Capítulo 13

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Los pocos meses que pasaron fueron como un infierno para Lena, pero cada vez lo tenía controlado. No del todo porque había algo que le atormentaba, pero sus sentimientos estaban bajo control.

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Al principio había pasado noches sin dormir, recordando todo el tiempo escenas sobre Andrea y Kara: una caricia por ahí, un tonteo por allá y unos cuantos besos castos delante de sus narices. Incluso odiaba ver cómo se apropiaba de la chaqueta beisbolera de la universidad de Kara, la prenda robada que era favorita para Lena. Estaba muerta de celos porque, aunque ya había besado a Kara, quería que fuese ella misma la última en besarla y que todo lo que estuviese descubriendo, lo hiciese también por ella. Que fuera ella la persona, al fin y al cabo.

Lo único que le consolaba es que su mejor amiga solo le contaba las cosas que hacía con ella, pero nunca hablaba de lo que sentía. Eso la aliviaba de alguna manera; no quería escuchar que se estaba ilusionando con Andrea, aunque pensó en que lo estuviera haciendo.

El corazón de Lena era de cristal y no paraba de coger los pedazos rotos cada vez que lo veía, pero, como dijo antes, eso fue al principio. Poco a poco se concienció de que era esto, de que lo vería igual; fuese con quién fuese porque se repitió las palabras de Kara: "nunca sentiría algo por ti". Entonces, si no era Andrea, siempre será otra y nunca ella.

Por supuesto, Lena cambió el chip y se refugió y actuó de manera irracional y salvaje, acostándose con cualquier chico o chica desconocida de la universidad. Daba igual si era en su apartamento, en el baño de la universidad, en el coche o incluso en un descampado en las afueras de la ciudad. Solo quería no pensar en Kara durante un par de horas y conseguir el objetivo de olvidarse de ella (no lo lograba).

Y la rubia claro que sabía lo que estaba haciendo Lena, pero finalmente dejó de preguntar sobre ello.

Al principio Kara no lo entendía. Es decir, a pesar de hablar las cosas con su mejor amiga después de aquella pequeña discusión, pensó que era cosa de una vez, pero no. Se repitió de que Lena nunca fue así; ella era dulce y tenía ojitos llenos de amor. Ahora era totalmente un loba libre y salvaje con una sonrisa vacilante y una ceja alzada de manera pícara. No lo veía mal, podía hacer lo que quisiera, ¿verdad?

Pero veía a una loba libre, salvaje y... perdida, por decirlo de alguna manera. No sabía por qué, pero lo sentía así.

Cuando Kara preguntaba por sus nombres, tenía la confianza de que Lena contase algo sobre esa persona, de que no era solo por un polvo de un día, pero Lena ni siquiera se acordaba del nombre o no tenía ningún número guardado, no dándole importancia en absoluto.

Eso la molestaba de alguna manera porque Lena no estaba actuando bien por mucho que diga que no quisiese una relación ahora mismo, pero no hundió el dedo en la llaga y más cuando Lena le aseguró un par de veces de que siempre hablaba las cosas con la otra persona, haciéndole saber lo que habría: solo sexo.

Tampoco entendía por qué se molestaba tanto, por qué preguntaba demasiado hasta llegar a atosigarla, por qué casi se lo exigía como si tuviera derecho a saberlo y por qué se enfadaba cada vez que le omitía algunos detalles, contándoselos al día siguiente o incluso semanas después. Supuso eso era lo que hacían las mejores amigas: contarse todo, preocuparse y apoyarse mutuamente.

Pero como se dijo antes, al final dejó de preguntar sobre ello. Con el paso del tiempo dejó ese tema a parte porque ahora le molestaba saber si Lena se había tirado a alguien o no algún día que otro. Le molestaba estar tirada en el sofá y pensar que hace unas horas había estado disfrutando con otra o dormir en la cama y darle vueltas a una cara sin rostro junto a Lena en aquella habitación.

We could be happy | Supercorp AU UniversityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora