𝚂í𝚗𝚍𝚛𝚘𝚖𝚎 𝚍𝚎 𝙴𝚜𝚝𝚘𝚌𝚘𝚕𝚖𝚘; Trastorno psicólogico temporal que aparece en la persona que ha sido secuestrada y que consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con la conducta de los secuestradores e identificarse progresivamente con...
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- ¿Quién es?- escuché lejanamente una voz masculina que provenía de la radio.
Mi cuerpo estaba en el piso, estaba echa bola con mis manos sobre mi estómago en un intento por respirar correctamente de nuevo.
- ¿Hola?- volví a escuchar, alcé solo un poco mi cabeza, viendo a Hedwig y a Casey forcejear.
O al menos eso hacían hasta que Casey lo abofeteó con fuerza, subiéndose de nuevo a lo que parecía ser una cama.
- Hola, mi nombre es Casey Cooke, me secuestraron en un sótano, a mi, a mi hermana Malia y a otras dos chicas.- informa con su boca pegada a la radio. Me puse de pie aún con la sensación de falta de aire.
Mi mano estaba sujeta firmemente a uno de los muebles de la habitación, tratando de que la sensación de ahogamiento se fuese.
- ¿Quién carajos eres?
Casey no pudo contestar ya que Hedwig regresó con lo que parecía ser un tubo de metal en alto dispuesto a dañar a mi estrella, ella alcanzó a hacerse a un lado.
- ¿Hola?
- Mi nombre es Casey Cooke. Fui secuestrada- repitió- Tienen que encontrarnos.
- Betty, ¿eres tú? No me hace ninguna gracia.
- Llame a la policía- pidió Casey con suplica, él se acercó a ella y fue entonces que intervine colgandome a su espalda en un intento por que no se acercara más a ella.
Algo dijo el sujeto de la radio que no logré escuchar pues estaba más ocupada forcejando con el Hedwig.
Fue entonces cuando mi espalda chocó bruscamente contra la pared haciendo que mi agarre fuera más débil, pasó de nuevo haciendo que lo soltara sintiéndome completamente adolorida y aturdida.
Mi cabeza comenzó a doler con fuerza junto con mi espalda. Había sido un buen golpe.
- No le hagas nada, por favor- pedí en apenas un murmullo viendo como él, sin saber bien que personalidad era, se acercaba calmadamente a mi hermana.
Podía ver como ella movía su boca diciendo algo que no logré escuchar por la lejanía o quizás por que estaba un poco más concentrada en lo doloroso que era pararme.
Él extiende su mano, y mi hermana sin más opción dejó la radio ahí.- Pongan las manos juntas en penitencia- pide.
Fue entonces que supe que Patricia estaba al mando, ella hace que me ponga delante de mi hermana e hizo que avanzara unos pocos pasos.
