La alarma marcó las siete de la mañana y, por primera vez, alguien la apagó en cuanto sonó el primer pitido. El joven se levantó de la cama como si le quemara y ni siquiera tuvo necesidad de vestirse, pues se había dormido con el uniforme puesto, incapaz de perder un solo segundo abrochando los molestos botones de la camisa. Se calzó los zapatos sin ponerse calcetines y tomó su mochila, la misma que descansaba sobre una silla atestada de ropa sucia, y corrió hacia la entrada. ¡No podía perder tiempo! Pero, de camino a la entrada, se encontró con su madre que venía subiendo las escaleras hacia su cuarto.
—Buenos días —saludó con un dejo de asombro. ¿Qué hacía su hijo levantado tan temprano—. Venía a despertarte...
—Buen día, madre. Tengo que irme —las palabras salieron atropelladamente. Apenas lograban diferenciarse unas de otras e Izayoi supo al instante que algo raro pasaba—. ¿Qué? Tengo prisa.
—¿Estás bien?
—¿Qué? Claro que estoy bien.
—Es solo que los lunes nunca te levantas temprano —de hecho, siempre se quedaba dormido sin importar el día.
—En serio tengo que irme.
Rodeó el cuerpo de su madre teniendo especial cuidado de no tropezarse y bajó los escalones de dos en dos. Izayoi lo vio abrir la puerta para salir y se llevó una mano al pecho. ¿Qué le pasaba a su pequeño?
Inuyasha corrió a toda prisa a la estación. Ni siquiera se dio cuenta de si había empujado a alguna persona en el camino, esperaba que no. Miró su reloj de mano y comprobó que, si tenía suerte, llegaría a la estación justo a tiempo para tomar el tren que lo llevaría al instituto. Hoy no tenía tiempo para el autobús, para las filas o las paradas que este hacía. ¡Por Dios, ni siquiera recordaba haberse lavado la cara!
Se había pasado todo el fin de semana atormentándose con la voz de esa muchacha, una muchacha a la que finalmente le había puesto un rostro e inclusive un nombre. Necesitaba saber si, efectivamente, lo de esa noche había sido real. Y, aún si lo era, no significaba que Kagome fuese su compañera online. Tal vez Kagome era la hermana de Sacred_pearl y ella solo se había entrometido en la llamada, pero... ¿Kagome tenía hermanas?
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Sus ojos rebuscaron en el espacioso salón e hicieron contacto visual con los zafiros que tanto ansiaba ver.
—¡Miroku!
—Inuyasha, ¿no es temprano para que gri...?
—¡Cállate y préstame tu celular!
—¿Eh? ¿Quieres el número de la morena del otro salón? Espérame que lo...
—¡Dije que te calles!
—De acuerdo, yo solo decía. Ten.
Tomó bruscamente el celular que el pelinegro le ofrecía y lo desbloqueó. Rápidamente interceptó la aplicación que buscaba y se deslizó entre los chats. ¡¿Por qué mierda en este momento la lista se le hacía tan interminable?! Sus ojos brillaron con determinación al dar con su objetivo y le mostró la pantalla al ojiazul que seguía estático en su posición.
—Miroku, ¿este es el grupo de WhatsApp del curso?
—Sí, ¿necesitas la tarea de historia de nuevo? Yo la hice.
—No, no es eso —interrumpió y continuó deslizándose a través de la larga lista de integrantes del grupo. Sus ojos se ensancharon al ver el nombre que buscaba—. Higurashi... —Musitó— ¿Este es el número de nuestra compañera? ¿Kagome? ¿Kagome Higurashi?
—Amm... Sí, no hay ningún otro Higurashi en nuestro salón.
—Perfecto.
Tomó su propio celular. Se metió al chat de Sacred_pearl y lo colocó junto al teléfono del pelinegro. Más precisamente junto al número de la azabache y los comparó.
—De verdad... Kagome y ella son... —Murmuró abatido, como si su alma hubiera dejado su cuerpo.
—No estoy entendiendo nada —la sinceridad de Miroku lo hizo ganarse una mirada de advertencia por parte de su mejor amigo.
—¿Qué es lo que no entiendes?
—Nada.
—¡¿Qué tan lento puedes ser como para no entender que Higurashi y mi amiga en línea son la misma puta persona?!
—¡¿Qué?!
—Lo que oíste.
Si bien sonaba tranquilo, no podía decirse que siempre tuvo esa actitud. De hecho, gran parte del fin de semana se la había pasado sumido en la histeria y paranoia que por poco lo hacen caer en la locura. Había olvidado cuántas veces se lavó la cara esa mañana para comprobar que aquello no había sido un sueño o, más bien, una pesadilla. Sin importar cuántas veces intentó llamarla, ella nunca respondía a sus llamados. Solo que esta vez estaba seguro de que no lo ignoraba porque quisiera sino para mantenerlo en vilo durante todo el jodido fin de semana que, por primera vez, le pareció una auténtica tortura. Miró el rostro pálido de Miroku y se preguntó si acaso se habría visto así en el momento exacto en el que la realidad lo golpeó duramente. Tuvo ganas de reírse con ironía. No, seguramente se habría visto incluso más patético.
—¡Reacciona, hombre! —Gritó mientras lo zarandeaba rudamente. Hoy más que nunca necesitaba esas estúpidas frases suyas que lo hacían mantener la cabeza en su lugar, la misma que parecía estar a punto de explotar.
—Espera, espera... ¿Estás seguro de lo que estás diciendo? —Ahora sí que estaba perdido.
—¡Lo juro!
—¿Cómo dices que pasó? ¡No me estás explicando nada!
Inuyasha tuvo ganas de tomar el cuello de Miroku y estrujarlo como si se tratara de alguna clase de pelota anti-estrés. Pero se contuvo lo suficiente como para no hacerlo, al menos por ahora.
—El sábado a la madrugada mi madre estaba saliendo camino al trabajo y vino a mi cuarto a despertarme para despedirse, Higurashi escuchó nuestra conversación y luego me hizo una broma molesta al respecto y...
—¿Seguro? —Debía impedir que siguiera soltando tantas estupideces juntas— ¿Y si solo tienen voces parecidas? Las chicas japonesas tienen voces similares.
—¡Te digo que no!
—¿Por qué estás tan seguro?
—Me llamó por mi apellido. Dime, ¿un extraño podría saber eso?
—Pues... No —su amigo tenía un buen punto.
—Además, el tono que utilizó es el mismo que usaba cada vez que me regañaba por poner los pies sobre la mesa o quedarme dormido o...
—Oye, ¿y si Higurashi conoce a Sacred_pearl y solo son amigas? Es una posibilidad.
—También lo pensé. De hecho también podrían ser hermanas, pero Higurashi no tiene hermanas. Solo un hermano pequeño que va a primaria. Ella misma me lo dijo.
—¿Y qué hay de la posibilidad que acabo de mencionar?
—Esto acaba de refutar esa teoría —mencionó enseñándole la pantalla de ambos móviles donde podía apreciarse el mismo número de teléfono. Uno agendado como "Sacred_pearl" y el otro como "Higurashi (futura cuñada)"—. Dejando de lado la estúpida forma en que la tienes agendada, siguen siendo la misma maldita persona.
—Sí, eso parece —concordó Miroku al ver que el número de ambos chats era exactamente el mismo. Incluso compartían la misma foto de perfil.
Era innegable. Kagome Higurashi y Sacred_pearl siempre habían compartido la misma identidad.
—Veo que de verdad hablamos de nuestra compañera. ¿Y? ¿Qué piensas hacer?
—¿Qué quiero hacer? ¡Obviamente confrontarla para...!
—¿Para qué? Primero debes saber qué quieres saber y por qué quieres saberlo. No puedes ir simplemente a gritarle exigiendo respuestas. La asustarás.
—No voy a gritarle.
—Claro, ¿vas a hablar pacíficamente mientras toman un té? Porque ahora mismo, con esa apariencia de desquiciado que traes, pareciera que vas a ofrecer un té... Para su funeral.
—Mierda... —Susurró. Era cierto. Necesitaba calmarse— ¿Qué se supone que haga?
—Te sentarás y pensarás con la cabeza de arriba para saber cómo afrontar la situación.
—¿Afrontar? ¡¿Afrontar?! ¿Qué mierda se supone que tengo que entender? Esa chiquilla solo quiso verme la cara de idiota. Nunca le importé. Ni en línea, ni en la vida real. Ella solo...
—Ella solo estaba asustada, tal vez, ¿no?
—¿Por qué te empeñas tanto en defenderla? Hace dos días querías que la olvidara.
—Hace dos días no sabía que Higurashi y tu amiga eran la misma persona. Dime, si averiguaras que la persona que te atrae es todo lo contrario a "tu tipo", ¿qué harías?
—Yo...
—Yo te diré lo que harías: lo ignorarías y, si es posible lo borrarías de tu memoria. Seamos honestos, Inuyasha, ¿quién puede entusiasmarse al saber que le gustas al chico que te hace tropezar cada vez que puede?
Pensándolo detenidamente, Miroku tal vez sí tenía algo de razón. Era un detalle ínfimo, pero verdadero. Aunque no por eso dolía menos, y jamás estaría dispuesto a reconocerlo en voz alta.
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Game "L"over
FanfictionEl amor es un juego donde pueden jugar dos, y ganar ambos. Kagome estará a punto de comprobarlo al jugar un videojuego online que está de moda, donde no solo la victoria estará en juego sino también su propio corazón, el cual ha sido robado por un e...