Capítulo 7 (Parte 3): Ceangailte

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La detective, que hoy no cumpliría con ese rol, decidió vestirse relajada, como para ir a un campamento. Uno que se de en una heladería. Para ella tenía sentido, y eso era lo importante. Despertó a los miembros más jóvenes del equipo, que se habían quedado a dormir en el apartamento, para evitar viajes. Sería una tarea compleja, ya que la chica entusiasta no tenía pensado levantarse de ese sorprendentemente cómodo sillón cama.

—De...ja...me... —Dijo, por no decir que balbuceó con media cara aún en un extremo del mueble, mientras era sacudida por Tiara, quien estaba comenzando a perder la paciencia.

—Plubia Madainn, si no sales de este sillón, voy a... a —No se le ocurría nada— A publicar esas fotos vergonzosas tuyas en ese traje de canguro-

—¡NO! —Poco más y toca el techo del salto que dio— ¡No te atreverías! —La amenazó con el dedo índice de su mano derecha. Bingo. Le alegró saber que esa aburrida (para ella) noche de ver fotos viejas sirvió de algo.

—Vamos, hay que ir preparándonos. Y en cuanto a ti... —Se giró para ver al otro compañero, quien no despegó su vista de su netbook en ningún momento— ¿Acaso no dormiste en toda la noche o qué? —Lo regañó con el ceño fruncido.

Tras una leve carcajada, contestó: —Decídete, ¿Nos quedamos a dormir o nos vamos? —Con una sonrisa burlona. Tiara no dudó en cerrar su dispositivo de golpe, asustando al muchacho, lo que lo obligó a pararse y posteriormente ponerse en marcha.

—Bien, creo que estamos todos. A partir. —Por si acaso, repasó quienes iban. Plubia, más que lista, se ve que cambió de parecer. Ramiro, mal que le pese, listo. Reynold, bien preparado, incluso con una sonrisa confianzudo. Gemme... Se veía muy bonita ante los ojos de la detective, le alegró saber que se había arreglado para la salida con su madre, apenas durmió anoche pensando que se arrepentiría y se avergonzaría. Debían conectar, por algún lado, no dejaría que sea como con sus padres, esta chica no se lo merecía.

—¿Tiara, lista? —Preguntó Reynold. Se olvidó de ella por un momento. Fue corriendo a su habitación al ver que aún seguía en pijamas.


— Y comprenderá que es imposible lo que está pasando, ¿Cómo voy a vender mi helado con veneno? —Le decía el dueño de la tienda de helados a Reynold, quien grababa todo por si acaso.

—Lo entiendo, señor, eso no puede ser. Le ayudaremos en esto —Le daba esperanza al señor, quien no podía más con esta situación.

El equipo se puso manos a la obra, Ramiro a la sala de vigilancia, Plubia interactuando con testigos, Reynold analizando la cocina. Y Tiara y Gemme en el mejor puesto, en una mesa al lado de una ventana, esperando a ser atendidas. Claro que no en el mismo lugar, si no en frente, Tiara reconsideró sobre comer ahí mismo, no sólo estaría cerrado sino que no le daba confianza que el local hubiese sido acusado de vender productos envenenados. 

—Y dime, ¿Qué solías hacer allá en tu casa? En tu barrio, en tu pueblo... Me entiendes —Preguntó, pese a extenderse de más. Se alegró que fuese devuelta una risa por parte de su acompañante.

—Pues, solía juntarme con amigas para ir a la playa, o en cualquier otro lugar, realmente, pero ese era especial para nosotras. Em, pues, nada, cosas típicas. Charlar, jugar a las cartas, a la pelota, cosas así. 

Tiara asintió. Salvo charlar, no le gustaban ni una de esas cosas, pero estaba feliz de que su hija tenga con quienes conectar.

—¡Oh! Eso, y estudiar insectos —Tiara se sorprendió un poco— No-no me juzgues, por favor, es que nos resulta fascinante —La chica se avergonzó un poco

—¡No, no! ¿Cómo te voy a juzgar? Si se ve bastante interesante, los insectos, creo yo, que son infravalorados. Recuerdo cuando estuve horas con un libro sobre ellos —Pausó para reír repentinamente— Recuerdo también cómo me puse muy insoportable con el día a día de los bichos torito, su diferencia de sexo, qué comían... no sé por qué me gustaban tanto —Sonrió nostálgica frente a su hija, quien se la devolvió pero con más entusiasmo, la joven estaba contenta de que tengan eso en común. 

La conversación fue muy fluida, pronto descubrieron muchas cosas de la otra. De verdad parecían conectar y eso las puso muy feliz.

—No tienes idea, ¡El oficial casi se muere de vergüenza! Pero era parte de la investigación —Ambas se rieron.— Oye, y ¿Te gusta alguien? —Las risas pararon. Eso fue repentino.— ¡P-perdón! Fui muy de golpe, ¿no?

—¡N-no! Está bien, sólo me tomó por sorpresa —Hizo una pausa para pensar— Creo que eres la mejor para que te cuente esto —Tiara se inclinó para prestar incluso más atención— Me gustaba mi amiga, de hace varios años —Recuerdos pasan por la mente de la detective, asiente para que continúe— Se lo confesé hace un tiempo, porque no podía más, pero desde entonces no me habla... Creo que lo eché a perder —Se puso triste de golpe, pero fue animada un poco por Tiara, al apoyar su mano con la suya y darle una sonrisa— Y-y sé que me entiendes, porque una vez escuché a mis padres- bueno, mis "padres" —Hizo comillas con las manos— Hablar sobre una situación que ya tuvieron que vivir, una vez que le los dije,  y me enviaron a mi cuarto porque ya era tarde; Escuché desde allí. Y ahora sé que eres tu. —Miró a su madre a los ojos un momento, luego se sonrojó al caer en cuenta de algo— Po-porque eras tu, ¿No? Por favor dime que eras-

—¡S-sí! —Rio ligeramente ante su duda— Sí, no te preocupes era yo. Mira, lo creas o no, tuviste suerte —Gemme la miró con las cejas unidas, confundida— Si te confesaste y no surgió, podrás seguir adelante, al menos todo se terminó. Mi caso no fue tan así... Nos separaron —La chica abrió ligeramente su boca y suavizando su expresión— Y, me quedé con una astilla en el corazón por muchos años. Por suerte, la pude reencontrar y así sanar ese capítulo de nuestras vidas. Además, ya tengo compañero. —Esto último con una sonrisa bastante amplia, se sorprendió a sí misma. Miró a su hija— Y Ahora estás aquí de vuelta —No pudo evitar quebrar un poco su voz, al caer en cuenta finalmente de lo que está viviendo. Su hija por fin está frente a ella, hablando, riendo, confiando en ella. Parecerá algo tonto para ojos ajenos, pero para ella al fin el sol había salido del todo, iluminando más su vida, y ahora se da cuenta. No pudo evitar levantarse y darle un abrazo, que fue devuelto. Por primera vez en toda su vida, lloraba de felicidad.


—Al final, resultó que el heladero compró un saborizante de una empresa, la cual ya tenía problemas de este estilo. Así que la investigación pasa a estar en manos de fuerzas mayores —Les dijo Reynold, entre feliz por haber resuelto el caso junto a sus compañeros, y decepcionado al ver que no pudieron hacer nada más. Pero al final, sólo quedó la felicidad, al darse cuenta de que su novia y su hija estaban en ese estado de alegría.— Me voy a poner celoso, yo también quiero un día con mi hija —Reclamó con un puchero, ambas no pudieron evitar reírse.

—No te preocupes, podemos ir a jugar al tejo un día de estos- —Creo que no sería mentir que jamás hubo tanta ilusión reflejada en un sólo rostro. Reynold fue rápido a abrazar a su hija, y planear con entusiasmo cuando y dónde jugarían. Tiara mantuvo una sonrisa todo el tiempo.

Se ve que no fue tarde para una reunión familiar, y quería más de esas, esta vez los tres juntos. Este brillo no se extinguirá jamás. 



La Gema De TiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora