♚Capítulo 22 - Redada♚

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Redada

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Amelie

—¿Una stripper? —saco el vestido.

—Si —lo siento moverse afuera en el pasillo— apúrate, ponte lentillas de otro color y una peluca también.

Me quito la ropa, con el vestido solo puedo utilizar la pequeña tanga negra que llevo puesta. El vestido llega tres dedos más abajo de mi trasero, la espalda está descubierta con algunos lazos que pasan de un lado a otro. El escote es cuadrado el cual es bastante pronunciado y en mi pierna derecha el vestido tiene una abertura que sube hasta casi dejarme expuesta.

El vestido se ajusta en mi cintura, no me queda mal; en realidad me veo muy bien.

Trenzo mi cabello y pongo la maya para ubicar la peluca de color castaño oscuro que cae en ondas hasta mi cadera, saco las lentillas de color verde, es un tono profundo parpadeo un par de veces para acostumbrarme a ellas y el look me hace ver más exótica.

Guardo el conjunto plateado y saco los tacones que van a juego con el vestido.

—En uno de los compartimientos hay maquillaje —hablan cerca a la puerta— utilízalo, lo menos reconocible que estés es mejor.

Lo escucho alejarse, busco lo que me dice, sombreo mis ojos y los delineo, aplico rubor y pinto mis labios de rojo.

Repaso mi reflejo en el espejo por última vez revisando cada ángulo «perfecta». Tomo la mochila y salgo del baño.

—Estoy lista —informo a unos pasos del asiento.

El comandante está en su teléfono y luce un traje gris brillante con una camiseta azul, corbata y zapatos a juego. Levanta su mirada y me repara.

Me quedo quieta, asiente y se pone de pie.

—Vamos —pasa delante de mí comenzando a bajar las escaleras.

Lo sigo y me tiende la mano ayudándome a bajar la última escalera siendo la más alta.

—Debí ponerme zapatos después —digo en voz baja cuando comenzamos a caminar por el pasto.

El comandante se detiene unos segundos delante de mí, sé que se mueve pero no logro ver muy bien que hace ya que no hay luz en el lugar.

—Ponte mis zapatos —ordena—, tenemos mucho que caminar y con eso no podrás hacerlo.

Toma mi brazo ubicándome al lado de los zapatos y me ayuda con el equilibro cuando quito los míos.

—Gracias.

—Mjmm.

«No puede ser verdad». Niego con la cabeza ocultando una sonrisa.

Caminamos por el oscuro lugar, el viento ruge con fuerza y se me dificulta un poco caminar con sus zapatos ya que son varias tallas más grandes que la mía.

Vamos en silencio y en algunos momentos se detiene observando a los alrededores, sigo inquieta y no dejo de mirar hacia atrás pensando que alguien nos sigue.

—Las mellizas estarán aquí este fin de semana —habla en voz baja y me ayuda a bajar llegando una parte más llana e iluminada—, te infiltraras haremos que te pidan ser una de sus bailarinas.

Así que por eso era el entrenamiento de barras.

—¿Cómo harems eso?

—Confía en mi.

Juegos de sombras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora