♚Capítulo 28 [ Reunión de clanes♚

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Reunión de clanes

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Amelie

El gélido frío de mi amada Rusia golpea mi rostro y mueve mi cabello el cual solté horas después de estar en el avión, sigo en vestido caminando al lado de Nikolay entrando en la camioneta negra que nos espera cerca de la pista de aterrizaje.

Mi teléfono no ha dejado de sonar, así que decido sacar la memoria SD junto con el chip que tiene la información de mis contactos y tiro el aparato por la ventana; Nik observa cada movimiento que hago, pero se mantiene en silencio.

Los nervios me consumen desde adentro, pero intento no flaquear. «Todo tiene un por qué». Me repito una y otra vez tratando de convencerme de que hago las cosas bien. Mi cabeza es un mar de pensamientos entre si estoy actuando como se debe o si lo estoy echando todo a perder...

Pero es que no pueden culparme, no puedes culpar a una persona que está haciendo hasta lo imposible por saber la verdad, no puedes culpar a alguien por querer sentirse bien después de todo lo que ha vivido, no puedes culpar a alguien que quiere liberarse de las cadenas que la atan a su pasado, simplemente, no puedes culpar a alguien que busca la sonrisa que una vez perdió.

La zona boscosa se abre horizonte y las rejas de la fortaleza Vasiliev nos recibe con los feroces canes que muestran sus dientes y a los hombres armados que los sostienen.

—¿Y tu padre? —pregunto antes de bajar.

—Está fuera de la ciudad cerrando unos negocios —camina a mi lado—. Puedes estar tranquila.

Asiento, pone su mano en mi cintura cuando abren las puertas de la mansión haciéndome pasar primero.

La mansión sigue igual a como la recordaba de niña, con grandes espacios, pinturas en las paredes y la chimenea le da calidez al lugar.

El taconeo hace eco en los pasillos de la segunda plata e Irina aparece en las escaleras con un pantalón de cuadros en tonos café que se amoldan a su cuerpo junto con una delicada blusa de tirantes color negro; lleva poco maquillaje y su melena negra recogida en un moño alto dándole ese toque elegante y sofisticado que desprenden todos los Vasiliev.

—Llegaron temprano —dice bajando despacio.

—Irina —la saludo con un beso en la mejilla cuando llega a mi lado.

—¿Qué te pasó en la cabeza? —pregunta al notar el golpe en mi frente.

—Tu hermano, eso pasó.

—Ven, te llevaré para que te duches y cambies tu ropa.

Toma mi brazo y lo engancha con el suyo comenzando a subir de nuevo.

—Pero, ¿y Pietro?

—En los calabozos —responde Nik desde abajo—. Iré a jugar con él un rato.

Me detengo para verlo caminar a la puerta.

—Nik —lo llamo pero no me deja hablar.

—No lo voy a asesinar —rueda los ojos—, sigue siendo mi primo menor, ¿no es así, hermanita?

Ambos ríen con complicidad y no entiendo muy bien por qué.

Nik sale por la puerta y nosotras terminamos de subir las escaleras. El pasillo es grande y amplio, con un fino tapete perfectamente centrado en el suelo, las antigüedades reposan en mesas bien distribuidas, en las paredes cuelgan cuadros de sus antepasados y grandes candelabros que le dan un aspecto tenebroso.

Juegos de sombras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora