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Aquel viernes siguiente Marta y Amalia se encontraban platicando entre ellas.

-No hay cambios en su diálogo, pero se ve con más energía.

-Creo que aquella chica que te mencioné aquella vez, Daniela, es como una especie de amiga. No lo sé.

-¿Ella no te ha dicho nada sobre ella?

-No -negó con la cabeza algo triste- absolutamente nada. ¿Debería preguntarle?

-No, deja que ella se encargue. Al parecer le hace bien.

Marta asintió.

Ese sábado, volvieron a ir a la mañana al centro comercial, como era costumbre.

Poché entró, pero no hizo más que poner un pie dentro del local de música que Sebastián la saludó.

-Bienvenida a MusicWorld ¿Puedo ayudarte en algo?

Él estaba cerca de la entrada y se encontraba libre, mientras que Daniela se encontraba vendiendo unas púas más en el fondo. Sebastián estaba algo celoso de Poché, cosa que era bastante estúpida, ya que Poché era una chica; pero si podía impedir que hablaran no estaría mal, pensó. Ella se puso muy nerviosa. Tenía la idea fija de que  fuera Daniela quien la atendiera, como todas las semanas. No contaba con la posibilidad de que alguien más lo hiciera. Ella iba a esforzarse en hablar más, pero no con todos, no ahora. Ni siquiera había tenido tiempo de tomar un CD cualquiera entre sus manos. Pero agradecía en parte por ello. Si él era quien se encargaba  de la compra ni siquiera tendría excusa ni oportunidad de hablar con Daniela. No podía permitir eso. La veía una vez a la semana y sólo unos momentos. Era demasiada la espera para desperdiciar la chance de esta forma ¿Que debía hacer?

-Majo

Oyó esa voz que hacía que todos sus problemas se disiparan y sintió como si un peso de toneladas de kilos se cayera de sus hombros. Estaba a salvo. Tanto ella como él chico voltearon su cabeza fijando la mirada en Daniela que se había acercado a ellos. Había terminado de atender al cliente con quién estaba ocupada.

-No te preocupes, Dani. Yo me encargaré de atenderla- dijo él con una gran sonrisa boba hacia Daniela. Si, estaba más que claro que le gustaba.

-No -dijo en seco haciendo que el muchacho dejara de sonreír- verás-cambió su tono de voz a uno más suave al notar que había sonado algo fría antes- Majo es mi cliente favorita, y yo soy su vendedora favorita -le guiñó un ojo con una sonrisa de lado- es algo mutuo, por eso seré yo quien la atienda siempre que venga. Si estoy ocupada, esperará a que esté libre ¿Entendido? -finalizó en tono algo descarado.

-Como quieras- escupió molesto y se dirigió a otra parte del local rápidamente para desaparecer de su vista.

-Ya se le pasará-dijo sonriente a Poché quien la miraba sorprendida- ¿Estás bien?

Poché sentía ganas de sólo asentir. Eso era simple. Pero habían acordado que dejaría de hacerlo.

-Si -dijo con la mirada gacha.

-Bien. ¿Que va a necesitar mi cliente favorita el día de hoy?

Poché sintió un escalofrío en su columna. Cada cosa buena que Daniela decía sobre ella le ponía el corazón a mil por hora. Volteó a penas su rostro y tomó cualquier CD, entregándoselo. Daniel la miró con el ceño fruncido y tratando inútilmente de ocultar una sonrisa. Daniela mordió su labio inferior, eso la hizo ver condenadamente sexy. Poché tragó saliva.

-¿Sabes? Es una pena que no podamos tener más tiempo juntas el día de hoy. Pasar mi tiempo para almorzar contigo fue mucho más entretenido que pasarlo sola. Y no puedo usar mi descanso en este momento. Si almuerzo a las once de la mañana moriré de hambre el resto de la tarde -hizo una mueca graciosa.

La chica de los CDs | adaptación cachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora