Las horas pasaban como una rápida ráfaga de viento. Al caer la noche una sacudida me alerto, un fuerte sonido atrajo mi vista hacia la cual yo pensaba era la salida de este encierro, mis ojos presenciaron como ambas paredes se movían lentamente, para acabar su recorrido una conta la otra. 

El tiempo seguía corriendo y al asomarse las estrellas en el cielo todas las personas del campamento o la aldea, lo que sea, se reunieron al rededor de una fogata, para comer y conversar, desde aquí se oían algunas estruendosas carcajadas.

Me dispuse a ver el cielo, las estrellas siempre me habían encantado, mi madre me lo había enseñado todo sobre ellas. Recuerdo como pasábamos horas mirando el cielo desde nuestro campamento en "El brazo derecho" recuerdo haber sido una niña cuya única preocupación era no entender el significado de "constelación". Los recuerdos pintaron una sonrisa en mi rostro. Amaba el cielo nocturno; lo herede de mi madre. Sin darme cuenta caí profundamente dormida.

Al amanecer la luz del sol entro por mis ojos rompiendo mi sueño, al abrirlos las luces doradas del alba penetraron en mi campo visual. Veía asomarse por encima del muro al sol, como si el concreto fuese un digno horizonte de la gran bola de gas que ilumina al mundo. 

Los muros estaban abiertos.

Presencie como al pasar del tiempo muchachos caminaban de aquí para allá, paseando animales, algunos cerdos u ovejas. Otros movían materiales tales como palos sogas o telas, muchachos estaban hincados frente a una pequeña huerta y a lo lejos se prendía el fuego para cocinar el almuerzo.

A eso del medio día el sol estaba en su pleno esplendor. Mi cabello azabache atraía el calor directo a mi cabeza, tampoco ayudaban mi musculosa y mis botas negras ni tampoco el jean ajustado que llevaba, lo único que repelía el sol de mi era la camisa blanca que cubría mis hombros. Sentía como mi piel ardía bajo la luz, que irradiaba un calor que me llegaba hasta los huesos. Las gotas de sudor se resbalaban por mi piel. Mi boca estaba seca y me sentía sedienta mas no lo demostré.

Pasaron una o dos horas hasta que el moreno se volvió a acercar a mi con una cantimplora rebalsante de agua. 

- Hace mucho calor - dijo mientras tomaba un buen trago del liquido cristalino - ¿no quieres agua? - le envié una mirada llena de rencor e ira.

- Te la podría dar si me dices quien eres - 

- Creí que había quedado claro que yo no te diría nada - escupí con odio mientras mi garganta raspaba con cada silaba que escapaba de mis labios.

El hombre frente a mi asintió y dejo la cantimplora tapada frente a mi, otra mirada de odio fue dirigida hacia el. Se dio media vuelta y se fue caminando lenta y despreocupadamente. 

La cantimplora estaba fuera de mi alcance, con mis manos atadas al tronco lo único que me quedaba eran mis pies igualmente atados por los tobillos, aun así me quede un rato esperando y planeando cual seria la mejor manera de obtener el agua.

Pasaron unas horas y el sol seguía a su pleno esplendor sobre mi cabeza, había llegado el momento, estaba lista.

Arrastrando mi cuerpo por el suelo me acosté dejando únicamente mi cabeza apoyada al tronco que rodeaban mis brazos; extendí mis piernas y la punta de mis botas alcanzaba la correa de la cantimplora, tras varios intentos fallidos logre enroscar las puntas de mis pies a la correa, con un fuerte tirón hice que mis brazos me ayudaran a volver a mi posición inicial. Mis pies arrastraban el contenedor por el suelo. Al volver a estar sentada con mi espalda apoyada al tronco seguí tirando con mis pies hasta tenerla frente a mi, desenganche mis pies de la correa y acercándome hacia adelante tome la cantimplora con mis rodillas y las atraje a mi pecho. Mis dientes se aferraron a la tapa y dando medias vueltas muy lentamente acabe destapándola. Volví a poner el pico contra mis labios y sosteniéndola fuertemente con los dientes levante la cabeza también me lleve con ella el recipiente, tan pronto como el contendor dio la vuelta la gravedad se hizo cargo de que el agua caiga directamente en mi garganta, saciando así mi sed y devolviendo la hidratación a mi cavidad bucal. 

Los segundos dos días que pase atada al poste fueron iguales o peores, esta vez el moreno decidió no dejar la cantimplora frente a mi sino que beber su contenido y llevarse el resto. Los días eran igual de calurosos y agobiantes que el primero.

Al caer la tercer noche comencé a cuestionarme responder a las preguntas del moreno.

Una vez mas el sol me despertó por la mañana. Como ya era rutina todos comenzaron sus actividades y yo los observaba como siempre. Hoy no me sentía bien. Estaba agotada, pese a no haber hecho ninguna actividad física en estos días, mi cuerpo se sentía agotado, no tenía fuerza ni para mover un dedo. El tiempo pasó y entonces llego el medio día, acompañado por el moreno y su pregunta de rutina.

- Supongo que ya sabes a lo que vengo - asentí, mi garganta dolía tanto gracias a la falta de liquido que me costaba demasiado hablar.

- ¿Responderás? - espere unos segundos y decidí asentir derrotada, era eso o la muerte, si ellos no me mataban lo haría el hambre o la deshidratación.

- Entonces ¿Cuál es tu nombre? - 

- A... Al.. Alya - respondí con dos carraspeos de por medio.

- Alya... lindo nombre, yo soy Alby un gusto - lo mire con desagrado. El se agacho frente a mi y saco un cuchillo de su bolsillo que poso entre mis tobillos, con un fuerte tirón hacia arriba corto la soga que los ataban, se paró y dando unos pasos hasta detrás de mi imitó la misma acción, cortó la soga que ataba mis muñecas, mis manos cayeron casi inertes al suelo, con mucho esfuerzo las atraje hasta adelante sintiendo el dolor a consecuencia de sostenerlas atadas detrás de mi espala por tres días. 

El tal Alby al que llegue a despreciar tanto se puso de cuclillas frente a mi y destapó la cantimplora que traía con él. Despacio comenzó a vaciarla en mi boca, el agua en vez de aliviar cualquier cosa que sintiese lo único que hacia era generar mas ardor en mi garganta del que tenia antes, aun que me doliera no paré de beber, sabia que si quería volver a hidratarme esa era la única forma en estas condiciones. Al acabarme todo el contenido de la cantimplora este la tapó y se paro tendiéndome  una mano para ayudarme a ponerme de pie, no pude tomarla, no tenia fuerza. Como pude le di a entender que no tenia la fuerza para aceptarla.

Él volvió a agacharse a mi lado pero esta vez pasó un brazo por debajo de mis rodillas y el otro en el espacio entre mi cuello y mis hombros, cargándome así al estilo nupcial. A medida que avanzábamos sentía como todas las miradas se clavaban en nosotros, como si fuéramos un faro y los ojos fueran barcos en una noche tormentosa.

"S"

The Maze (Newt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora