CAPÍTULO 14

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Zalina

Julio 19, 2018

— ¿Hola Doctor Billy, como le va? —saludé cordial—

— Muy bien Sra Florit, tome asiento por favor—dijo amable— ¿en qué le puedo ayudar, como se encuentra Zara?

— Gracias, ella está mejorando Doctor, está comiendo sin que le diga, está conversando más, se asea sola—respondí alegremente— quiero que vaya a evaluarla.

— Efectivamente tengo que evaluarla otra vez—asintiendo

— Se preguntara ¿por qué estoy aquí Doctor? Quiero proponerle algo, primeramente que evalúe a mi hija, si los resultados son positivos y en el transcurso de cierto tiempo ella continua mejorando, suspenderle los tratamientos y que usted la refiera a un psicólogo, que pueda ayudarle no sé si la parece buena idea— dije emotiva

— Disculpa Sra Zalina, entiendo su posición como madre pero no lo podemos hacer, esto es algo muy delicado.

Lo observé melancólica

— Primero debo evaluarla, no podemos suspenderle el tratamiento hasta que no sea necesario, esto hay que llevarlo con calma— afirmando— El trastorno de Zara es complejo, han pasado cinco años y cuando transcurre esa cantidad de tiempo es porque los daños son graves, sin embargo es necesario que vaya de la mano de un psicólogo nuevamente, en caso que esté mejorando como dices, ambos haremos un buen trabajo en equipo. Si continúa evolucionando, tomaremos cartas en el asunto.

— Me parece muy bien

— Entiendo cómo te sientes, antes que psiquiatra soy padre Sra Zalina, sé que no es fácil por lo que has pasado, pero mantenga la calma tu hija ahora más que nunca te necesita despejada y comprensiva.

Estos últimos años han sido duros, todo un desafío para mí.

Lidiar con una enviudes, con una adolescente, saldar deudas y más deudas, y por si fuera poco trabajar mucho para ofrecerle una vida digna a mi hija. No es tarea fácil, pero no me quejo. Al principio creí que no sobreviviría, pero siempre hay una fuerza mayor que motiva después de todo, te insta a seguir aunque sientas que te estés muriendo. Mi fuerza fue Zara, ella necesitaba de mí y sin pensarlo dos veces allí estaría indudablemente.

Su trastorno fue retardado después de varios meses se le diagnosticó Síndrome de Estrés Postraumático, escuchar sus gritos a toda hora, encontrarla magullada en cualquier esquina de la casa con la mirada asustadiza se volvió rutina, una que me revolvía el estómago y me quebraba el corazón, no comía bien, no dormía al menos que fuera con sedantes, en varias oportunidades el psiquiatra mencionó que era necesario internarla pero no podía hacerle eso a mi hija, alejarla de mi la empeoraría, y deseaba tenerla cerquita, llenarla de abrazos, besos aunque muchas veces no me sintiera, sabía que lo principal era hacerle saber que yo estaba allí y que nada impediría que la dejara de amar. Muchas veces los especialistas de la salud mental, subestiman la capacidad que tiene el ser humano de superación de cada persona, todos tenemos tiempos diferentes así como pasa con los bebés que hablan y caminan a el momento indicado, mientras que en otros el tiempo es más prolongado.

Y yo nunca he dejado de tener fe en Zara, su recuperación ha sido completamente lenta pero efectiva, tiene su calendario personal en el cual todos colaboramos pero no podemos alterarlo a nuestro gusto, está sanando a su tiempo y no tengo porque compararla con nadie, eso lo comprendí estos últimos meses.

He aprendido tanto de ella y de mí, durante este periodo. Que no me termino de creer lo valiente que somos.

Como madre aprendí a ser paciente, a no desesperarme aunque parezca ilógico ¿quién no se desespera al ver a su hija en plena crisis de pánico? a desarrollar el espíritu resiliente, a ser más amorosa pero sobre todo aprendí amar el caos de mi hija, amar cada una de sus debilidades porque eso la caracteriza en ser única y no porque tenga un trastorno sino porque es humana, tiene ese espíritu sensible y a la vez dotado de valentía.

Del Síndrome de Estrés postraumático...puede afectar a cualquiera, nadie es lo suficientemente fuerte, débil, joven o viejo ante sus ojos, los flashbacks son más que un recuerdo, es algo se vuelve casi palpable para quien lo sufre, el progreso puede ser muy lento, las muestras de afecto son muy significativas, es una lucha constante consigo mismo y que  con el tiempo todo se vuelve más fácil.

Mi hija tiene este problema y no por ello, es débil, ni está loca.

Es la muestra misma de coraje y gallardía.

Si tu mundo se acaba ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora