Capítulo 2 (parte 2): Wedi Cwympo

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La sensación de aventura poseyó temporalmente su psique. Involuntariamente vinieron esos días donde tenían una clase que no les gustaba y huían tomadas de la mano; esas tardes donde sólo se la pasaban hablando por horas de lo que sea, adorando mirarse a los ojos. Esas noches en cenas de la casa de la otra, una familia creyendo que una era mala influencia, y la otra bromeaba diciendo que eran pareja, sin saber el peso de sus palabras. Esas madrugadas acaloradas de besos y caricias, protegidas por su amor. 

Su primer sonrojo, su primera cita, su primer beso, su primera vez. No es algo fácil de olvidar, y menos el recordar que tuvieron que separarse, llorando a la par.


Tras ese flash de recuerdos, efímero a la par que contundente, la mujer en frente suyo pudo retomar su voz.

—Eh... ¿C-cuantos tiros desea comprar? —Dijo rápido

—Tres... por favor —Replicó murmurando.

Primer tiro. Fallido. Como la vez que discutieron y no se hablaron por semanas.

Segundo tiro. Solo tiró cuatro recipientes. Insatisfactorio, como cuando le plantearon la idea a sus tutores por separado, a una la apoyaron, la otra casi no lo cuenta. Las manos de la empleada templaron al acomodar los recipientes.

Tercer y último tiro, la última esperanza. Tiró todos, menos uno. Siempre hubo un impedimento para concretar lo suyo.

—Felicidades —Le dice la chica frente a ella, entregándole su premio, sin mirarla a los ojos.

—Pero fallé —Le contesta la detective, algo frustrada.

—A menos, tuviste la experiencia, ¿no? —La empleada finalmente conecta sus ojos con ella, con intensidad. Su pelea de miradas fue interrumpida por un estridente ruido. Cuerdas rompiéndose, seguido de un sonido seco, coreado por los aterrados gritos de la multitud.

Tiara concluye su batalla y se dirige decidida a la escena, seguida de un escéptico Reynold. Al llegar, se ve quien protagonizó semejante escena. Reconocieron al joven como uno de los acróbatas de la entrada por su vestimenta, rodeado de sus compañeros.

—¡¿Qué te pasa?! —Reclama un acróbata que estaba arrodillado, junto a la víctima—. ¡Eres un enfermo!

¡¿Yo?! ¡Y tú, ¿Qué tienes que decir?! ¡Tu eras su compañero de acto, eres responsable!

Una pelea física fue impedida por el resto de los miembros, hasta que seguridad llegó, y luego la policía, que los mantuvo retenidos hasta nuevo aviso. La ambulancia que arribó se llevó a la víctima, que fue identificada como Marcos Càball.

La dupla se puso manos a la obra, y se acercaron a los sospechosos, tras una aprobación de la policía.

—Yo quiero denunciar —Preguntando a cada uno quién quería comenzar una denuncia, la mayoría desviaba la mirada, se observaban entre sí, incluso algunos se ofendieron. Salvo una. Una acróbata alta de pelo largo y marrón peinado en una extensa trenza. Tenía una mirada decidida y llena de hartazgo. Parecía alguien fuerte. 

—¡Y-yo igual! —Saltó un compañero suyo, un poco nervioso pero igual de decidido, o al menos eso quería aparentar.

—Muy bien, síganme, por favor —Le pidió a sus denunciantes con decisión—. Reynold, ¿podrías estar al tanto del resto? —pregunta amable.

—Claro, no me pierdo sus movimientos —Afirma sonriente.


Una vez en una zona segura, Tiara toma de su confiable morral su aún más confiable libreta y lapicera.

—Díganme, ¿su relación con la víctima va más allá del trabajo? —Cuestionó, lo más respetuosa que pudo.

—En mi caso, no —Responde la chica, seria—. Hablábamos a veces en los descansos, pero nada más —Termina y la detective anota. Luego, mira interrogante al otro joven.

—Yo lo conocía de antes, entrenábamos juntos Dijo algo triste el joven. Tiara anota, asintiendo. 

—Siendo más directa, ¿Quién creen que lo hizo? —Cuestionó sin tapujos. El joven se pone algo nervioso, pero la chica no tiene reparo en responder:

—Cristóbal —Afirma contundentemente la chica. Tiara por poco se hela por la forma en que lo dice.

—¿Cuál de todos es? —Pregunta la ahora entonada detective, al ya tener un sospechoso.

—El supervisor de espectáculos y acróbata líder, viste con una túnica granate con hombreras, y una galera, seguro lo reconoces.

Tiara anota sin freno, esto se ponía interesante.

—¿Y cual crees que es el motivo? —Cuestiona Tiara.

—Ya no le convenía —Responde un poco triste— Varias veces nos habló y enseño un contrato con un grupo rival, más dedicado al expresionismo corporal que el nuestro. Es algo muy popular en estos tiempos, y más en este festival. Creo que solemnemente que, como no podía retenerlo, y le vendría bien al ser el más talentoso y versátil —Se detiene un segundo a mirar a su compañero, como diciéndole "sin ofender" con los ojos, él asiente comprensivo— Al ver que de verdad le hacía ilusión progresar con ese equipo, decidió cortarle las alas. Más le vale que no letalmente —Cierra su puño derecho mientras mira a otro lado, impotente. Su compañero, que es un poco más bajo que ella, la reconforta poniendo su mano en el hombro.

Tiara comprende el sentimiento justiciero de la chica, por lo que asiente comprensiva y anota todo.

—Y-yo no creo que haya sido él —Dice repentinamente el joven— Tengo más sospechas de Christian, su compañero de rutina.

—Por favor, continúa —Le incita Tiara, al ver la seguridad con la que lo dice.

—Um, pienso que es así, porque le quita todos los focos en el espectáculo. Recuerdo que lo oí varias veces quejándose de como siempre se acuerdan de Marcos y su habilidad antes que de él. Ah, viste de bermellón en este momento.

Mientras anota, Tiara pregunta: —¿En este momento?

—Sí, cambiamos de traje por este espectáculo, una petición del supervisor para que "variemos", según él, nunca dijo el motivo con claridad.

Con todos esos datos, sacó su teléfono celular y apuntó con la cámara.

—Es para registrar su aspecto el día de hoy, no se asusten —Les dijo con una sonrisa, al ver sus extrañadas expresiones.

No pudo evitar contentarse por el contraste de expresiones ante el flash de la cámara, le hizo gracia la irritación en contraste con la risa involuntaria de... oh, rayos.

—Oh, rayos... —Se queja Tiara al darse cuenta— Siempre me pasa, ¿Cuáles son sus nombres?

—Sonia Vass —Responde sobria la chica de naranja.

—Em, Brod Sánchez —Replica sonriendo el chico de turquesa.

—Gracias por su tiempo, jóvenes —Agradece sonriendo. Esa sonrisa se va al darse cuenta de que sonó a vieja al usar esas palabras. Tose para disimular— Nos veremos luego.

Tras ambos despedirse, se retira a encontrarse con su pareja. Por su cara de hartazgo, deduce que les a tomar más tiempo de lo esperado.

La Gema De TiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora