~ chapter twenty-three ~

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Estaba ansioso, muy, me dio bronca pero me terminé comiendo el resto de helado que quedaba en la heladera del fin de semana. Era un montón y ahora me siento mal. Tenía ganas de ir a bailar el fin de semana y si sigo así me puedo poner encima la carpa de Gemma porque lo que es la ropa no me va a entrar.

Mamá salió, Gemma salió. Una, con Leonardo y su hijo a cenar. La otra, con las amigas al cine. Y a bailar. Con Minerva estamos otra vez solos en casa. Son las 10 de la noche. Y estoy aburrido. Muy. Inquieto, como que no me puedo poner a hacer nada. Empiezo a tocar el violín, dejo, pongo música, dejo, prendo la tele, abro un libro y así hasta ahora que me puse a escribir. Todavía no comí porque no decido qué comer.

Hoy no es un buen día. Para colmo, Louis ni me escribió. Es viernes, osea que debe estar con sus amigos. O con la rubia esa de pelo cortito. Tocan el timbre. Es raro. Voy a atender, no me da nada de miedo. Total, si no, prendo la alarma.


Son las 2 y pico de la mañana. Recién se acaba de ir Louis. Me pregunto cómo vino hasta acá un viernes a la noche. Pero vino. Miré por el visor y lo vi parado ahí con su campera de jean, arreglándose el pelo. Le abrí. Pasó. Minerva le hizo una fiesta. Se le tiraba encima, movía la cola, ladraba, está más enamorada de él que yo. Me dijo que venía de ayudar a su papá con unas cosas y que decidió pasar a verme, que no quería molestar. Le dije que no molestaba, que de hecho la mayoría de los viernes estoy solo. Y así jugando con la perra me dijo que gracias por el mail, que le había encantado. Y que si estaba solo y no había problemas, se quedaba a comer conmigo. Osea que llamó a su papá y le avisó que se quedaba en casa y llamamos para pedir una pizza.

Nos sentamos en la cocina. Le serví un vaso de agua. Aclaremos para todo esto que yo estaba así nomás, con un buzo de gimnasia rotoso y el jean viejo. Con un rodete destartalado en el pelo. O sea terriblemente seductor, una diva en potencia.

Me dijo que le mostrara mi pieza, que la otra vez no la había visto. Me imaginé, mientras subíamos la escalera, los comentarios de Niall cuando le contara este detalle. Entramos a mi habitación que por suerte estaba ordenada (por suerte y porque mamá odia lo contrario). Miró la biblioteca, las fotos y enseguida agarró el violín y me lo dio: "Quiero que toques algo", me dijo. Yo le dije que no. Rogué que llegara la pizza. Pero no llegó en ese momento y no podía quedarme toda la noche diciendo: "No, mejor no". Se sentó en la cama y toqué lo primero que me vino a la cabeza. Hasta que sonó el timbre. Y tuvimos que bajar.

Fue lindo porque Louis me miraba y yo con la música me sentía muy seguro, muy cómodo. Sentía que él disfrutaba. Y que seguramente tenía muchos recuerdos. Que se había acordado del nene del violín viéndome tocar de nuevo. Comimos. Miramos una película del cable tirados en el sillón. Y cuando se terminó me dijo que ya era tarde, que mejor se iba. Pidió un remís y se fue. Nos reímos bastante. Y eso estuvo bueno. No dijo nada de cómo toqué el violín pero estoy seguro, me juego la cabeza, de que le gustó. Y, algo bueno alguna vez puedo tener. Y si él lo valora, mejor. A otros no les parecería importante o no disfrutarían con el violín. Otros no disfrutarían caminando, bailando conmigo, mandándome mails.

Pero él sí.

Eso es lo que me parece tan raro y tan mágico a la vez.


so tired of love songs [💬1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora