Sin importar la identidad del remitente de cada una de esas cartas, con una sonrisa debajo de su cubrebocas las leía, pues cada palabra mostraba la gran admiración que aquella mujer desconocida le tenia. Esperaba algún día encontrarse con la escrito...
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Caminaba con la cabeza cubierta por si Ghost se le ocurría pasar por ahí. Por una parte el soldado fantasma sabía que ella se avergonzaba por no tener la habilidad del habla. Pues su entrenamiento había acabado, y tuvo el tiempo perfecto de escribirle una vez más a su persona favorita. Metería la carta por la rendija del casillero como lo a hecho todas las veses anteriores, pero cuando menos lo esperó, después de pasar de largo y meter la hoja sin problemas para verse natural, nota una bolsa encima del casillero con una nota. Retrocedió, agarró la bolsa y leyó lo siguiente: Es para tí, porfavor acéptalo. Por si acaso, no te preocupes, lo necesitas más tú que yo. Sus ojos se abrieron más de la impresión, era obvio que fue obra de Ghost, le dejó un detalle al saber que ella pasaría a dejarle la carta mientras él estaría ocupado. La emoción le dejaba ansiosa, ¿un regalo de su parte? ¿Qué sería?
Las tres comidas del día se le dan a cada soldado ni más ni menos. Su reacción asombrada que dió al ver adentro de la bolsa, que había comida del almuerzo del soldado. Él se enteró, ella en este mismo día tampoco iba a comer en el almuerzo por estar en ese entrenamiento exigente. Los ojos se le nublaron hasta estar jugosos, se dejó llevar por sus delicadas emociones, el pensar que la persona que admira, se haya preocupado tanto como para obsequiarle su propio desayuno. Ghost demostró una parte de su gentileza, se sentía tan... Bien. Se deshizo la capucha sin recordar de mantener su imagen escondida, tomándose el rostro caliente, con el silencio del corazón, aceptó su obsequio.
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Manta Ray, se ve a la luz. Una fan de un gran hombre que lucha por la paz.
