Capítulo 9: Porffor

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-Muchas gracias por su paciencia -Comenzó a hablar la azafata- De verdad, disculpen lo sucedido en el vuelo de ayer, les prometemos que este no vendrá con inconvenientes mayores. -Tras terminar, dio una reverencia leve y se retiró.

Unos cuantos pasajeros habían decidido retirarse de vuelta a sus hogares tras el turbulento atentado. Otros reclamaron un reembolso o mínimo una compensación por lo sucedido, la aerolínea tuvo que acceder a pagarles algunos gastos allá en su destino. Sin embargo, el equipo quedó más fascinado que otra cosa, unos más que otros, claro.

-Desde que lo vi en una película siempre quise vivirlo, aunque creí que no estaría apunto de orinarme -Confesó Brod con una risa entremedio, siendo contagiada al resto.

-Yo jamás me había sentido tan emocionada en toda mi vida... -Afirmó Svetlana, muy seriamente, recibiendo la mirada de todos los restantes- Oh, n-no quería decirlo en alto... -Tras decir eso en un susurro, procedió a cubrirse los ojos con sus manos, para recibir ánimo de parte del resto.

-¡Gran lupa! -Soltó Plubia de la nada, asustando a los presentes- Estaba pensando que nuestro equipo no tiene un nombre, y creo que ese es objetivamente el mejor -Terminó su propuesta con los brazos cruzados, mentón elevado y ojos cerrados, como si fuese la mejor proposición de un nombre jamás presenciada en este planeta.

-Técnicamente, se llama Ruaith-Torres & Asociados -Soltó Ramiro, con un tono despreocupado, recibiendo una mortífera mirada por parte de Plubia- ¿Qué? Eso dice el cartel y la página, que no te guste no es mi culpa. Los culpables están en el propio nombre, remítete ante los hechos -Soltando la bomba a modo de hecho, dejó descansar sus piernas en el asiento de enfrente, recibiendo un manotazo por parte de la dueña del asiento.

-Ni. se. te. ocurra. Poner tus sucios pies aquí -Replicó Sonia sin pelos en la lengua, separando las primeras palabras de su imperativo comentario (o más bien orden) al informático.

-Lo siento. -Sacó inmediatamente sus "sucios pies" del atesorado asiento.

-Te lo mereces, tú y tu hechos -Dijo aún indignada Plubia, quien ahora entrecerró sus ojos- Además, ¿Dónde se supone que estamos nosotros en ese nombre, genio?

-Ustedes son los asociados -Remató Reynold, sacando una que otra risa, aunque sólo a los chicos. Plubia se enojó aún más, a Sonia le importaba más bien poco, y Svetlana aún seguía pensando en su comentario de antes y cómo podría haberlo dicho mejor. Gemme estaba oyendo música, pero lo suficientemente bajo como para oír lo que decían.

Por supuesto que Tiara estaba allí junto con su equipo de nombre poco convincente, pero bastante al margen de la conversación. El casi ser disparada en la cabeza suele cambiar, en mayor o menor medida, a una persona. La joven detective solía reflexionar mucho sobre su día, pero no solía pasar de una noche, pero este evento la dejó pensando hasta incluso este día, quería sacárselo de la cabeza, pero era difícil. Qué efímero pudo haber sido su viaje.

-¿Mamá? -Le habló Gemme, quien la notaba extraña desde hace rato- ¿Me oyes? -No obtuvo respuesta. Se frustró ante eso.

-¿Todo bien, amor? -Cuestionó Reynold, algo preocupado por la actitud de su pareja. No es que suela hablar mucho, pero no pierde la oportunidad de aportar algo a la conversación jamás.

-Sí... sí, es sólo que estaba recordando algo. -Se disculpó con el equipo para pasar al baño, no sin antes mirar a su hija, quien apartó la mirada hacia la ventana. Tuvo que esperar afuera porque estaba ocupado. El murmullo de la gente le estaba empezando a hartar. ¿Desde cuando se molestaba por el habla? Si es una de las cosas que a ella más le fascinan, el poder de la palabra. Quizá quería estar un momento sin palabras. Sin poder decir ni oír ninguna. Nada, de hecho.

La Gema De TiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora