Al entrar en una cabaña el moreno me recostó sobre una especie de camilla hecha a base de palos y sogas, como casi todo aquí. Sin decir nada ni esperar un minuto mas me deje atrapar por las garras de Morfeo. 

Sentí una pequeña sacudida en el hombro y lentamente abrí mis ojos. En mi campo visual entraron dos fanales marrones que me observaban con curiosidad, los cuales reconocí como los ultimos que vi antes de ser arrastrada ante Alby por primera vez.

- Ten - dijo mientras me tendía la misma cantimplora llena de agua. Haciendo un gran esfuerzo me senté en la cama y la tome con ambas manos.

- Alby me mandó. Volveré cada dos horas con una llena y verificaré que te la acabes - lleve el pico hasta mis labios y despacio bebí cada trago sintiendo el mismo dolor que la primera vez. Al acabarla extendí la cantimplora vacía en su dirección mientras que mi otro brazo jugaba el papel de servilleta siendo aquel el que limpio las escasas gotas de agua que se filtraron por mi comisuras. Antes de que él estuviese por tomarla abrí mi mano y la deje caer directamente al suelo, las puntas de mis labios se curvaron como si por hilos estuvieran siendo manejadas en un mueca sarcástica, me di media vuelta y me recosté dándole la espalda, él bufo, la recogió del piso y sentí como lentamente sus pasos se alejaron. Volví a dormirme. 

La secuencia se repitió una y otra vez; él llega con el agua, yo me la termino y vuelvo a dormir, no intercambiamos palabra alguna solo hacíamos los movimientos necesarios.

Al día siguiente me sentía mejor, nunca abandoné mi costumbre de despertar poco antes de salir el sol y hoy no seria la excepción.

Me senté en la camilla, pegue mi mano a la pared y utilizándola como sostén me levante. Mis piernas flaquearon, decidí dejar que seria mejor que se acostumbren por unos segundos. A pasos cortos recorrí toda la cabaña, al llegar a la puerta, la empujé dejándola del todo abierta y salí de allí. Me recosté contra la pared de la cabaña y lentamente me deslice por ella hasta acabar sentada sobre el piso, con mi cabeza recostada en el umbral de la entrada. 

El cielo era celeste, casi blanco, con un deje de azul marino que poco a poco desaparecía por el oeste. Algunas estrellas aun estaban visibles sobre mi cabeza mientras que por el este se asomaban lentamente pequeños rastros de luces doradas y rosadas, que pronto se mezclaron con el entorno convirtiéndose en marcas violáceas; como si un pincel hubiese pasado varias veces sobre el cielo dejando marcados finos trazos con cada hebra. 

Cerré mis ojos y respire hondo una gran bocanada del frio aire de la mañana, el leve roció que caía humedeciendo la hierba formo una fina capa sobre la piel de mi rostro y rompiendo mi pacifico entorno pisadas entraron por mis oídos.

Apenas abrí mis ojos y por ellos entro la silueta de cierto rubio que traía una cantimplora rebalsante de agua.

- Eres tú - bufé.

- Sí, soy yo. Buenos días, por cierto - rodé los ojos.

- Como sea... dame el agua - alce mi brazo hasta él y me la alcanzó. Bebí el contenido en silencio, al terminarla se la tendí de vuelta. Haciendo todo lo contrario a lo que creí que haría él tomo asiento a mi lado. 

- ¿Qué haces? - le cuestione algo irritada. No se molestó en responder. Suspire y me obligue a retomar la tranquilidad que tenia antes de que él apareciese, reacomode mi cabeza sobre la madera y respire suavemente tomando bocanadas hondas de aire.

 - ¿Cómo te llamas? - preguntó de repente.

- Y ¿Por qué te respondería? -

- No lo sé, eso lo decides tú - los tonos avellana de mis fanales se vieron ocultos por las finas capas de piel que los protegían y luego de unos cuantos minutos de silencio mi voz rompió con el ambiente tranquilo.

The Maze (Newt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora