CAPITULO 3

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Media hora después, llegaban a la pista, listos para embarcar en el lujoso jet que los llevaría de vuelta a Londres. Con suavidad, el avión alzó vuelo como un gran pájaro por el cielo, y Harry cerró los ojos, sin ninguna disposición para conversar con su esposo.

Sus ideas eran confusas y llenas de ansiedad. Su padre, Gemma, la tienda de flores... Y lo peor, Zack, su peor enemigo. ¿Quién ganaría? ¿El esposo ó el amante?.

Ausentarse por más de una semana no resolvía nada. Los problemas lo esperaban, tal vez agravados.

-Buenas noches, Joven Tomlinson.

Harry respondió al saludo sonriendo a Ian, que le abría la puerta del auto. Louis ya había dado la vuelta por el otro lado, y se preparaba para sentarse al lado de él. A aquella hora de la noche, las calles estarían libres, y no demorarían en llegar a Doncaster, pensó Harry, recostándose en el cómodo asiento y observando los alrededores a través de la ventana.

Luces brillantes, los letreros luminosos de neón... La gran ciudad casi enmudecida por el horario. Aquel era su hogar. El lugar donde nació y creció, tan familiar. Buscó un asunto seguro para conversar con Louis, pero, ¿para qué fingir?. No tenía el menor deseo de dirigirle la palabra. Doncaster era un barrio elegante, con una linda vista, y la mansión de Louis  era muy bien localizada y segura. Toda construida en líneas firmes y cuadradas, tenía un aire imponente. El toque de suavidad quedaban a cargo de los extensos jardines, con espécimenes variadas de flores y follaje, que Ian cuidaba con tanto cariño.

Harry se sintió muy tenso cuando el portón eléctrico se abrió. El vehículo se detuvo, y él sin demora abrió la puerta y salió, percibiendo la mirada frustrada de Ian, que se preparaba para ayudarlo. Fue obligado a esperar que Louis desactivase el sistema de seguridad y destrabase la puerta doble de la entrada. Entraron lado a lado, y Harry pudo volver a ver el hall tan bien decorado con sus cuadros y estatuas, obras de arte carísimas que hacían tan bien a la vista. El piso de mármol claro, que combinaba tonalidades pastel, se extendía al refinado comedor, más utilizado en ocasiones formales. Del lado opuesto, se veían varias salas en desnivel, pequeñas y más acogedoras. Pero lo que más causaba impresión en ese piso era la escalera de mármol suntuosa que llevaba a los cuatro dormitorios superiores y las salas de estar privadas.

-Traeré refrescos. -y Ian siguió en dirección a la cocina.

-Para mí, no -Harry procuró suavizar su rechazo con una sonrisa suave, dirigiéndose enseguida a la escalinata.

No quería continuar allí ni un instante más. Louis siguió sus pasos, y ni bien terminaron de subir Harry se volvió para encararlo.

-Iré a otra habitación.

-No -dijo Louis.

-¡¿Cómo?!. Creí que mis respuestas eran claras. ¡No quiero dormir contigo! -le grito Harry.

-Tal vez no esta noche -le contestó Louis, notó el relámpago de dolor en los ojos color azul, visible apenas por un instante.

-¡Ni esta noche, ni nunca más! -respondió Harry alzando la voz.

-¿Estás tan decidido, Harry? -preguntó Louis.

Harry sintió la sangre subir de nuevo a su rostro. Quería gritar, golpearlo, hacer cualquier cosa que demostrase la ira que sentía. ¿Cómo Louis podía sentirse tan poderoso?. ¿Y cómo podía él ser tan inútil para lidiar con su esposo?.

Estaba preso en una red. Preso a Louis, por el bebé que llevaba en su interior. Preso a Louis por la lealtad que tenía en relación a su familia. Sosteniendo la maleta, Louis se adelantó, y Harry se quedó observándolo entrar en la suite principal, de donde volvió segundos después con las manos vacías.

TelarañaWhere stories live. Discover now