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Al día siguiente Marta volvió a invitar a Poché al centro comercial quien no dudó ni un segundo en asentir con la cabeza en aprobación. Probablemente así sería todos los días sábados de ahora en adelante. Su madre ahora la dejó sola ni bien cruzaron la puerta de entrada al edificio.

Poché tomó una gran bocanada de aire antes de ingresar al local de música, tomó cualquier CD y caminó hacia la chica de ojos avellana.

Daniela miró de reojo mientras entregaba la compra correspondiente al cliente que estaba atendiendo en ese momento. Había regresado.

-Bienvenida a MusicWorld ¿En qué puedo ayudarte?- le dijo sonriente por tercer sábado consecutivo.

Poché le entregó la pequeña caja de plástico. Daniela la tomó y se quedó observándola fijamente. Poché esperaba que como las veces anteriores, ella le preguntase si necesitaba algo más y le pidiera seguirla hasta la caja, para cobrarle y luego entregarle su paquete.

- Johann - llamó en voz alta la muchacha haciendo que uno de sus compañeros de trabajo dejara de prestarle atención a un cliente durante unos segundos y se volteara a verla - ¿Puedes cubrirme? Sólo serán unos minutos.

- Está bien- dijo él con una sonrisa - pero me debes un favor.

- que sean dos- dijo con una sonrisa de oreja a oreja- y gracias.

La muchacha volvió rápidamente su mirada a Poché, quien se estremeció por completo.

-Vienes seguido por aquí ¿Cómo te llamas?- preguntó curiosa.

El corazón de Poché pareció detenerse. Abrió los ojos sorprendida y entreabrió sus labios pero no emitió sonido. ¿Que tal si decía algo estúpido? Debía hablar con ella. Responderle. Si no lo hacía la creería una imbécil hasta el fin de los días. Pero no lograba juntar el coraje necesario. No estaba preparada. Estaba tardando en darle una respuesta y comenzaba a ponerse por demás nerviosa. No sabía que tan paciente podía ser la chica con ella. Pero para su suerte Daniela notó su nerviosismo y decidió alivianar las cosas de alguna manera.

-Tal vez fue una pregunta demasiado compleja para empezar - bromeó. Pero se notaba en cada una de sus expresiones que no estaba tratando a Poché de retrasada, sólo quería hacerla sentir cómoda -¿Puedes hablar? - preguntó y rogó internamente porque la chica no padeciera algún tipo de mutismo, porque de ser así que se la tragara la tierra. Suspiró de alivio en su mente cuando la de ojos aceituna asintió- ¿Sabes leer?- volvió a asentir- Bien, entonces ¿Cómo me llamo? Te daré una pista- dijo divertida señalando con su dedo índice la identificación que tenía sujeta a su uniforme.

Ella sabía perfectamente su nombre. Había estado deambulando en su cabeza durante las últimas dos semanas. Pero nunca lo había pronunciado en voz alta a nadie más que a Lina cuando ella debía saber su nombre para preguntar por la chica. No había escapatoria. Debía responderle. Relamió apenas y disimuladamente sus labios, que se encontraban de un color rosa pálido y bastante resecos por su falta de diálogo permanente.

-Daniela -dijo finalmente con la voz algo grave y rasposa. Sentía sus manos transpiradas y temblando.

-¡Whoa!- dijo sorprendida- ¡Tú voz! Es tan profunda. No lo hubiera imaginado. Es genial- enfatizó. Poché creía que se le saldría el corazón del pecho de lo rápido y fuerte que estaba latiendo.- Ahora dime tú nombre - fijo ansiosa.

- María José- respondió luego de unos momentos.

Lo hizo. Le había dicho su nombre. No podía creerlo. Estaba teniendo una conversación con aquella chica que ella consideraba la perfección en persona.

- María José- repitió ella con su aguda y angelical voz.

La mente de Poché estaba en llamas. Como si gritara sin sonido. Todo en ella estaba en corto circuito. La perfección en persona acababa de pronunciar su nombre con sus finos labios. Si moría en ese preciso instante no podría haberle importado menos.

La chica de los CDs | adaptación cachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora