Capítulo 4

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Liv

El camino hasta El árbol del mundo transcurre sin contratiempos. Marcado por el hondo retumbar de los tambores. Es una proclamación, un anuncio de nuestro peregrinaje, al mundo, a la tierra y a toda la vida que alberga, de que hoy es un día de júbilo.

Como mi madre, muchas personas prefieren quedarse en sus pueblos y ciudades, ya sea por enfermedad o vejez. Gran parte de los que partimos somos el futuro de nuestros respectivos pueblos, guerreros y personas de a pie como Trip y Orstein.

Siendo precavidos salimos guiados y liderados por Yondur, todos los años, mucho antes de que aparezcan los primeros rayos del sol de la mañana, pudiendo así acampar con tiempo y espacio al llegar. Cuanto más se demora la llegada menos sitio hay para instalarse. Aun siendo inmensamente grande, somos muchos hijos a los que acoger, casi todos los años muchos terminan asentándose fuera, entre las gruesas raíces y la tupida vegetación.

Entre banales conversaciones propias del camino, bromas y alguna que otra apuesta trascurre el tiempo por los caminos de tierra y los bosques. Apartar los últimos acontecimientos y temores de mi mente no resulta demasiado complicado, con una entusiasta Norma cantando por mi cumpleaños, no sé cuántas veces durante todo el camino. Aun con cierta vergüenza no puedo evitar hacer otra cosa que sonreír, su entusiasmo siempre me ha insuflado la energía que necesito, aunque no se lo pida, lo sabe. Así que no me resisto.

Nos vamos encontrando con llorenses, cantores, gente de Umfell, portando los símbolos y colores del Rey Rumas, dejando el eco de su propia música. Incluso desde tan lejos asisten a conmemorar este sagrado día. A muchos de ellos les lleva semanas llegar aquí, una peregrinación digna de admiración. Nosotros manteniendo un ritmo constante hacia el noreste llegamos en poco menos de un día, guiados siempre por la enroscada silueta de aquel al que visitamos. Su enormidad no pasa desapercibida en ningún momento y si mantienes la vista lo ves emerger, creciendo lentamente en el horizonte.

Cuando llegamos ya casi ha anochecido, hemos tenido suerte de poder aprovechar todas las horas de sol que nos ha regalado la diosa, ella alumbra nuestros pasos y nos inspira, de modo que hay suficiente luz para apreciarlo todo. El Dios Darko no tardará mucho en cubrir el firmamento con su capa de oscuridad, apartándonos del calor y la vida. Nunca me ha extrañado que los cuervos de Mhyrheim lo veneren, sus sentimientos son iguales de fríos que la brisa que acompaña los días oscuros que están por venir.

Ya cansados, subimos el último peldaño de la escalera de piedra que recorre la colina que da al pie del fastuoso árbol. El viento me revuelve el pelo amablemente y siento cómo se me para el corazón por un segundo.

Hay momentos en la vida que son eternos, se quedan en ti y habitan en tu memoria hasta el final. El instante en el que te encuentras al frente de las puertas de piedra, es una de esas constantes. Los formidables bloques de roca están marcados por cientos de runas ancestrales en espiral, colocados como guardianes protectores a cada lado, dándonos la bienvenida. Es en ese momento en el que ves alzarse ante tu patética existencia al colosal árbol, capaz de atravesar las nubes con sus soberbias ramas. Te invade el estremecimiento de su imposibilidad, con un cosquilleo que conmueve tu ser, preguntándote cómo algo tan fastuoso puede existir al mismo tiempo que tú. Pero ahí está, recibiéndote para que habites en él, trasmitiéndome, sin saber por qué, la paz del hogar. Es una visión sobrecogedora.

- Da igual las veces que vengamos ¿eh?, año tras años nos seguimos sorprendiendo como idiotas- Connor pasa a mi lado con la espalda cargada y se adentra ya en los terrenos sagrados del árbol del mundo. He notado que desde hace unos días intenta tener un contacto más cercano con nosotros, imagino que ahora que sabe que tendrá que trabajar en equipo y luchar con nosotros es mejor asegurarse de que alguien te cubre las espaldas cuando lo necesitas. Bueno, luchará... con Einor y Norma. Ambos al igual que él fueron elegidos por Yondur para unirse a su destacamento.

Los días más oscuros- Crónicas de LandheimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora