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Algo andaba mal aquella tarde. La inquietud invadía el cuerpo entero de Jimin. Tenía un mal presentimiento.

Su casa se encontraba de cabeza. Todo estaba fuera de su lugar y no encontraba a su padre.

Con algo de temor y confusión, recorrió cada mínimo espacio que su hogar poseía, sin dar exitosamente con el paradero del alfa.

Suspiró angustiado y revolvió su cabello sin saber exactamente que hacer. Caminó hasta su propia habitación y se detuvo frente a un pequeño espejo que tenía dentro de la misma. Frunció el ceño, observándose a sí mismo. El color de sus ojos había cambiado radicalmente. Su lobo estaba inquieto.

Retrocedió de inmediato palpándose el rostro repetidas veces, sin creerlo.

Su respiración se volvió errática a los pocos segundos. Su cuerpo se calentó por completo, y el sudor lo cubrió entero, sus piernas le dejaron de funcionar y cayó al suelo sobre sus rodillas. Como pudo, se arrastró hasta una pequeña mesa de estudio que poseía en su habitación, de la cuál, tomó y abrió um pequeño envase de supresores, para tomar de lo que este contenía en su interior. Las tragó como pudo, olvidando el agua por la desesperación que le surcaba el cuerpo. Trató de regular su respiración, e intentó calmarse. Intentó calmar a su lobo. Un alfa dominante había estado en su habitación.

Aquel aroma y sentimiento desconocido, invadían a Jimin por completo. Podía sentir feromonas, podía palparlas en el aire.

Su cuerpo aun temblaba, pero ya no tenía calor y sus piernas habían recuperado fuerza. Se puso de pie, apoyando su peso en la pequeña mesa.

No perdió el tiempo y le marcó a su padre. Una, dos veces... se dio cuenta de que el celular del alfa estaba debajo de su cama.

Se sentó en un extremo del colchón. Juntando sus dos manos y apretando el celular entre ambas palmas. Decidió salir y buscar al alfa. Más cuando se puso de pie, una llamada de un número desconocido le hizo detenerse abruptamente.

Contestó de inmediato.

—¿Ji-Jimin, hijo?—Era su padre, se sintió más tranquilo, pero no del todo.—Necesito de tu ayuda... me engañaron y ahora...

—¡¿Qué fue lo que sucedió padre?!—Cuestionó, preocupado, angustiado.

—Estoy en la estación de policía. Tienes que ayudarme y sa-sacarme de aquí... por favor.

—¿¡Que fue lo que pasó!? ¿¡Te encuentras bien!?

No entendía y no podía crear un escenario de su padre siendo algún tipo de criminal. Terminó agotado y exasperado, sin más ideas de qué hacer.

—Ven a la estación de policía, te lo explicaré todo, hijo.

A Jimin no le bastó nada más para cambiarse de ropa y correr.







ㅡϪㅡ





La estación de policía era una locura. Todos corrían por doquier y habían no más de veinte personas en el lugar.

Los ojos del rubio buscaron sin encontrar. No pensó en nada más que ir hasta uno de los policías y tomarlo por el brazo para tirar de él y llamar su atención.

El hombre parecía enfadado, pero no ignoró al menor.

—¿Podría decirme en donde tienen a Park Mingyu?

El beta se soltó de inmediato, observándolo por unos cuántos segundos. Apretó los ojos llevando una de sus manos hasta su rostro y apretando el puente de su nariz con dos de sus dedos. Suspiró.

DEUDOR |коокміn|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora