Capítulo 3

62 13 7
                                    

—   ¿Cómo me veo? —el rubio se da la vuelta con una sonrisa nerviosa

Una curva se dibuja sobre mis labios cuando lo miro, Christian lucía como un verdadero príncipe: llevaba un pantalón verde olivo y una camisa negra más unos mocasines al mismo color, su cabello ondulado estaba perfectamente peinado hacia atrás, sacando a flote lo mejor de sus facciones.

—   A Valentina vas a encantarle inmediatamente... —agregue, sabiendo de sobra lo que sabía

—   ¿Segura?, no quiero cometer errores... Me está dando una oportunidad de demostrarle que puedo ser aquello que la complementa —se recarga sobre su escritorio

—   Vamos Chris. De entre los cuatro hombres que conozco, tú eres el más serio. Obviamente lo harás bien, solo se está haciendo la difícil y es normal... —me pongo de pie para presionar su mano y se anime

—   ¡Por el ángel!, es que estoy nervioso Vene. Voy a sonar demasiado cursi, pero veo mi futuro con ella —baja la cabeza con las mejillas sonrosadas por lo que acaba de decir

—   Chris, lo harás bien. No te cuestiones y mucho menos dudes de lo que eres capaz.. Debes creer en ti, además, ¿Tu crees que ella te acepto por tu cara bonita?. Valentina tiene estándares altos, no saldría contigo si no fueras un buen hombre.

Conocía a Valentina desde antes que Christian, éramos amigas desde más de la mitad de mi vida, así que conocía sus intereses y de antemano, yo sabía que esa pelirroja estaba terriblemente enamorada de él. La historia  del porque lo estaba era interesante, un verdadero romance, sinceramente, si aquel rubio no fuera como mi hermano, lo consideraría prospecto.

—   Gracias, tú siempre sabes que decir... — besa mi frente  —si ese tal Rich se porta mal contigo, yo mismo iré a cobrar ese corazón roto.

—   No lo hará — añadí con firmeza, como si yo realmente conociera a aquel hombre: — ¿Listo para irnos?

—   Aún no estoy listo, pero voy a tomar el riesgo... —ríe nervioso y con eso damos por finalizó el tema.

[...]

Después de treinta minutos llegamos a la casa de los mellizos, el camino lo conocíamos a la perfección, así que hasta los atajos no eran un problema. Frente a la puerta toque el timbre y espere unos segundos, hasta que la herrería oscura y con detalles art nouvo se abrió con ello dejo aquellos ojos verdes asomarse.

—   ¡Venecia, pero que milagro! —ninguno pregunta y ambos nos abrazamos con efusión

—   Valentín, hace días no te veía esas pecas tan coquetas... —sonrió ampliamente, apartándome de él

—   Ya sé. Pero vamos, pasa, no quiero dejar a la mujer más bella esperando en mi puerta — me cede el paso haciendo una reverencia y luego posa sus ojos en el rubio

—   ¿Buenas noches? —sonríe nervioso

—   Bernasconi, mi hermana ya baja —lo mira con sumo cuidado

—   ¿No me invitarás a pasar? —veía la duda en su semblante

—   Hoy no vienes como amigo, hoy eres mi enemigo. Vas a llevarte a mi melliza, a mi mayor tesoro... —pero me apresuró a interrumpirlo, no iba a espantar a mi hermano

—   Vamos Valentín, no es como que fuera a jugar con ella... —lo veo bajar la mirada y me causa ternura

—   Más te vale que no. Es mi hermana de quién hablamos, quiero seriedad, nada de peleas tontas...

Ni si quiera termina, ya que la pelirroja atraviesa la puerta, luciendo un vestido rojo lo bastante elegante como para ir a cenar a un restaurante cinco estrellas...

Cierra los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora