Estaba en un bosque, uno muy tranquilo y pacífico a simple vista, pero su respiración entrecortada delataba los síntomas de incomodidad.
El largo vestido blanco que llevaba, se movía al compás del viento. Su nariz de la nada, se inundó de un olor muy particular... pero luego se les unió otro.
Por su izquierda apareció Marco, dejando que una bella y brillante sonrisa, iluminara su rostro.
Un segundo después, por su derecha se divisó el cuerpo de un muy apuesto Dániel. Sus ojos verde agua, resaltaban todas sus facciones dándole un toque hermoso.
Una loba, hermosa y de un pelaje blanco como la nieve, se acercaba con mirada tierna a Dániel.
Y su misma figura, la humana, aparecía por la izquierda y se colgaba del cuello de Marco sonriendo.
Antes de despertar, Alma, de ese horrible sueño que la estaba comenzando a atormentar, se escucharon las palabras que todo hombre lobo le decía: ^No dejes que tu loba te controle, controla a tu loba^
Despertó como si se tratará de volver a respirar. Era un privilegio seguir vivía, cuando tu cráneo se trizaba por el impacto.
- ¿¡Alma!? - se escuchó el grito aliviado de su hermano, mientras esté le tomaba la cara con sus dos manos tratando de que sus ojos lo enfocaran.
- Marco, Marco, Marco. - repetía, pues bien sabia que a él le había pasado algo, lo presentía - ¿Donde esta? ¿Esta bien?... ¿Sigue vivo?
- Él... esta bien, pero tú... estás un tanto lastimada. - dijo con un tono enojado.
- Oh, que bien. - murmuró recostandose en la cama.
- ¿Te puedo preguntar algo? - habló Víctor jugando con sus dedos.
- Claro. - se rascó la nuca pensativo y soltó todo el aire que, al parecer, tenía guardado en los pulmones.
- ¿Por qué te impactaste tanto cuando viste a mi jefe? - pregunta equivocada.
Alma, recordó su aroma y sus ojos. Asustada por esa reacción, movió la cabeza de un lado a otro tratando de calmarse.
- ¿Hermana? - la paciencia de Víctor era diminuta, así que si su hermana no respondía a tiempo, tomaría sus propias conclusiones.
- ¿Crees que una loba podría imprimarse? - respuesta equivocada.
Víctor, la miró con los ojos abiertos y su mandíbula casi va por los submundos. Pestañeó un par de veces y se dirigió a la cabeza de Alma.
- No me digas. - murmuró con una ceja alzada.
- Pues, sí te digo. - escondió su rostro bajo la sábana sonriendo en su interior.
*
Dániel, en cuanto sintió ese rico aroma que inundaba sus fosas nasales, soltó aquellas palabras, y en cuánto la vió caer su mundo se vino abajo.
Luego de la muerte repentina de su alma gemela, nunca pensó en volver a imprimirse, pero resultó que se había equivocado.
Habían pasado ya seis semanas luego del incidente, y cada vez que la iba a ver la encontraba escondida debajo de la sábana repitiendo la misma frase:
- No se que mierda pasó, pero estoy muy fea como para que me veas.
*
Otra vez la misma pesadilla, una pregunta rondaba en su cabeza y la acompañada de día o noche.
¿Todo esto era una prueba? ¿Debía elegir entre uno o otro? ¿A quién debía seguir, a su loba o a su corazón?
Como bien decía su madre "Muchas preguntas, pocas respuestas... ahora ¡Cállate!"
- ¡Puerco, puerco, un super puerco! ¡Puerco, puerco, un super puerco!¡Puerco, puerco, un super puerco! - cantaba distraída Alma mientras se quitaba la bata.
Se agachó para sacarse las medias y al pararse, por el espejo pudo ver la figura de Dániel.
- ¡Ay! - como acto de reflejo se tapó con las manos sus pechos, mientras tomaba la toalla y se la enrollaba a su esbelto cuerpo.
- Lo... lo lamento - dijo sin despegar la vista del espejo -. Sólo te traía unas flores.
Le entregó un ramo de rosas y se giró dispuesto a marcharse, pues al parecer le dio un calambre a su miniatura.
- ¿Dániel? - dijo Alma mientras olía las rosas y se encaminaba hacia él
- ¿Ummm? - dijo sin darse vuelta.
- Gracias. - le dió un largo beso en la mejilla y corrió al baño para cerrar la puerta.
- Hermosa. - fue la palabra que murmuró Daniel mientras se tocaba la mejilla.
ESTÁS LEYENDO
Alfa & Beta
WerewolfDesde que lo vió por primera vez, se enamoró. Quizás, como reglas de su naturaleza, sólo los hombres tenían el "don" de imprimarse de alguien. Pero era amor, lo que sentía Alma hacia su Alfa y jefe, hasta que apareció él. Una noche, en la cual Alfa...