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Siempre me habían dicho que utilice el tiempo como yo quisiera. Que sea feliz. Que viva la vida como desee, siempre y cuando sea estable. Podría llegar a decir, si hablamos entre líneas, que vivo de ese modo.

Sin embargo, decir que mi vida se encontraba arreglada o en perfecto estado, sería una vil mentira de parte mía, para mí misma. Si bien tenía todo muy bien organizado, ya que me gustaba y trabajaba en ello constantemente, no significaba que tenía la vida de ensueño.

—Aún no entiendo como vives así Minji, no es sano—comento mi amiga, y compañera de trabajo, Sun.

Yo solo le reste importancia a lo que dijo, y seguí viendo cómo se molían los granos de café que recién había ingresado a la máquina, mientras inspiraba el magnífico aroma que esparcían en el aire.

— Ya sé, ya se, moriré joven y todo eso—le comente con una de sus típicas frases.

Ella al escuchar lo que había dicho solo entorno los ojos y siguió limpiando las mesas vacías, como si estuviera obligada a hacer aquel labor. Sabía que tenía razón, en cierta parte, pero prefería no volver a escuchar su sermón por décima vez en la semana.

—Algún día algo o alguien te hará cambiar este estilo de vida y te darás cuenta de lo que te pierdes—me reprocho.

Yo solo la oí, pero no me di la vuelta para encararla. No iba a dejar que nunca ocurriese eso, y ella lo sabía muy bien. Tal vez un perro podría llegar a cambiar mi vida, pero a la persona a quien le alquilo el departamento no permite mascotas, así que es imposible adoptar uno. Pero más allá de aquello, mi vida era muy monótona, y yo la prefería así. La razón de esto, es que no me gustaban los cambios ni adaptarme a ellos. El último cambio que había hecho en mi vida fue hace dos años aproximadamente y fue el más drástico que había hecho en mi vida. El cual había sido vivir durante la noche.

Parecía una locura bastante razonable si era pensada muy minuciosamente, en especial, si era planeada durante casi dos años. Se me había ocurrido al estar sentada en una mesa de esta misma cafetería. Recuerdo que era de noche, y me encontraba en mi último año de escuela secundaria por lo que vine a este lugar para realizar un trabajo sobre un libro el cual había que leer para la clase. De un momento a otro, quise descansar mis ojos de la pantalla por lo que desvié mi vista de la computadora y mire a mi alrededor, donde me encontré con la soledad y el silencio de la noche. Y allí me sentí en paz. Siempre me había gustado la oscuridad. Desde las noches de verano de mi niñez que pasaba en la casa de mi abuela, donde le suplicaba que nos quedemos desveladas durante toda la noche mirando películas clásicas, hasta las veces durante mi adolescencia que me quedaba despierta estudiando para algún examen. Pero nunca había encontrado la razón de esa extraña fascinación. Hasta ese mismo día.

Había un sinfín de razones por las cuales creía que la noche era mejor que el día. Pero lo que me había atraído principalmente, fue el sentimiento que me inundo en el momento que me encontré en la cafetería: la Tranquilidad. Al no encontrarse nadie allí, no me sentía presionada por nada, no tenía que seguir el ritmo de nadie, no tenía a nadie juzgándome  y no tenía miedo. Tal vez era una manera muy cobarde de esconder de mi trauma hacia las personas, en vez de enfrentarlo. Pero en aquel momento que me definí por llevar a cabo este plan, lo único que podía pensar era en descansar mi cabeza de todos los pensamientos que me atormentaban.

—Como tú digas— le respondí

Esta noche como todas las demás, habían sido tranquilas y es que, ¿Quién vendría a comprar un café a la una y media de la mañana? Un loco, tal vez. Pero durante este año y medio que trabaje en este turno, no me había encontrado a ninguno por suerte. Era el mejor trabajo que había tenido y uno de los pocos, ya que no había muchos comercios abiertos durante la madrugada. Este trabajo constaba de venir a cubrir un tiempo de diez de la noche hasta las cinco de la mañana, ya que la cafetería trabajaba veinticuatro horas. Perfecto para mí. Además, que la mayor parte del tiempo me encontraba sola y a pesar de era una mala inversión para el dueño de la cafetería (en opinión personal), él solo me había dicho, una vez que habíamos hablado de este mismo tema: ¨Nunca sabes cuándo necesitas un buen café y un buen lugar que lo acompañe¨ y no podría estar más de acuerdo. Eso me había ocurrido a mí hace un par de años. Pero como cada comercio, había algunos unos horarios los cuales eran culminantes como de nueve a diez de la noche, cuando los universitarios salían de sus clases y venían en grupo a estudiar. Como también, a veces comenzaban a venir algunas personas en el horario en que yo me iba, pero como no eran clientes de mi turno ni los contaba.

—Ya me voy Minji, me encuentro un poco cansada hoy— se despidió mi amiga

Ella en realidad trabajaba de medio turno aquí, desde las cuatro de la tarde hasta las ocho, pero esta vez como era sábado decidió quedarse a hacerme compañía y así, poder charlar.

—Está bien, descansa—

Y de esta manera se podría decir que oficialmente me quedaba sola. Una vez que Sun se fue comencé a hacer mis pendientes de la universidad mientras tomaba un caramel macchiato que me había preparado, y en lo que sonaba la canción "A Lovely night" de la película Lalaland comenzaba la mejor parte de la noche.

   

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The Night I Met You • Yoongi •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora