ocurrió.
   
—No es que sea un mal nombre, pero sí es inusual. Ah, acabas de subir de nivel... De nuevo —susurró asombrada. No creyó que aquel pequeño juego online generara tal obsesión en Kagome. Al fin y al cabo, en pocas semanas, había conseguido consagrarse como uno de los usuarios en línea más hábiles del juego—. Y, por cierto, ¿la relación de ustedes también ha subido de nivel?
   
—¡¿Eh?! —Por primera vez Kagome se dignó a levantar el rostro, dejando en evidencia sus mejillas sonrojadas— No somos nada.
   
—Si no fueran nada, no te habrías sonrojado. Además, ¿quién puede pasarse casi todas las noches hablando con ese chico sin llegar a sentir siquiera una pizquita de emoción?
   
—P-pues... —Le encantaría decir que aquella voz, cargada de dobles intenciones y deseo, no le generaba absolutamente nada. Pero estaría mintiendo. Lo mejor sería callar— Solo somos amigos en línea y tratamos de completar las misiones juntos, pero no ha pasado nada más. Ni siquiera nos conocemos.
   
—Eso es porque tú no se lo permites. He visto que se mensajean aún cuando no están jugando y apuesto un dedo de mi mano a que fue él quien te pidió tu número —el silencio fue la única confirmación que necesitó—. ¡Lo sabía!
   
—¡Shhh, Sango! ¡Estás gritando! —Intentó cubrirle la boca, pero la castaña se zafó de su agarre.
   
—¿Y? Ya no puedes seguir pretendiendo que no pasa nada. ¿Se han enviado audios? ¿Su voz es aún más sensual que en el juego? ¿Puedo oírlo?
   
—No, no lo sé y, nuevamente, no.
   
—Si ninguno de ustedes usara ese estúpido filtro de voz, ya habría conocido la voz de tu futuro novio.
   
—Que no somos nada, Sango.
   
—Pero lo serán.
   
—¡Que no! Es solo un... ¡Oye! —Ambas féminas voltearon a ver la imponente figura de su compañero que las miraba desde arriba con los ojos abiertos a duras penas y con grandes ojeras adornando su rostro. El joven soltó un bufido y se encaminó a su asiento sin prestarles mayor atención, pero una molesta voz lo detuvo— Acabas de chocarte con mi escritorio, ¿no vas a disculparte?
   
—No —respondió tajante.
   
—Qué grosero.
   
—Silencio, niña, necesito dormir —se quejó sin dirigirle una sola mirada.
   
—Yo también tengo sueño y no me ves chocándome con tu estúpido escritorio, estúpido.
   
—¿Ahora quién es la grosera, tonta?
   
—Chicos, chicos, no peleen. Es muy temprano.
   
—Dile eso a este imb...
   
    Sango se apresuró a taparle la boca a la colegiala. Sabía de sobra que una pelea entre esos dos podía pasar fácilmente de insultos a cosas volando por los aires. Cuando sintió que la joven dejó de resistirse retiró lentamente su mano hasta dejarla libre.
   
—E-estoy segura de que Inuyasha no quiso hacerlo. Debe haber tenido una noche larga y por eso está de mal humor, ¿no crees?
   
—Siempre está de mal humor. Parece un perro rabioso.
   
—Si yo soy un perro rabioso, tú eres una perra caprichosa e insoportable.
   
—¡Idiota!
   
—¡Fea!
   
—¡Tonto!
   
    Sango dio lentos pasitos hacia atrás cuidando de no tropezarse con nada. Si tenía suerte, podría salir ilesa de la discusión hasta que llegara el profesor y los pusiera a cada uno en su lugar.

Game "L"overDonde viven las historias. Descúbrelo ahora