- Hola Srta. Alma. - saludó el portero del edificio - ¿Tan pronto volvió de sus vacaciones?
- No estaba muy cómoda, pero me divierte volver a la rutina normal. - sonrió con gracia hacia el caballero ya pasado de edad y se dirigió al ascensor.
Marcó la figura circular con el número once, en el aparato del elevador y espero pacientemente hasta llegar a su departamento.
Era común y corriente. Tenía una cocina, una sala de estar, una oficina, dos dormitorios y un baño.
La decoración pertenecía más bien a los tonos miel y crema, dos de sus colores favoritos para el interior del hogar.
Tiró la mochila y cartera al sillón, y sus maletas fueron directo al suelo.
Prendió el buzón de mensaje de su teléfono y vio que tenía tres.
' - Hola Alma, quería decirte que lamento mucho lo que paso en nuestra primera cita, pero espero con ansias tu llamada. '
Fue el primer mensaje, que tenía desde hace dos meses del idiota de Frank. Un tío que conoció en la biblioteca y que la invitó a salir, pero no era de su tipo.
' - ¿Por que mierda no me llamas? He tenido miles de enredos con miles de chicos y tú te la pasas en tus infinitas vacaciones. Llámame urgente. '
Bien, ese era tan sólo de hace tres días y era precisamente de Gloria, su mejor amiga humana.
' - Alma, enserio espero que logres perdonarme. Fui un verdadero imbécil, pero no me daré por vencido. Yo... '
No alcanzó a terminar de escuchar la grabación, cuando tiró la grabadora hacia la pared y caía al suelo a llorar como una cría.
*
Marco no sabía que hacer, estaba muerto, frito y había cavado su propia tumba. En ocasiones se caía cuando la otra persona que tenía el vínculo, se desmayaba, lloraba o lanzaba un grito desgarrador.
Timón, lo miraba desde lejos decidido. Haría lo que fuera por ver a su sobrino feliz, aunque eso le costará un ojo o uno que otro hueso roto.
*
La musica de Sia retumbaba por todo la disco. En serio había sido una mala idea llamar a Gloria.
La pista tentaba a Alma, para que moviera sus pies al ritmo de la canción en ella, pero al parecer Alma no estaba de ánimos ni para beber un tequila.
Pensaba con nostalgia, que si aquella noche en la cual conoció a Marco la primera vez, ese vampiro le hubiera succionado la sangre, estaría mejor.
Ya había rechazo al rededor de diez chicos que querían una aventura, bailar o simplemente conversar de lo amargada que era su vida, pero ya tenía bastante con la suya como para escuchar la desgracia de lo demás.
Un olor familiar tocó sus fosas nasales. Él había llegado.
Salió disparada de la disco, para encontrarse con su hermano apoyado en una motocicleta.
- ¿Se puede saber que mierda haces aquí? - preguntó Alma en un susurro.
La relación de hermanos, no era algo que ellos supieran llevar. Siempre discutían y terminaban con rasguños.
Cuando a Alma la mordieron, su estúpido hermano mayor fue a salvarla con una pala en el hospital. Sí, una arma mortal. Pensarán, 'con una pala puedes hacer muchas cosas', pero con una pala para jugar en la arena, no creo que pudiera hacer mucho.
- Me he metido en un lío. - dijo sonriendo cómo un ángel.
- Habla Víctor.
- La manada esta siendo amenazada por tu manada y resulta que yo dije, que tú nos podrías ayudar.
- ¿Mi manada? - preguntó Alma, pero movió la cabeza de un lado a otro sacando esa idea de su cabeza. - Es decir, la manada Azul
- ¿Te desterraron? - el enojo se notaba en la voz de Víctor, por eso decidió irse a otra manada, no confiaba en el líder.
- No, me decidí ir. No pertenecía ahí.
- Bueno, entonces ahora perteneces a nuestra manada. - no era la voz de Víctor, esta era grave y melodiosa de otra persona.
Alma giró la cabeza y lo vió. Vió su sonrisa, sus ojos y se enamoró. Todo el mundo giraba al rededor de él. Escuchaba que su hermano la llamaba, pero ella no podía dejar de ver a ese hombre. Su cuerpo era la escultura del ángel más hermoso y sus facciones eran preciosas.
Alma se empezó a marear y de la nada se cayó al piso gritando un nombre que ella conocía muy bien, antes de irse a los brazos de Morfeo.
- ¡MARCO!
*
En el preciso instante en el cuál Alma vio a ese hombre que resultó ser el Alfa de la manada de su hermano, Marco sentía el mismo deseo y sentimientos que ella.
Ya no eran caídas las que sentía, sentía que se iba a desmayar.
- Esto no puede estar pasando, - se dijo a si mismo en voz alta - Las mujeres no se impriman.
Iba de camino a la puerta, cuando tropezó con un libro, cayendo al suelo. Se escuchó el golpe de su cabeza contra el frío piso de madera y se vió como un charco de sangre rodeaba su cabeza.
El mismo dolor que el sentía se transportaba a través del vínculo y al momento en el cuál Alma se desmayaba, la misma sangre aparecía en la cerámica.

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Alfa & Beta
Hombres LoboDesde que lo vió por primera vez, se enamoró. Quizás, como reglas de su naturaleza, sólo los hombres tenían el "don" de imprimarse de alguien. Pero era amor, lo que sentía Alma hacia su Alfa y jefe, hasta que apareció él. Una noche, en la cual Alfa...