Ser auténtico, buscar sobresalir del común, hace que esa delgada línea entre la originalidad y la falsedad se haga cada vez más angosta, llegando al punto donde no se sabe distinguir hasta donde se es y donde se empieza a fingir.
En el afán de la sociedad por unificar pensamientos con esos cuentos de la moda, lo in, de la belleza plástica; llevan a la juventud y las grandes masas, de una manera sutil y descarada a querer cosas innecesarias, a querer vivir vidas vacías y sin sentido, donde lo único que logra llenar este vacío por poco tiempo es estar en la corriente de este mundo, como lo decía en el capítulo pasado nos enfocamos en todo lo que los demás se enfocan y dejamos las cosas importantes siempre en un segundo plano, como decía mi abuela.
- ¿para dónde va Vicente? Para donde va la gente y ¿para dónde va la gente? Para donde va Vicente.
Eso creo que explica a lo que quiero llegar, todos como zombies, andando igual a los demás, haciendo lo que los demás hacen.
ahí es donde un grupo de personas marcan una diferencia, personas que no se sienten cómodas, con toda esa mentira que el sistema quiere hacer creer al planeta entero, pero en ocasiones hasta estas personas comenten ese mismo error; te lo voy a explicar mejor, de aquí, de esta inconformidad con el sistema es de donde nacen las famosas tribus urbanas, donde se derivan grandes grupos de personas que no están sometidas a esta sociedad de consumo, pero lastimosamente se alejan del sistema para encerrarse en su propio sistema, que a su vez también los hace esclavos y los hace semejantes a otros de su misma clase; dejando un grupo mayoritario para unirse a uno minoritario, que desde luego posee la misma maquinaria distractora solo que camuflada en la rebeldía y la antisociabilidad.
De esto es de lo que quiero profundizar en este capítulo, no sabemos en realidad cual es nuestra verdadera cara, porque si estamos en el grupo de la mayoría o en el de la minoría hay reglas que se deben seguir para pertenecer a alguno de los dos y ser aceptados, convirtiéndonos en personas que no se sabe cuál es su verdadera identidad, compartimos con estos dichos grupos y de acuerdo a esto nos transformamos en uno más de ellos, pero en realidad ¿quién soy? Cuando estoy lejos, a solas, donde nadie más me ve, donde estoy solo con mi propia compañía, ahí es el momento en el que realmente soy yo, sin aparentar nada a nadie, sin ponerme una máscara de algo que quiero ser o una que me haga ser aceptado, cuando nadie me ve, es cuando tengo que examinarme realmente quien soy.
Nos ocultamos detrás de miles de máscaras y con ellas pretendemos hacer creer a las personas que nos rodean que estamos felices aunque la tristeza carcoma nuestro interior, pretendemos mostrar una imagen de seguridad, cuando sabemos que estamos aterrorizados, queremos dar una impresión a los demás y por tal motivo ocultamos la realidad, pues déjame ser sincero eso se llama falta de identidad, no podemos ocultar lo que somos, no podemos hacer creer a los demás que somos fuertes en cosas que somos débiles.
Ya que tarde o temprano la máscara se caerá y en ese momento que todo salga a la luz seremos avergonzados por nuestros propias acciones, la palabra de Dios es clara cuando se refiere a ocultar o querer mentir acerca de lo que sea, y pon atención a lo que dice:
Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a la luz.
Lucas 8:17
Fuerte ¿verdad?...
Pues sí, así es, el mundo se te puede derrumbar en un segundo, cuando toda la mentira que pretendes vivir detrás de esas tantas máscaras, salga a la luz y todos vean quien eres realmente.
Entonces ¿por qué no mostrarnos tal y como somos? Así evitaríamos salir mal librados cuando la verdad salga a la luz, porque nuestra vida sería real.
Hay muchas razones por las que le tenemos miedo a mostrarnos como realmente somos: el ser rechazado, aislado, tomado de burla, o peor ser agredidos.
Por eso intentamos vivir vidas que no nos pertenecen, imitamos, y falsificando nuestra manera de vivir convirtiéndonos así en personas de muchas caras, cuando estamos con cierta clase de personas nos comportamos como ellos, si cambiamos de compañía, volvemos a cambiar de actitud y así vamos por la vida como hojas que lleva el viento sin rumbo, sin identidad clara, pero te voy a compartir algo que aprendí de parte de Dios, él no le importa tú clase social, raza, familia, cuánto hay en tu cuenta de ahorros, o la condición de tu ser, a él le interesa tu corazón, tu alma y tu entrega, veamos con más claridad lo que dice Dios al respecto:
Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
I Corintios 1:27-29
Teniendo claro el punto de vista de Dios, entonces me pregunto ¿para qué máscaras?
Mira, amigo lector te voy aclarar algo muy importante y esto es de verdad muy, muy importante, valga la redundancia; no quiero decir que si te gusta cierto tipo de música y si compartes cierto tipo de vestimenta con algún grupo de personas que se les da el nombre o apelativo de tribu urbana, seas falto de identidad, la identidad a la que me refiero es saber que tú corazón y que tú alma tienen dueño y es aquel que pago con su sangre el rescate, aquel que murió para darte vida. y aquí cabe resaltar esta historia:
Aunque no la viví escuche alguna vez de una iglesia Cristiana en la ciudad de Santiago de Chile, donde los pastores no vestían de corbata y traje, y donde la música que tocaban para adorar la presencia de Dios no era la que generalmente tocan en todas las demás iglesias que conoces o has visto, pero a pesar de que las personas que asistían a dicha iglesia se vestían con el característico atuendo de metaleros y sus peinados y su música que a diferencia de la metálica tradicional, que rinde tributo a satanás, al amor, a la guerra y a la violencia; la de ellos exalta el nombre de Jesucristo y da gloria a Dios, aunque tenga la misma rítmica.
Ellos sirven y adoran la presencia del Espíritu Santo, fomentan en la juventud una manera diferente de servir a Dios y se enfocan en rescatar de las garras de satanás, los jóvenes que han sido arrastrados por esta corriente, demostrándoles que pueden tener una identidad clara aun con sus camisetas negras y su música estruendosa, que ahora no es sin sentido sino que da gloria y gracias a Dios por sus maravillas.
Identidad es saber cuál es mi cara, no usar máscaras para ser aceptado, no fingir pretendiendo ganar algo con esto, no importa que tu figura no sea la mejor, no importa que tu celular no sea el último del mercado, no importa cómo te vistes o llevas tu cabello, lo que vale la pena es como ya lo dije, tu alma y tu corazón, la palabra de Dios dice:
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.
Proverbios 4:23
Dejemos las máscaras para las obras de teatro, no juguemos más a ser camaleones, no dejemos que la sociedad diga cómo debemos actuar, vestir, ser o andar.
Aprendamos a identificarnos con la persona de Jesús, busquemos tener un encuentro real y personal con él, yendo a su presencia y buscando su voluntad para nosotros, si logramos entender lo maravillosa que es la presencia de Dios y el mover de su Espíritu Santo en nuestras vidas, no volverá a importar como se visten mis amigos o que tienen, porque nuestra delicia estará en ser más como Jesús y morir a nosotros mismos para que el carácter de Dios se forme en nosotros.
Mi verdadera cara es la que encuentro al acercarme a mi creador, ahí es donde entenderé que mi forma de ser depende, de para que fui creado y quien más para decirme esa importante información que el mismo que moldeo mi ser con sus manos.
Acércate a la presencia creyendo que él está ahí para escucharte y despójate de todo lo que has pretendido ser, tira delante de Dios toda falsedad, y mascara que hayas usado y empieza a ser tú.
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Mi Verdadera Identidad Esta En CRISTO.
RandomEn esta sociedad consumista en la que vivimos, muchos Jóvenes han perdido por completo su identidad, se han dejado llevar por denominadores que no reflejan lo verdadero de su ser y se sumergen en actividades poco productivas, tribus urbanas, pandil...