DECALCOMANIA (EN EDICIÓN )

PRÓLOGO

○"Tal vez todo lo que he hecho tuviera solo un nombre, tal vez mi vida habría sido mejor si yo no la viviera."

(2030) 5 de Julio.

AGENTE BROWN PDV

El agente  Edward Domwen se levantó indignado ante la repentina decisión de nuestro superior y después de unas miradas llenas de furia hacia mí, golpeó la mesa.

- Me niego a que este sinvergüenza vaya a ocupar mi lugar, cuyo esfuerzo fue inhumano.

-Domwen, no voy a contradecirme y mucho menos cuando se trata de un caso tan importante como este.

-No, me niego rotundamente- dijo y me miró con desprecio, yo a cambio dejé mostrar mi gran sonrisa. -Mire...llevo 9 años intentando encontrar la más mínima prueba de todo lo que ha hecho, y una vez conseguido, no puedo dejarlo a un inexperto- yo quise responder pero mi superior me impidió hablar.

-Mira...no quiero que te involucres más con ese chico, Brown sabrá tratar la situación mejor.

-Entiéndame, él no va a saber como tratar con él, no es un psicópata estúpido, con el único objetivo de matar...es demasiado inteligente, no es un asesino cualquiera...

- Domwen si estás diciendo esto por tu hija mejor cállate-dijo el superior y surgió un silencio.

-Mi hija no está muerta.

-Tu hija fue asesinada -dijo con frialdad.-Fue asesinada por ese estúpido.

-¡No!¡¡¿Porqué nadie me cree?!! Os digo que él no es tan imbécil como para matar a Elna.

-Tenemos el cuerpo, es ella, deja de ilusionarte, él sólo es un psicópata desgraciado -dije y él prácticamente me ignoró.

Edward Domwen nunca me había tomado en serio, cierto es que hubo una época en la que logramos trabajar juntos, pero él no le gustaba mi manera de hacer las cosas. 

Edward en su momento había sido mi superior, admiraba su inteligencia, los innumerables casos que él había resuelto sin ayuda de nadie, pero al convivir con él, me di cuenta de que no éramos compatibles, al contrario, éramos rivales, si no conseguía resolver un caso, Edward al instante lo tomaba y los solucionaba, y si las cosas seguían a ese ritmo yo acabaría por perder mi trabajo.

Por ello, este caso era crucial, necesario, y el caso que me llevará a la gloria, al ascenso que me merezco, este caso valía millones, con sólo enviar al enfermo que me esperaba en la sala de interrogatorios a cadena perpetua, compensaría todos los trabajos que he perdido.

-Vamos a dejar esta tontería...Brown, vete a interrogarlo de una vez - obedecí la orden y me dirigí a la salida, ignorando los gritos desesperados y furiosos de Edward.

Al entrar al interrogatorio, él se giró a mirarme, tras comprobar que Edward no venía conmigo relajo los hombros con desilusión y comenzó a examinarme rápidamente con la mirada, no sé que fue lo que vio en mi pero odié su sonrisa.

-No sonrías...-dije cerrando la puerta detrás de mí. -Esto no es un circo- dije sentándome enfrente suyo, él tenía una mirada penetrante y amenazadora a pesar de estar sonriendo alegremente.

-Sabes porque estás aquí...¿cierto?- pegunté y él simplemente borró su sonrisa lentamente.-¿No vas a responder?-volví a preguntar, tenía que hablar, tenía que escuchar su voz, ¿Cómo será la voz de un niñato de veinticinco años que había puesto toda Florida patas arriba?

-Debería preguntarme algo interesante, para que yo pueda responderle algo decente.- dijo al fin, su voz, como era de esperar, era lenta, calmada, como si estar en un interrogatorio fuera el típico plan de todos los domingos por la tarde, esa actitud era de esperar, decían que era un enfermo mental, pero tras revisar su archivo, él era más que eso, era un animal, algo inhumano, y desagradablemente inteligente.

-¿Qué es para ti algo interesante?- pregunté encarando la ceja.

-¿No debería usted ya saberlo?-dijo tratándome de usted a pesar de ser un loco asesino. -Se supone que su labor como agente es saber lo que alguien como yo le interesa.

-¿Te parece esto una broma?

-¿Le parece que estoy bromeando?-preguntó de manera neutral.

-Eres un simple psicópata enfermo, no te creas que puedes faltarle le respeto a la ley- él volvió a mirarme con la misma mirada que al principio y tengo que admitir que intimidaba.

No solo le había faltado el respeto a la ley sino que también se burló de ella con su mente excepcional, la manera en la que ha llevado a cabo los innumerables asesinatos y atrocidades de manera cuidadosa y casi desapercibida le daban el famoso título que él ya tenía, y aunque no lo quiera admitir, mis años de experiencia me decían que iba a ser complicado, pero este caso tenía que ganarlo, repito, era el futuro de mi trabajo.

-Perdón, escuché que los psicópatas odian que se les llame así ¿Te he ofendido?- dije burlándome de él, intentando desestabilizar su frío comportamiento despreocupado.

-No.- una respuesta seca pero potente.

-¿Debería dudar de tu respuesta?-sonreí.

-Debería- dijo y guardé silencio mirándolo detenidamente y él hacía lo mismo.

-Veamos...que puede parecerte a ti algo interesante...- dije sacando el archivador  donde estaban las fotos de los cadáveres de treinta personas incluyendo el de Elna Domwen.

-¿Deberíamos comenzar con esto?- dije y él miró la foto de Elna sin expresión alguna, ni siquiera una de remordimiento, al menos le había llamado la atención entre las otras.

Y eso era lo que yo buscaba. La razón. La razón de todo esto, y la razón del porque solo 11 tienen una marca bastante famosa en diferencia a las otras 19, y el porque Elna parecía serle tan importante a pesar de no haberle hecho tal marca desagradable.

-Mataste a Elna.-dije tapando su foto con la mano, sacándolo de sus pensamientos probablemente turbios.

-¿Elna?- preguntó confuso, esperó mi respuesta pero yo solo lo miré- Usted es tan incompetente...¿Edward no le habló de mí antes de entrar aquí?

-Sé como son las personas como tú, no me vengas de inteligente- dije.

-Si sabe todo eso, sabrá que ella en realidad no tiene ese estúpido nombre- dijo con cara de asco.

-¿Cómo?- confusión, mi cara era de pura confusión, ¿Era una trampa? ¿Intenta perder el tiempo?

- Vamos, si va a investigar algo investíguelo bien, no se me plante aquí como un idiota- me dijo, tomé aire, pedí paciencia a dios y le seguí la corriente.

-¿Qué quieres decir?

-Tara...Tara Domwen, así se llama mi mujer- dijo mientras se le iluminaban los ojos.