_¡Toma la maleta! Debemos irnos!_ le dijo ella y avanzó unos cuantos pasos por la calle _Volverán, con todo el arsenal la próxima vez_
Sebastian tomó la valija, giró sobre sus pies y la siguió, Annale se detuvo frente a una camioneta color azul oscuro, sacó un manojo de llaves de su bolsillo y cuando encontró el control del auto presionó un botón que abrió el maletero, se arregló el cabello viendo su reflejo en el vidrio de la ventana y lo miró a él a través del vidrio.
_Deja la valija en el maletero y entra_ le ordenó con un tono de voz bastante exigente.
Él hizo exactamente lo que ella dijo si protestar y cuando estuvo dentro del auto soltó todo el aire que tenía en el cuerpo, fue una exhalación bastante fuerte. La chica estaba sentada en el asiento del piloto y se quitó la chaqueta negra que llevaba puesta que por cierto, tenía tres disparos marcados, él se quedó mirándola con asombro al ver que la delgada camiseta que llevaba puesta bajo la chaqueta también tenía marcas de disparos y algunas manchas de sangre, ella se la quitó sin ningún rastro de vergüenza hacia él, en su piel estaban marcadas tres manchas algo amoratadas, dos cerca del pecho y una en el área de las costillas, lo extraño era que había sangre pero no había orificios de impacto, se quitó la peluca que llevaba puesta, se estiró un poco y tomó una camiseta del puesto de atrás y se la puso, salió del auto, puso la chaqueta, la peluca y la camiseta en el cesto de la basura más cercano, le prendió fuego y regresó. Se sentó por unos segundos en con la cabeza clavada en el volante, su respiración era pausada pero bastante inestable, él lo comprendió al instante, aquella, era una respiración de dolor, algo debía dolerle, y mucho.
Minutos después su respiración volvió a la normalidad, levantó la cabeza, cerró la puerta, encendió el auto y empezaron a avanzar por la carretera en silencio y sin siquiera mirarse el uno al otro. Él aún estaba en shock, estaba muy asustado, sus músculos, las facciones de su rostro, todo estaba rígido pero a ella no parecía haberle afectado el hecho de que esas personas habían estado en la casa para asesinarla.Después de un rato estaban en la autopista, ya había amanecido y Annale seguía conduciendo, él se dedicó a recorrer con la mirada cada uno de sus movimientos, vio sus ojos azules atentos al camino, las manos aferradas con firmeza al volante, en uno de sus dedos había un hermoso anillo plateado con una piedra azul en forma de rosa, su cabello, castaño igual que el día que la encontraron, despeinado por el viento que lo azotaba, sus labios rosados estaban ligeramente apretados, no era una persona de esas con las que te encuentras fácilmente, de esas que ves en cualquier lugar, ella era algo más. Pero apretó los ojos de pronto porque sintió una dolorosa punzada en el abdomen. Annale en cambio, conducía, sí, pero solo era su cuerpo el que realizaba esa acción, su mente estaba en todo menos en el volante, en realidad intentaba pensar, solo pensaba endejar su mente en blanco y no revivir lo que no deseaba revivir. La muerte de todo lo que conocía y amaba. Por una fracción de segundo volvió a la tierra, un olor que conocía bastante bien la devolvió, vio la expresión del sujeto a su lado con la vista periférica de su ojo derecho y se volvió hacia él rápidamente, él intentó ver el lugar de donde provenía el dolor y para su sorpresa una mancha enorme de sangre le cubría la parte inferior izquierda de su camisa negra y se iba haciendo más grande con cada segundo que pasaba, en medio de la mancha había un agujero, era completamente cierto, una de las balas lo había alcanzado y ahora estaba a punto de morir desangrado.
_¡Mierda! ¡Te dispararon, te dispararon! ¡¿Por que no me dijiste que te habían disparado?!_ exclamó Annale al borde de un colapso nervioso y giró el volante con violencia.
El auto salió de la calle a tal velocidad que se estremeció, Sebastian soltó un grito de dolor, colocó ambas manos en el lugar de la herida y recostó la cabeza hacia atrás, tenía los labios entreabiertos y respiraba por la boca muy agitado.
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LOS ATARDECERES DE ANNALE: El precio de ser inmortal
Vampir..._¿Estás escuchándote Annale? ¡Entiende!, no puedes solamente tomar esta decisión sola, es demasiado peligroso, hay que esperar a los refuerzos_... -Ian Hullock- ..._No voy a seguir escondiéndome...