cap 9

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Anya Volkod.

Grito, mi respiración está acelerada y cuando miro a mí al rededor, me doy cuenta de que estoy aquí, en esta habitación del hospital psiquiátrico... sola y desprotegida cuando el reloj marca justo las 3:30 A.M.

-¿De verdad son tan constantes?-la voz proviene desde algún lugar de mi cuarto, el miedo que me provoca siempre me paraliza.

-Sal de aquí, si no quieres que llame a la señora Bea o a- suelta una risa burlona.

-O a ese niño con ilusiones de Salvador-termina la frase por mí y añade- la verdad, me da lo mismo si gritas o no. Porque no me iré hasta que lleguemos a un acuerdo.

Busco su voz de que parte de la habitación viene.

Mi vista se logra adaptar a la poca claridad y veo que está apoyado en la esquina, la oscuridad se apega a él como un manto, no es normal que algo tan hermoso sea tan peligroso.

-No llegaré a ningún acuerdo contigo-mi voz tiembla aunque haga el intento de sonar firme, no lo logro, mi cuerpo me traiciona y no tengo nada de control.

Se acerca lentamente, esa curva aún está en sus labios, su pelo está perfectamente peinado, lo que le da un aire de madurez, estrategia y respeto.

Ya no veo al chico que conocí, porque ese Dean nunca fue el real.

-Sería lamentable que algo le ocurriera a Abel entonces- usa un tono de lástima fingida y su el dorso de su mano acaricia mi mejilla enviando una corriente de emociones en a mi cuerpo.

Siento la sangre en mis oídos, y cierro los ojos con fuerza, estoy paralizada por el miedo.

-Mírame -es una orden, la gravedad de su voz me trae algunos recuerdos, que me chocan y ese nudo en mi garganta me comienza a asfixiar, las ganas de llorar se vuelven muy presentes.

Su mano acuna mi mejilla y me alza el mentón, abro los ojos con temor, encontrándome con esa mirada fría y oscura, no hay vida ni esperanzas solo una tormenta, un infierno, caos y destrucción, que nunca logre ver hasta ahora.

-¿Me lastimarás?...-el susurro sale sin pensarlo, bajo y débil.
Sin apartar su mirada, toca mi mi labio inferior con delicadeza.

-¿No crees que ya lo habría hecho?-responde bajo, como si revelara un secreto, antes de que me diera cuenta su rostro esta a escasos centímetros del mío- puedo ser un demonio, alguien salido del sueño más horrible que puedas imaginar, pero por el momento eres mi obsesión y no tengo ganas de lastimarte... aún.

Si tenía la esperanza de que pudiera tener sentimientos por mí, mueren en ese mismo instante, aún... se repite una y otra vez.

Trago con dificultad y las lágrimas rebeldes bajan.

Sé que es capaz de todo, no quiero que lastime a Abel, lo quiero. Y para él no sería justo.

Resignada acepto llegar a un acuerdo.

Abro mi boca para decir algo, su vista se centra en mis labios, quiero hablar y no puedo, no sé qué preguntar.

-Aléjate de él, es lo único que debes hacer y todo estará bien.

Pero desde que lo conocí, desde que supe la verdad, desde que llegó aquí ya nada está bien.

El gusto salado de mis lágrimas llega a mi boca.

Me quería dejar sin nada, Abel era mi amigo, mi apoyo y esperanza... alguien importante para mí, porque en realidad era el único vínculo que me mantenía algo consciente, ese puente entre mis fantasías con un mundo feliz inventado para aplacar mi dolor y la verdad.

¿Realidad? (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora