Libro 6 de la saga Oscuridad.
Skyler ya lleva un año de haberse convertido en mortífaga y en la mano derecha de Lord Voldemort. Skyler ha dejado que la oscuridad se adueñe de su vida y de su alma. Al cumplir los dieciséis años, la inestabilidad lleg...
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En la estación de King's Cross, específicamente en la estación de 9¾, se encontraban los jóvenes estudiantes junto a sus familias, despidiendose para poder abordar la gran locomotora escarlata.
A diferencia de los años anteriores, la estación lucía un poco más vacía, había menos estudiantes este año. La razón se debía a el retorno de el Señor Tenebroso. Muchas familias habían decidido huír del país y emigrar hacia otros lados, donde se sintieran más seguros, no querían estar donde era muy probable que se llevará una guerra, donde no estaba definido si ganaría el bien o el mal. Ellos no pensaban estar dentro del caos, ni pensaban arriesgarse a ser víctimas de Lord Voldemort.
Los estudiantes que seguirían asistiendo al Colegio, es porque sus familias sentían más seguridad para sus hijos en el Colegio de Magia y Hechicería, esto debido a que sabían la capacidad que tenía el director, Albus Dumbledore. Sabían de su inteligencia, de su temple, de su astucia, y sobretodo sabían que Albus Dumbledore tenía experiencia enfrentando a magos tenebrosos, y que la balanza se inclinaba a su favor.
Un grupo de estudiantes de Slytherin caminaban por la estación para dirigirse a la gran locomotora, obteniendo todas las miradas del lugar, pues ya no era un secreto para nadie que los padres de ellos eran partícipes de las filas de El-que-no-debe-ser-nombrado. Los miraban con miedo y con respeto. Había quiénes los miraban con admiración, ya que eran jóvenes que manejaban un porte y elegancia perfecta, imponían respeto a donde quiera que se dirigieran.
Los jóvenes subieron a la gran locomotora y caminaron por los pasillos hasta llegar a los compartimentos de Slytherin.
— Yo quiero sentarme al lado de la ventana —pidió Daphne, después de acomodar su equipaje, y que todos tomaran su respectivo asiento. En el compartimento de a lado se encontraban Crabbe, Goyle, Pansy y Millicent.
— Aún no puedo creer que fueran elegidos como prefectos de Slytherin —dijo Blaise mirando con una sonrisilla burlona a Skyler y a Draco, quién tenía sobre su regazo a la serpiente de su amada.
— ¿Qué no puedes creer, Blaise? Son los favoritos de Snape, obviamente que los iba a elegir a ellos —respondió Astoria, quién estaba recargada sobre el hombro de su novio.
— No puedo creer que ahora tenga que dirigír a un montón de niños y tenga que patrullar por las noches —se quejó Skyler.
—Pero mira el lado bueno —habló Theo— podrás sumar y restar puntos a quién quieras.
— Eso significa que tendrás que quitarles puntos a los gryffindor por cualquier cosa —rió el moreno mientras metía su mano al bolsillo de su chaqueta y sacaba un sobre.
— ¿Qué es eso? —inquirió Draco mirando al sobre, habló por primera vez después de estar muy serio desde que se había despertado por la mañana.
— Es una invitación —respondió con simpleza.
— ¿Una invitación? ¿De que? —preguntó esta vez la pelinegra.
