Annale aparcó el auto entre los arbustos, bajó rápidamente, pero a velocidad humana para que a el tipo no le diera un infarto al verla, tomó el botiquín y se lo llevó a la parte trasera del auto, lo puso en el piso al lado del asiento y regresó para sacar al sujeto, tuvo que usar mucha fuerza para poder bajarlo del auto, él daba gritos de dolor con cada movimiento, por suerte pudo apoyarse en la pierna derecha para ayudarla a subirlo al asiento trasero, cuando al fin lo acostó, Annale tuvo que tomarse un tiempo para respirar aire puro, el olor penetrante a sangre la estaba empezando a confundir y aún tenía que retirarle la bala, fue al maletero y lo abrió, movió una tienda de campaña que había dentro y sacó un set de agujas que se usaban para coser las roturas de las tiendas, lo llevó en sus manos hasta el lugar donde se encontraba el chico, tomó un frasco de alcohol del botiquín, sacó unas pinzas y las rocío, hizo el mismo procedimiento con la aguja y manos s la obra. Prácticamente le arrancó la camisa de un tirón y hechó un vistazo a la herida, en la parte inferior izquierda del abdomen, en dirección de la cintura, había un pequeño agujero del cuál salían chorritos pequeños pero importantes de aquel líquido espeso color carmesí, tomó una gaza y la empapó en alcohol para luego proceder a quitar el exceso de sangre en los bordes de la herida con meticuloso cuidado, de vez en cuando los músculos del chico se tensaban por el dolor y emitía como especie de gruñidos.
_Bueno_ le dijo con algo de dificultad _Debes saber que la bala no tocó órganos vitales, hay orificio de entrada pero no de salida, la buena noticia es que sólo necesitarás sutura de un lado, la mala es que si no hay orificio de salida significa que la bala aún está adentro y tengo que sacarla, sí, te va a doler como nunca pero si no lo hago te mueres, ¿Ok?_
El sujeto, asintió lentamente e intentó decir algo pero de sus labios entreabiertos no salió más que un quejido.
Annale suspendió su respiración, tomó una pequeña navaja del botiquín, la esterilizó e hizo una pequeña cortada como de un centímetro, de la boca del chico salió un quejido mucho más fuerte, ella se quitó la camiseta que llevaba puesta y la dobló rápidamente, se la extendió frente a la cara y le dijo _Toma esto, para que lo mastiques cuando te duele, así no gritarás y no vas a llamar la atención hacia nosotros_
El chico obedeció y se puso la bola de camisa en la boca apretándola con fuerza con los dientes, ella procedió entonces a introducir la pinza en la herida, cuando logró sujetar la bala tiro de ella rogando que no estuviera sobre una cena o arteria importante, el chico apretó los ojos y por lo que se escuchaba parecía estar llorando quizás y luego se desmayó pero aún escuchaba su corazón latir de manera normal, cuando logró retirar la bala suturó la herida cuidadosamente, le limpió el exceso de sangre del área, le aplicó un ungüento para que no se le infectara y le cubrió la herida con vendas, retrocedió un poco, cerró la puerta y fue al maletero, sacó un polo que había en una maleta con su ropa y lo empapó con alcohol, limpió el asiento del auto y le limpió las manos que estaban llenas de sangre, luego lo empapó nuevamente y se limpió las manos que tenía manchadas.
Se sentó en el asiento del piloto a esperar que despertara y por el espejo retrovisor solo se veía su torso desnudo, aunque pensándolo bien, ese abdomen con esa herida vendada le daba un aire de soldado herido en la guerra, y... que loco, ella era su cirujana de guerra, se sentía importante, por una vez en la vida, sentía que era parte de algo importante, que había personas se pensaban como ella y eso era realmente fascinante, se quedó en silencio y mirando el retrovisor cerró los ojos y se quedó dormida, hacía semanas que no podía conciliar el sueño, estaba muy preocupada por los Trembley.
Sebastian abrió los ojos de pronto, sintió un dolor agudo en el lugar del disparo, acercó su mano al lugar de la herida y sintió la venda, como pudo quejándose bastante se incorporó un poco, estaba bañado en sudor, parpadeo un par de veces y lo recordó, estaban hullendo la última vez que había estado consciente, pero, ¿Donde estaba Annale? ¿Se la habrían llevado? ¿Por que no estaba ahí?, su corazón empezó a acelerarse, terminó de sentarse, puso la mano en el asiento del piloto y sintió la maraña de cabello de Amalie, por un segundo sintió alivio pero luego pensó _Y, ¿Si está muerta?_
Se incorporó hacia adelante y la vio detenidamente, daba la impresión de no estar respirando.
¡¿Qué?!Salió del auto como pudo, en parte la adrenalina del momento le aminoró el dolor, llegó hasta la puerta del conductor y la abrió, Annale, estaba recostada en el asiento con la cabeza caída en el hombro izquierdo, él la miró buscando un indicio de lo que podía haberle ocurrido pero no había nada, ni un disparo, ni cuchillada, sólo había dejado de respirar.
De pronto se le ocurrió una idea, había un trozo de vidrio en el suelo, se agachó con mucha dificultad y lo tomó, lo limpió con su pantalón y se lo puso cerca de la nariz, si estaba respirando débilmente el vapor de su respiración se vería reflejado en el vidrio, segundos después lo quitó y lo miró, no había nada, su corazón volvió a acelerarse, ¿Y si estaba muerta?
De pronto recordó que cuando miraba a Ivelisse insistentemente ella abría los ojos así que se le quedó mirando fijamente por unos segundos.Annale abrió los ojos de golpe y lo tomó del cuello, sus ojos eran más brillantes que de costumbre, eran como dos aros de luz, tenía una expresión extraña en el rostro, Sebastian estaba comenzando a asustarse, ¿Quién era esa chica? ¿Por que razón era tan extraña? ¿Qué estaba pasando? Cuando ella vio que era él lo solto, su mirada volvió a ser normal y su expresión cambió, volvió a ser la Amalie de antes. Se puso la mano en el pecho, su corazón latía a millón por segundo, por un momento pensó que los hombres de Eliot los habían encontrado.
_¡¿Quieres explicarme porque hiciste eso?! ¡Pude haberte asesinado torpe!_ exclamó Amalie.
Sebastian, que se había recostado en la puerta de la camioneta se tocaba el cuello con desesperación, después de todo, estuvo a punto de ser ahorcado por una chica que apenas conocía, tosío un poco pero apretó los ojos y se sujetó la herida. Alzó la mirada hacia ella y frunció el ceño.
_¡¿Torpe? ¿Torpe?!_ dijo con un tono de ironía en la voz...
_¡Más bien, dime, ¿Qué demonios querías que hiciera?! ¡Desperté, en el puesto de atrás de una camioneta en la que no recordaba estar! ¡No te ví, pensé que te habían atrapado! ¡Y cuando al fin me doy cuenta de que estas dormida noto que no respiras!_ exclamó con la poca fuerza con la que su herida le permitía gritar.
_¡Basta!_ exclamó ella _Sólo... déjame llevarte a tu casa y ya no volverás a verme_ le dijo.
_¿Y que hay de los tipos sin armas de la casa? ¿Y lo de tus disparos que, eh? Porque no creas que no ví lo que pasó allá atrás_ replicó él.
Amalie se quedó en silencio.
_Y, ¿Tus ojos hace rato? ¿Qué? ¿Vas a lo negarme que pasó?_
_¡Bueno, ya cállate!_ respondió ella _Tu no sabes nada de lo que pasa a mi alrededor_ le dijo.
_Y es por esa razón por la que quiero entender porque no puedo proteger a mi familia de algo que no sé que es, de algo que no se reconocer_ dijo él y suspiró.
Ella no lo miró, su rostro pareció ensombrecerse de pronto, apretó los labios y no dijo más nada.
_Vuelve adentro_ le ordenó _Hay que iremos!_
Sebastian resopló, dio vuelta a sus ojos y subió como pudo entre varios quejidos.
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LOS ATARDECERES DE ANNALE: El precio de ser inmortal
Vampire..._¿Estás escuchándote Annale? ¡Entiende!, no puedes solamente tomar esta decisión sola, es demasiado peligroso, hay que esperar a los refuerzos_... -Ian Hullock- ..._No voy a seguir escondiéndome...