𝟓. 𝑼𝒏𝒂 𝑵𝒐 𝑪𝒊𝒕𝒂

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₅. Uɴᴀ Nᴏ Cɪᴛᴀ 

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Hace 2 semanas que Atenea ayudaba con algunas materias a Anthony, se puede decir que, durante esas semanas, ellos se habían convertido en grandes amigos, se habían conocido mejor, algunas veces la joven Scamander estaba con el castaño, en el jardín hablando de cualquiera cosa que se ocurriera a Anthony, claro bajo la atenta mirada de Lee Jordan y George Weasley.

Dos semanas antes de que terminara el trimestre, el cielo se aclaró de repente, volviéndose de un deslumbrante blanco opalino, y los terrenos embarrados aparecieron una mañana cubiertos de escarcha. Dentro del castillo había ambiente navideño. El profesor Flitwick, que daba Encantamientos, ya había decorado su aula con luces brillantes que resultaron ser hadas de verdad, que revoloteaban. Los alumnos comentaban entusiasmados sus planes para las vacaciones. Los hermanos Scamander habían decidido quedarse en Hogwarts, ya que sus padres y sus abuelos (tanto los Scamander como el abuelo Thomas) irían a América del sur, para poderle a ayudar a el abuelo Scamander con una nueva investigación.

Para satisfacción de todos, estaba programada otra salida a Hogsmeade para el último fin de semana del trimestre.

—¡Podemos hacer allí todas las compras de Navidad! —dijo Angelica

—¡Eso es genial! necesito conseguir algunos regalos que lleguen hasta el sur de América – dijo Atenea a sus amigas

La mañana del sábado de la excursión, salió junto con sus amigas y Lee Jordan, envueltos en capas y bufandas, ya que verían a los gemelos en Honeydukes dentro de dos horas, al igual que Atenea había quedado con Anthony en tomar una cerveza de mantequilla. Había empezado a nevar y el castillo estaba muy tranquilo y silencioso. Al llegar al pequeño pueblo, se dirigieron a Dervish y Banges, ya que Alicia necesitaba comprar algo para sus padres en la tienda, cuando por fin Alicia encontró el regalo, todos se dirigieron a la tienda de dulces.

Honeydukes estaba tan abarrotada de alumnos de Hogwarts. La tienda estaba llena de estantes repletos de los dulces más apetitosos que se puedan imaginar. Cremosos trozos de turrón, cubitos de helado de coco de color rosa brillante, gruesos caramelos de café con leche, cientos de chocolates diferentes puestos en filas. Había un barril enorme lleno de grageas de todos los sabores y otro de meigas fritas, las bolas de helado levitador. En otra pared había dulces de efectos especiales: Droobles, el mejor chicle para hacer globos (podía llenar una habitación de globos de color jacinto que tardaban días en explotar), la rara seda dental con sabor a menta, diablillos negros de pimienta («¡quema a tus amigos con el aliento!»); ratones de helado («¡oye a tus dientes rechinar y castañetear); crema de menta en forma de sapo («¡realmente saltan en el estómago!»); frágiles plumas de azúcar hilado y caramelos que estallaban.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2021 ⏰

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𝑯 𝑶 𝑵 𝑬 𝒀 | 𝑮. 𝑾𝒆𝒂𝒔𝒍𝒆𝒚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora