Capítulo 1 (Parte 1): Tân Meddwl

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Las leyes tan inciertas en Adhairburgo hacen que cada actividad en la ciudad sea hecha rigurosamente. Muchos turistas son arrestados por cosas que en otros lugares se ven comunes; las incontables personas que llenan las comisarias al rededor de cada avenida por no mirar con el suficiente respeto a las estatuas de perro-salamandra pueden atestiguar eso. Sin embargo, tras la reforma constitucional hecha en 2013, los ciudadanos han podido vivir más tranquilamente, con leyes y normas más apropiadas para una civilización, aunque eso haya traído por consecuencia crímenes igual de mundanos que el resto del mundo.

Inspirada en el cambio de moral civil, la recientemente licenciada en criminalística, Tiara Nic an Ruaidh, volvió a su ciudad natal para aportar su grano de arena a la justicia, con la idea de formar un equipo de investigadores en una serie de oficinas distribuidas en un mismo piso, con la misión de que el crimen que eximido de las calles de la ciudad que una vez amó.

Y lo consiguió... en parte. La serie de oficinas resulta ser más bien un departamento transformado en un despacho, siendo su sala de estar la sala de espera, y una de las habitaciones la oficina. Las otras dos son, de momento, su dormitorio y un área de suministros; una elegante forma de llamar a un cuarto lleno de cajas.

Al menos tenía a su equipo, ¿no? De hecho sí, aunque no uno muy numeroso. Su mano derecha, tanto en el trabajo como en la vida, la apoyaba sin dudarlo, siendo su compañero de investigaciones a la vez que su pareja, Reynold Torres. El típico tipo que te encuentras en una fiesta del amigo de una amigo, que resulta que luego de accidentalmente tirar su bebida en tu camisa favorita decide replicar con "bueno, al menos le di más vida a tu prenda". La mejor/peor impresión que pudo haber tenido, ya que luego de 5 años de ese evento, aún siguen juntos.

Y ahí estaba, la joven e imparable Nic an Ruaidh buscando en cada diario, cada página de noticias, algún evento que requiera de sus servicios de investigación. Eso y a su servicio de entrega a domicilio, que es a lo que se dedica hasta encontrar un caso de verdad. Resulta que encontrar gatos es lo único que pudo hacer de momento en su trabajo de en sueño, y no es muy remunerado, honestamente.

—¿Rey? ¿Estás ahí? —Preguntó Tiara desde la oficina, tras haber colgado el teléfono.

—Sí, cariño, dime —Reynold estaba ocupado buscando un programa que solía ver en su adolescencia en su laptop. La nostalgia puede atacar cuando menos conviene.

—Nos acaban de encomendar sushi pétreo,  está en la cocina, debes de llevarlo a Rivadangston 1824, y date prisa, no parecía tener mucha paciencia.

Con la cara de cuestionamiento más grande presencia a kilómetros a la redonda, Reynold entró a la oficina, y preguntó: —¿Qué diablos en un chusi pétreo?

A la par que un suspiro semejante a un vendaval, Tiara se dirigió a la cocina, tomó el paquete de plástico descartable de la mesada, y se lo entregó. —"Sushi", nada de chusi, creí que era a ti que te encantaba la comida.

—Ya, comida fácil de pronunciar —Replicó en simplista con una inocente sonrisa.

Unos ojos rodantes se apoderaron de la expresión de Tiara, que junto a un ademán, le indicó al repartidor improvisado que vaya de una vez, el cual con regocijo se dirigió a su destino.

Quizá el sueño de ser detective es sólo eso, un sueño, una ilusión impulsada por su espíritu justiciero. Esta vida no estaba nada mal, se divertían con cada cliente extraño, y la pasaban bien en su peculiar apartamento. Puede que este sea el momento de retomar las riendas de la vida, y dirigirlas hacia otro camino menos sinuoso. Y eso pensaba Tiara, con la luz del mediodía postrada en su piel, y el ruido de la televisión encendida en la otra sala, hasta que una inesperada llamada la interrumpe.

—¿Reynold, sucedió algo? —Cuestionó algo preocupada.

—Lo tenemos —Respondió el mencionado, con una notable decisión en su voz.

—¿"Tenemos"? ¿De qué hablas? —Este misterio no le estaba gustando nada.

—Un caso... finalmente tenemos un caso —Un silencio de lo más tenso se notó en la llamada, hasta que volvió a hablar—. Una señora me reconoció del anuncio, dice que necesita encontrar al culpable, es una casa incendia.

Nunca hubo un movimiento tan veloz en esa oficina, ni tanta emoción percibida en tan sólo un instante. —Voy para allá —Fue lo último que se dijo en esa inesperada llamada. Quizás este camino no es tan sinuoso como parecía.

La Gema De TiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora