—¿Me estás diciendo que Christian se enojo por qué fuiste impulsiva? —el pelinegro lleva su mano a su barbilla
—Más o menos... En realidad, tal vez tuvo razón —pongo la taza de café sobre su mesa
—Bueno, querida Vene. El tuvo razón en enojarse. Yo también me habría enojado contigo por actuar antes de pensar —lo veo dar un sorbo, mientras yo aún sostengo la charola contra mis piernas
—Yo puedo defenderme sola. Sé hacerlo, no necesito un caballero de armadura y capa azul, que este dispuesto a venir en caballo, solo para salvarme —entorno los ojos, dispuesta a darme la vuelta
—Yo seré tu caballero, Kopelioff. Esperaré acá por ti, hasta que termines tu jornada —me guiña un ojo y me dedica una sonrisa
—De acuerdo, te veré en un rato, querido príncipe —ironizó al final y le devuelvo la sonrisa.
Continuó con mi turno laboral sin detenerme a platicar, ya que si seguía perdiendo el tiempo, saldría más tarde y yo no quería eso. Trabajaba toda la semana, ocho horas sin excepción alguna. Había conseguido un nuevo empleo luego de haber perdido el anterior por faltar un día, lo acepto, yo tenía un compromiso y preferí ir a rodar.
Ahora era una mesera en una cafetería, no era tan malo como parecería... O quizá si, a veces era frustrante tratar con gente que tenía un mal día y decidía, que yo era la indicada para desahogarse. Me controlaba lo suficiente para no saltar sobre nadie.
[...]
Después de una hora salí del establecimiento, con mi mochila colgando en la espalda. Llevaba un jean de cuero, un top al mismo color, mi chamarra de mezclilla y unas botas doctor Martens. Busque a mi querido príncipe con la mirada hasta que lo encontré de espaldas, mientras se recargaba sobre su moto, era una belleza su pequeña.—Principe —le doy un beso en la mejilla y lo saco de sus cavilaciones
—Mi querida Vene —alborota mi cabello
—Hey, vamos, no hagas eso. Sabes que odio que lo enredes —retrocedo, apartando sus manos de mi cabeza, en un intento por arreglarlo
—Si, si... Lo que digas —ríe con diversión, restantole importancia. —¿Por qué tardaste tanto?, ¡me estaba muriendo de aburrimiento!, la policía casi me lleva, según dijeron que porque era un acosador... —cruza los brazos y rueda los ojos cansado
—Humm, ¿Por qué será? —me quedó pensando y luego lo veo con la misma sorna. —Quizá sea por esa ropa tan fea que traes, además te pareces al acosador nocturno. Con razón Ramsey te sigue rechazando... —niego con la cabeza
—Ella no me rechaza, yo me hago el difícil. Se que le encantó, ¿Es que no me has visto? —gira sobre su propio eje mostrándome sus atributos, ignorando mi comentario.
—Claro que te he visto. Por eso se que no le gustas... —yo sabía que no era así, pero me encantaba molestarlo
—Bueno Kopelioff, sigue así. Vas a querer ayuda con Rich, ¿Y que crees?. Yo me reíre de ti cuando el te rechace —paro de reír con la última oración
—Te odio, Mendieta.
La risa que escapaba de sus labios era tan contagiosa que a pesar de haberme dicho aquello no puedo evitarlo y siento las mismas ganas de hacerlo, pero me limito a mirarlo feo mientras saco mis llaves para encender a mi precioso, dándome media vuelta, lista para encontrarlo.
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Cierra los ojos
RomanceMi hermano solía decir: solo cierra los ojos un momento, y cuando los abras, todo estará bien. Sin embargo, se equivocó, porque cuando los abrí, lo había perdido todo... Obra registrada en Safe Creative. Se prohíben adaptaciones.