Capítulo 7

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Actualidad

Gulf lo miró a los ojos, su corazón latía con fuerza. ¿Qué que recordaba? ¿Es eso lo que quería saber? Sus ojos se movieron hacia el pavimento, donde el 'Te reto' en la pregunta no se sentía tan fuerte. "No mucho", dijo en voz baja.

Mew mostró una de sus sonrisas y ajustó su postura. "Bueno, eso es bueno."

Él inclinó la cabeza hacia un lado. "¿Lo es?"

"Sí." Metió las manos en los bolsillos traseros de sus jeans y se relajó. "Tampoco recuerdo mucho de ti. Este viaje hubiera sido extremadamente incómodo si me hubieras recordado". Miró hacia el maletero abierto y movió su maleta unos centímetros. "La buena noticia es que tenemos 5,000 km para cambiar todo eso".

Su corazón se encogió ante su fácil sonrisa y él ajustó su postura. No debería haberlo afectado. Especialmente cuando había confesado que no lo recordaba un segundo antes, pero era tan malditamente atractivo que no pudo evitarlo. La reacción fue muy parecida a que se le hiciera la boca agua ante el aroma de un limón, o que arrugara la nariz cuando olía algo asqueroso. Era una de esas acciones involuntarias sobre las que no tenía control.

Pero aún así no le gustó.

Especialmente cuando sabía lo que sucedía cuando te acercabas demasiado a Mew Suppasit.

Miró hacia la escultura, tratando de recuperar la compostura. "Tengo mucha lectura que poner al día", dijo dulcemente, luego se volvió hacia la escultura y se agachó para prepararse para levantar. "Me temo que conocerte no es una de mis principales prioridades".

Mew sonrió levemente, levantando las cejas mientras agarraba el otro extremo. "Como quieras", respondió, levantando y moviendo la escultura hacia el maletero. Pero luego entrecerró los ojos, como si fuera consciente de que la tensión entre ellos no era de extraños.

Gulf lo siguió, listo para deshacerse de esta tarea, y ponerse en camino.

*

Una hora más tarde, con el pelo agitándose como la cola de una serpiente de cascabel, Gulf rebuscó en su enorme bolso buscando una liga para el pelo. La capota del convertible estaba bajada, soplando su cabello en todas direcciones, pero Mew no pareció darse cuenta. Su brazo estaba apoyado en la ventana abierta, sus lentes de aviador oscurecían sus ojos, pero el resto de su expresión se parecía mucho a un hombre al que le importaba una mierda.

Él dejó escapar un profundo suspiro, esperando que Mew lo escuchara y captara la indirecta. Que sentiría su enfado y cerraría la capota. Pero parecía inconsciente, atrapado en sus propios pensamientos, su propio mundo. Habían cargado el resto de sus pertenencias sin mucha molestia. Llenar el maletero y la mitad del asiento trasero con equipaje, bolsas de ropa y almohadas. Pero no habían hablado en absoluto, más allá de lo necesario. Lo cual estaba bien para él. No quería hablar con Mew. Él era su medio para ir del punto A al punto B. Para llevar su escultura a Saint el día de su boda. Eso era todo.

Gulf finalmente encontró una liga en el fondo de la bolsa y comenzó a recoger su cabello en una pequeña coleta sobre su cabeza. Sus ojos se enfocaron en el horizonte mientras trataba de calmarse.

El tráfico era ligero, lo que les permitía avanzar rápido por la carretera. Se quitó los zapatos y arrastró una pierna a su regazo antes de agacharse hacia adelante para recuperar su audiolibro. Era imposible encontrar consuelo. No podía estar cómodo sentado junto al hombre que le había robado su primer beso. Su mente había estado dando vueltas desde el momento en que lo vio por primera vez. Porque la noche que habían vuelto a casa desde la cabaña, había hecho un voto. Olvidar a Mew Suppasit, olvidar el beso que lo había sacudido más fuerte que un terremoto, y nunca contarle a Saint su secreto.

El Hermano de mi Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora