-La próxima semana ven cuando finalice mi turno.
Y así fue. El sábado siguiente Calle tuvo que soportar toda su aburrida jornada laboral sin la compañía de Poché, pero verla llegar al atardecer hizo que todo valiera la pena. Cómo siempre la menor caminó hasta estar frente a ella.
-Hola -dijo Poché sonriendo.
-Hola -respondió de igual forma y dió un vistazo al reloj de la pared- seis en punto, hora de irse.
Calle se cambió rápidamente de vestuario y salió del cuarto con una resplandeciente sonrisa que mostraba sus blancos y perfectos dientes.
-¿Nos vamos?
-Si
Ambas chicas se alejaron del local mientras el par de chicos las observaban.
-Creo que es hora de que la superes, amigo- dijo Johann, colocando su mano sobre el hombro de Sebastián- Nunca había visto a Calle tan feliz- el chico suspiró resignando.
-Si, creo que tienes razón- dijo con una sonrisa de lado.
Luego de una pequeña llamada telefónica a Marta, desde un teléfono público, para avisar que Poché llegaría un poco más tarde ese día acompañada por Calle, ambas se dirigieron a la añeja cafetería frente a la plaza. El clima era frío, pero eso no les impidió que ordenaran un par de malteadas. Calle le propinaba suaves caricias a la mano de Poché por encima de la mesa, mientras le comentaba como se las había arreglado para contarle a sus amigas sobre ella, como les había dicho que le gustaba y los felices que estaban cuando finalmente les dijo que Poché había aceptado salir con ella. También le dijo que un día las presentaría. Poché escuchaba cada palabra que salía de los finos labios de Calle como si se tratara de la más bella melodía; y es que para ella, lo eran.
Luego de pagar la cuenta, ambas comenzaron a cruzar la plaza. Al igual que aquella vez, había una cantidad reducida de personas en la calle. El frío del invierno no parecía tener fin ese año. Estaban pasando por enfrente de aquel gran árbol, ya sin hojas, bajo el que habían estado jugando en aquella ocasión, cuando Calle frenó su andar y la llamó por su apodo.
-poché
La aludida se volteó hacia ella y pudo observar como Calle deslizaba sus brazos a los lados de su cintura, envolviéndola cálidamente. Sin duda alguna, a Calle le gustaba abrazarla, y ella comenzaba a corresponderle cada vez más rápido.
-Te extrañé.
Calle soltó de repente, tomando por sorpresa a la menor.
-Y no me refiero a extrañarte durante mi trabajo. Te extrañé durante toda la semana.
A Poché le costaba trabajo acostumbrarse a todas las cosas bonitas que Calle le decía, pero deseaba que no se detuviera jamás.
Se veían parcialmente iluminadas por las anaranjadas luces de las farolas del lugar, esporádicos y diminutos copos de nieve caían lentamente desde el negro cielo de Londres.
-¿Sabes? -dijo viéndola directamente a los ojos- creo que las cosas suceden por algo. En este preciso momento me alegro de que nos hayan interrumpido constantemente hace una semana. Este es un lugar mucho más romántico y no estoy vistiendo mi glamuroso uniforme de trabajo- agregó divertida.
Calle se acercó muy lentamente al rostro de Poché hasta que sus frías narices se tocaron. Comenzó a mover su rostro muy suavemente en distintas direcciones, haciendo que su nariz rozara con la de Poché en cada movimiento, provocándole un pequeño cosquilleo a lo largo de todo su cuerpo. Pero luego de unos momentos se detuvo, la observó fijamente y acortó la distancia entre ellas, mientras cerraba los ojos lentamente. Suavemente presionó los labios de Poché con los suyos.